Nuestra meta como cristianos es ser más como Jesucristo. Debemos amar a Jesús—adorarle porque es Dios, creer en Él porque es nuestro Salvador, y obedecerle porque es nuestro Señor y Ejemplo. Si amamos a Jesús, entonces vamos a amar Su Palabra la Biblia, porque nos dice de Dios, nos dice cómo podemos ser justo delante de Él, y nos dice cómo debemos vivir. Si amamos a Jesús y Su Palabra, entonces vamos a amar a Su iglesia. La amamos porque Dios la ama, porque Jesucristo mismo la ama, y porque los hijos de Dios la aman. De hecho, el amor para la iglesia es un sello de los hijos de Dios—ellos aman la iglesia.
Los hijos de Dios aman a los hijos de Dios—la iglesia de Jesús (1ª Juan 3–5).
- Dios nos ha amado y nos llama sus hijos (3:1).
- Demostramos de que somos hijos de Dios cuando amamos a los hijos de Dios (3:10).
- Los hijos del diablo se aborrecen unos a otros, sino los hijos de Dios se aman unos a otros (3:12–15).
- Jesús entregó su vida por la iglesia; los que siguen a Jesús entregan sus vidas por la iglesia de Jesús (3:16–18).
- Obedecemos a Dios cuando amamos la iglesia de Jesús (3:23).
- El amor caracteriza a Dios y también a Sus hijos (4:7–12).
- El amor de Dios es la fuente y el motivo para nuestro amor mutuo (4:19).
- No se puede amar a Dios y también aborrecer a los hijos de Dios (4:20).
- Si amas a Dios, entonces también amas a Sus hijos (5:1).
- Una forma de amar nuestra iglesia es nuestra obediencia personal a Dios (5:2).
Lee aquí: «¿Amas la Iglesia como la ama Jesús?»