El tercer salmo es un salmo de lamento individual, expresando el temor y la confianza del corazón de David cuando huía de delante de su hijo Absalón.
Este salmo es el primer salmo de lamento que hemos encontrado, y si recuerdan bien, el aspecto que sobresale de los lamentos es que inician con un problema o una queja y finalizan con una afirmación de confianza en Dios. El tercer salmo sigue precisamente este patrón, de hecho, vemos que David le presenta a Dios su queja en los versículos 1–2 y cuenta a los demás su confianza en Dios en el versículo final. El rey David, como líder de la nación en tiempo de crisis, dirige su atención a Dios.
Les animo a leer 2º Samuel 15, la historia de Absalón, el hijo de rey David. Después de su pecado con Betsabé, David cosechó mucho dolor y disensión familiar. Su hijo Amnón violó a su hermanastra Tamar, resulta que Absalón, el hermano de Tamar, mató a Amnón. Por eso, Absalón fue desterrado por tres años, después de lo cual, volvió y empezó a maquinar un golpe, atrayendo la gente con las lisonjas por cuatro años. Al final, David tuvo que huir de su propia casa para evitar de morir a la mano de su hijo Absalón. Dentro de esta prueba, David compuso este salmo de lamento, orando a Dios por ayuda.
En la estructura del salmo, podemos imaginarnos los cortesanos y guardaespaldas alrededor de David, asustados y temiendo por la vida, habiendo huido del palacio real y ahora mirando a su rey, preguntando, Y ahora, ¿qué haremos? En este momento, en frente de sus sujetos, David se da la vuelta y mirando hacia el cielo, y hablando muy bajo, ora a Dios lo que encontramos en los versículos 1–3.
¡Oh Jehová, cuánto se han multiplicado mis adversarios!
Muchos son los que se levantan contra mí.
2 Muchos son los que dicen de mí:
No hay para él salvación en Dios. Selah
3 Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí;
Mi gloria, y el que levanta mi cabeza.
No solamente es Absalón que está en contra, hay muchos ex-amigos que apoyan el golpe, y los asesores están informándole a David de aún más malas noticias. Es una situación desesperada, todos están advirtiéndole a David, “No es posible que escapemos con nuestras vidas.” Noten que David está contando todo lo que ha pasado a Dios mismo. Obvio, Dios ve todo y sabe todo, pero David le cuenta todos los detalles a Dios en oración.
En medio de esta situación pésima, David también afirma su confianza en Dios. “Tú eres mi escudo que me protege. Tú eres mi gloria que me sustenta con tu presencia. Tú eres el que levanta mi cabeza y me fortalece. Yo confío en Ti en este momento imposible.”
Ahora, volviendo a sus soldados fieles que han estado esperando escuchar lo que diga su rey, David mira sus caras, llenas de ansiedad, y les cuenta un testimonio, un momento del pasado en su vida, un momento que también apareció imposible.
4 Con mi voz clamé a Jehová,
Y él me respondió desde su monte santo. Selah
5 Yo me acosté y dormí,
Y desperté, porque Jehová me sustentaba.
Dice David, “Dios ha contestado mis oraciones antes, me ha rescatado varias veces, me encontré en peligro y me acosté y dormí, y cuando desperté, me di cuenta de que Dios me había protegido.” Tal vez relata su tiempo como pastor solito en el desierto con el rebaño, o los años que Saúl le perseguía, o las muchas batallas en que ha luchado. En todo momento, dice David, Dios era mi escudo y mi gloria y me apoyaba.
Pregunta: ¿por qué dice David que Dios le respondió “desde su monte santo,” o sea el monte del templo? Debemos recordar que la presencia de Dios moraba físicamente en una nube en el Lugar Santísimo, y toda adoración y oración se dirigía por ese templo. La única manera de acercarse a Dios en este tiempo fue por medio de un sacrificio, ofrecido en el templo. Y por eso, las oraciones fueron dirigidas al templo “donde el nombre de Dios moraba” (Deut 12:11; 14:23) y Dios respondió desde el mismo monte santo.
Por eso, David tiene toda confianza en Dios porque le ha rescatado varias veces anteriormente. ¿Qué hará David y sus hombres? Seguir confiando en Dios y no temer a los enemigos. Ya que Dios ha rescatado a David en el pasado, tiene plena confianza para el futuro.
6 No temeré a diez millares de gente,
Que pusieren sitio contra mí.
Confiando en Dios, David no tiene miedo aunque sean miles de personas contra él, porque Dios le había rescatado y podrá rescatarle una vez más.
De nuevo, David dirige su oración a Dios, pidiendo que le rescate. Dios había derrotado muchos enemigos de David en el pasado, ahora está orando que le salve una vez más.
7 Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío;
Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla;
Los dientes de los perversos quebrantaste.
Ahora el rey David finaliza con una afirmación de su confianza en Dios, pero no está cantando la alabanza solo, se suma todo el pueblo, cantando del poder de Dios para salvar.
8 La salvación es de Jehová;
Sobre tu pueblo sea tu bendición. Selah
En momento de inseguridad para sí mismo y para la nación de Israel, David confía en el poder de Dios para rescatarle y bendecir a Israel. David responde la situación desafiante con un recordatorio del poder que Dios ha manifestado en el pasado y confía en que el mismo Dios sigue protegiendo y bendiciendo.
Ahora, ¿cómo podemos aplicar este salmo a nuestras vidas hoy en día? Todos nosotros estamos enfrentados por problemas y dificultades. ¿Cómo respondemos? Creo que el tercer salmo nos da muy buen ejemplo de responder las pruebas. David llevó su situación directamente a Dios en la oración. Nuestra primera respuesta debe ser la oración. También David llenaba su mente con la misericordia que Dios le había tenido en el pasado, confiando en su cuidado para el futuro.
Este salmo nos enseña a orar que Dios nos ayude a recordar su salvación y sus bendiciones en momentos difíciles.
¿Cómo podemos aplicar el tema principal de este salmo en nuestras vidas?
- En primer lugar, debemos llevar nuestra dificultad a Dios en la oración. Como dice Pablo, “Por nada estén afanosos, sino sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:7). No hay nada malo en contar nuestra situación a nuestro Dios. Él nos oye y nos ama. En vez de enojarnos o quejarnos, debemos cultivar el hábito de conversar con Dios.
- En segundo lugar, podemos seguir el muy buen ejemplo de David en este salmo de recordar la salvación de Dios. Debemos pensar en la bondad de Dios en nuestras vidas, partiendo con nuestra salvación por gracia en Cristo Jesús. En momento de prueba, debemos repasar Efesios 1. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3). Hemos visto la gracia y la bondad de Dios derramada en nuestras vidas día tras día. Sabemos ya que Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Romanos 8:31). Podemos escribir una lista larga de acciones de gracias por nuestras peticiones y oraciones. Hemos podido acostarnos y dormir y levantarnos de nuevo porque Dios nos ha sustentado.