Salmo 4
Al músico principal; sobre Neginot. Salmo de David.
El cuarto salmo es un salmo de lamento individual. Su autor, por medio de una oración de confianza, expresa la paz y el descanso que tiene en los cuidados de Dios a pesar de estar padeciendo acusaciones injustas.
El título de este salmo nos ofrece algunos detalles técnicos que nos permiten deducir que este cántico se usaba en los servicios religiosos del culto judío (“al músico principal”), que los instrumentos que servían como acompañamiento eran los de cuerda (“Neginot”), y que pertenecía a colección de los salmos de David o de los salmos dedicados a David (“Salmo de David”).
El salmo en sí comienza con (I) una invocación a Dios (v.1), le sigue (II) un discurso dirigido a los acusadores injustos, a quienes se les advierte de sus errores y se les llama a volverse al Señor (vv.2-5). Este cántico termina con (III) una hermosa declaración de confianza en Dios (vv.6-7) cuyo fruto trae alegría, paz y descanso al corazón de aquel que es obediente al Señor.
La invocación (v.1)
1Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia.
Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar;
Ten misericordia de mí, y oye mi oración.
La invocación es una de las características típicas de un salmo de lamento (o de clamor) individual. Aquí el salmista dirige toda su atención a Jehová, quien verdaderamente podía justificarle, y le pide enfáticamente que escuche su clamor y que le extienda Su misericordia de la misma manera que lo había hecho en el pasado, aliviándole de sus angustias.
Advertencias a los acusadores (vv.2-3)
2Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra en infamia,
Amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira?
Selah
3Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí;
Jehová oirá cuando yo a él clamare.
Después de invocar al Señor, el salmista dirige inmediatamente su atención al problema que le aquejaba y comienza su discurso contra los acusadores, preguntándoles ¿hasta cuándo seguirán cambiando mi honra en deshonra, amando la vanidad (o lo que no tiene valor) y buscando la mentira? Con esta pregunta, el salmista quiere hacerle saber a sus acusadores que sus hostilidades solo les están llevando por el camino de la vanidad y la mentira. Y, a la vez, les asegura que nada de lo que puedan decir en su contra, podrá disminuir su confianza en Dios ni la certeza que tiene en cuanto a que Jehová oye su clamor (v.3).
Exhortación a los acusadores (vv.4-5)
4Temblad, y no pequéis;
Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad.
Selah
5Ofreced sacrificios de justicia,
Y confiad en Jehová.
El discurso del salmista contra sus acusadores continúa, y ahora pasa de las advertencias a seis claras exhortaciones a abandonar la infamia y a acercarse a Dios. En primer lugar, les dice: tiemblen; es decir, no se mantengan serenos sino que reconozcan sus impiedades y dejen de pecar. Además les dice: mediten; piensen bien en lo que están haciendo y callen. Pero eso no es todo, sino que también les dice: ofrezcan sacrificios de justicia a Dios y confíen en Jehová.
Con todas estas exhortaciones, el salmista llama a sus enemigos a acercase al Señor reconociendo sus pecados y siendo obedientes a sus mandamientos (sacrificios de justicia), porque, a fin y al cabo, esa es la única manera de acercase correctamente a Jehová, buscar su favor, y tener confianza delante de su presencia.
Declaración de confianza en Jehová (vv.6-8)
6Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien?
Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro.
7Tú diste alegría a mi corazón
Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto.
Después de la exhortación a volverse al Señor, el salmista comienza la última sección de su cántico reconociendo que son muchos los que pasan por aflicciones y buscan el favor de Jehová (v.6). La expresión “alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro” es una referencia a la oración sacerdotal de Moisés en Números 6:24-26, que principalmente se refiere al descanso y paz que el Señor da cuando responde la oración de los que obedecen su ley y son fieles a Él.
La obediencia y la fidelidad a Jehová son dos ideas claves en este salmo. Ya que por ellas, el salmista, con gozo podía reconocer que, a diferencia de todos los que aun buscan su favor, el Señor ya le ha “iluminado con la luz de su rostro” y le ha llenado de tanto bien que ni siquiera la abundancia terrenal de sus perseguidores (cp. “abundancia de grano y mosto”) podía comparársele.
Por tanto, aun siendo acosado por las más injustas difamaciones o estando bajo las más cruentas oposiciones, el salmista resume que los frutos de su vida de obediencia, de su confianza en Dios, de su seguridad en la bendiciones pasadas y presentes, y de su clamor continuo en oración; le permitían vivir en paz y dormir confiado. Verso 8:
8En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado. (v.8)
Con este último párrafo de su cántico, el salmista deja en evidencia que la verdadera paz y confianza no provienen de las circunstancias ni de cuán fuerte uno se crea en las tribulaciones sino de la seguridad de que Dios cuida, oye y responde las oraciones de los que son obedientes y fieles a Él.
—
Cuando leemos este salmo y miramos el ejemplo del salmista y su experiencia con Dios, es inevitable sentirnos atraídos por su gran confianza en el Señor. Y si bien, no es el fin de este salmo dar una “receta mágica” o “palabras mágicas” para vivir confiado y dormir en paz, sí podemos descartar al menos tres principios que nos pueden ayudar a recordar que los creyentes, al estar en Cristo, la experiencia del salmista es también nuestra realidad.
(1) El primer principio es “la verdadera confianza en Dios proviene de un corazón que es obediente y fiel a Su Palabra”. Si bien estos elementos no se encuentran explícitos en el cuarto salmo, la Ley (dada antes del salmo 4) es enfática en asegurar que Dios jamás hubiera respondido con tanto bien al clamor del salmista (cp. vv 1, 7), si éste no habría sido fiel a Él y obediente a su Ley. Además, Dios mismo habló a Israel por medio de sus profetas diciendo, que la obediencia es un pilar fundamental para tener confianza en Sus favores y cuidados (Lv. 26:3-13; Dt. 7:12-26; 28:1-14; 2Cro. 7:14; 1R. 2:3 cp. Sal 50).
El día de hoy, nosotros podemos dar gracias a Dios que no nos acercamos a Él por medio de la ley, sino por medio de la gracia que hallamos en Cristo Jesús, nuestro Salvador. Y por tanto, con mayor razón podemos y debemos crecer en nuestra confianza en Dios, sabiendo que la obediencia y la fidelidad de Jesucristo han sido cargadas a nuestra cuenta y que por medio de Él, Dios nos ha dado todas las cosas (Ro. 8:32).
(2) El segundo principio es “el que confía en Dios, le busca con fidelidad”. Si lo notaron, el salmista habla mucho de su experiencia en la oración fiel y exclusiva a Jehová. Por ejemplo, en la invocación (v.1), el salmista está orando a Dios y recordando oraciones pasadas; en los versículos 2 y 3, declara su confianza en que el Señor oirá su clamor; y en los últimos versos de su cántico (vv.6-8), el salmista habla de los beneficios (alegría, paz y confianza) de haber clamado a Jehová, y solo a Él.
El día de hoy, nosotros podemos orar a Dios aun con más fidelidad y menos impedimentos, porque: (a) tenemos acceso directo al Padre por medio de Jesús (Hr. 4:13-16), (b) podemos orar en el nombre de Jesús (Jn. 14.13), (c) el Espíritu Santo nos ayuda en nuestras debilidades e intercede por nosotros (Ro. 8:26), y (d), a través de la biblia, conocemos cuál es la voluntad de Dios y podemos orarla (1Ts. 5:16-18).
(3) El tercer principio es que “los cuidados de Dios producen confianza, paz y seguridad”. Es muy probable que este salmo haya sido entonado (u orado) por las noches, y aun antes de dormir (v.8). Algunos dirán que pensar en lo problemas del día a día justo antes de ir a descansar no es lo más recomendable, sin embargo, este salmo nos deja ver que la seguridad que tenía el salmista en Dios y en sus cuidados (v.1), le permitía dormir y vivir confiado, aún en medio de la aflicción (v. 2).
—
Hermanos, todos los que estamos en Cristo tenemos innumerables razones para dormir y vivir confiados. Y una de ellas, es la promesa de que Dios siempre tiene cuidado de nosotros (1P. 5:7 cp. Mt. 10:29-31) y, por lo mismos, nosotros también podemos confiar en Dios, orar al Señor con fidelidad, entregar al Señor todas nuestras cargas y afanes y aflicciones, y tener paz y seguridad en nuestras vidas, y hasta decir como el salmista: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré, Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (v.8).
Ciertamente, el autor de este salmo escribió este cántico porque podía descansar en el Señor y, a la vez, disfrutar de la paz y la seguridad que provenía de la confianza en que Dios tiene cuidado de su vida. Y nosotros, hermanos, también podemos vivir así porque, al estar en Cristo, Dios tiene cuidado de nosotros (1P. 5:7), y ya que sabemos que Dios tiene cuidado de nosotros, mi desafío este día es que oremos: “Dios, ayúdame a descansar en tus cuidados”.
