El discernimiento del creyente ante el error

1ª Juan 4:1–6

Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” (1 Jn 4:1).

Cuando leemos las cartas del apóstol  Juan, vemos que en reiteradas ocasiones dedica importantes secciones dentro de sus cartas para *advertir y preparar* a la iglesia del primer siglo, ante una realidad que es característica de los últimos tiempos; “la presencia de los falsos profetas y sus enseñanzas” (4:1 cp. 2:18, 19, 22, 26; 3:7; 4:5; 2 Jn 7, 10; 3 Jn 9, 10). Y por nuestra parte, si el día de hoy abrimos las escrituras y miramos a nuestro, veremos que la situación no es muy diferente. En nuestra generación, hay una gran cantidad de afirmaciones, movimientos, pensamientos, ideologías, maestros, profetas y pastores que influenciados por el espíritu del error (“anticristo” cp. 2:22; 4:3, 5), pretenden tergiversar la verdadera fe cristiana (2:26).  Por tanto, el mandamiento del apóstol a las iglesias (4.1 “…probad los espíritus si son de Dios”) sigue tan vigente como ante.

Hermanos, nuestro llamado es a discernir correctamente “quien nos enseña, qué nos enseña, y con qué influencia espiritual nos enseña”. Por tanto, les animo a escuchar nuevamente el audio, para que podamos seguir preparándonos para “proclamar, vivir y defender” el evangelio que nos ha dado libertad del pecado.

Hermanos, cómo iglesia del Señor (y “embajadores de Cristo” 2 Co. 5:20), tenemos un llamado a construir en nuestras un discernimiento bíblico que sea capaz de diferencia la verdad del error; para que al identificar a los que *no nos hablan de parte de Dios* y reconocer sus error, podamos alejarnos de sus enseñanzas y, de esta manera, proteger nuestro andar cristiano y el de nuestras familias.

Nuestro deber no es hacer una “cacería masiva de falsos profetas” (tengamos cuidado tal osadía). Más bien se trata de desafiarnos a conocer más a nuestro Señor y de nuestro Señor (4:2). Se trata de invertir más tiempo en la Palabra de Dios, e invertir más en la vida de oración; de modo que, cada día nuestras vidas se conformen más a la imagen de  Cristo, y no al mundo.

Nuestro llamado el día de hoy, es un llamado a educar una vida espiritual que se basa en la centralidad de las verdades de Cristo (4:2); haciendo todos los esfuerzos posibles para evitar caer en “ritmo de este mundo”, terminar aprovechando las oportunidades para nutrirnos de la sana exposición de las Escrituras, en la comunión cristiana (reuniones de iglesia cp. Hb 10:25).

Y por último, nuestro llamado al correcto discernimiento (4:1) consiste en aprender a depender cada vez más del Espíritu Santo, porque si no; «de nada aprovechará el tener la palabra de Dios en nuestras manos y nuestros ojos cerrados», ya que la razón de nuestra victoria sobre el pecado, y la victoria sobre el error, se debe a la enseñanza y a la capacitación del Espíritu Santo; quien alumbra nuestras mentes y nuestros corazones para captar las verdades de Dios y aplicarlas en nuestras vidas (2:20, 21; 3:7; 4:1, 6 cp. 1Corintios 2:6-16).

Que Dios nos ayude.

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