Génesis 12:1–7; 13:14–16; 15:18–21
Tal vez hayas hecho la pregunta leyendo el Antiguo Testamento: ¿por qué se centra toda la historia del AT en una tierra muy chica? Encontramos la razón en el pacto que hizo Dios con Abraham. Hacemos cuatro preguntas del pacto:
- ¿Con quién ha hecho Dios este pacto?
- ¿Tiene este pacto condiciones o dependencias?
- ¿Qué ha prometido Dios que hiciese?
- ¿Está cumplido este pacto o ha de cumplirse?
El pacto que Jehová hizo con Abraham (12:1) y con su descendencia (12:7) no tiene ningunas condiciones. Por eso, es una promesa de Dios que consta de tres partes: primero, Dios prometió darle a Abram un hijo para hacerle una nación grande (12:2). Segundo, Dios prometió una bendición—para Abraham y para todas las familias de la tierra por medio de él (12:2–3). Tercero, Dios prometió una tierra para su descendencia para siempre (12:7; cp. 13:14–15), una tierra delimitada por los ríos Nilo y Éufrates (15:18–21). Dios cumplió su promesa de un hijo con el nacimiento de Isaac, y podemos ver claramente que Dios bendijo a Abraham y a su descendencia en la nación de Israel. Más que todo, Dios bendijo al mundo por medio de Jesucristo, «el hijo de Abraham» (Mateo 1:1). Vemos que Israel no está ocupando la tierra prometida a ella por Dios; por eso, esperamos la venida de Jesucristo para reinar sobre esta tierra y sobre todo el mundo.