Dios, en tu misericordia y verdad me ampararé hasta que pasen los quebrantos.
El salmo 57 es un lamento individual, y como todos los salmos que pertenecen a este género, el autor comienza clamando a Dios por una situación angustiosa, pero finaliza con palabras de confianza en Dios. En particular, David, el autor de este salmo, comienza su oración pidiendo ayuda a Dios (vv. 1-2) por causa de los acosos, amenazas, y trampas que han elaborados sus enemigos para quebrantarle (vv. 3-5). Sin embargo, a la vez clama al Dios Altísimo, David también reconoce que se siente seguro en Él, porque sabe que el que está de su lado (v.2), es grande en misericordia y verdad (v. 10), y, por tanto, confía que desde los cielos atenderá su causa y le salvará (v.3). Luego de esto, David continúa su oración incluyendo un breve coro que exalta la grandeza de Dios y reconoce que a Él debe ser toda la gloria, tanto en el cielos como en la tierra (v. 5), lo cual es nuevamente enfatizado con una repetición del mismo coro (cp. v. 11) y con la resuelta voluntad de ofrecer solemnes alabanzas a Dios como testimonio público entre las naciones de la grandeza, la misericordia, y la verdad del Dios Altísimo, su Salvador (vv.7-11).
La idea central que comunica este salmos es la consistente seguridad que provoca la misericordia y verdad de Dios en la vida del que confía en Él, algo de lo cual David mismo quiere dar testimonio ya que, aun estando en medio de sus peores aflicciones, pudo reconocer que la misericordia y verdad de Dios son lo suficientemente grande y eternas como encontrar refugio durante la angustia y esperanza de pronta salvación. Lo que en una frase se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, en tu misericordia y verdad me ampararé hasta que pasen los quebrantos”.
EXPLICACIÓN DEL SALMO
El título del salmo 57, que dice: “Al músico principal; sobre No destruyas. Mictam de David, cuando huyó delante de Saúl a la cueva”, contiene una referencia histórica que nos ayuda a ubicar este salmo dentro de un episodio real en la vida de David. La última parte del título (“cuando huyó delante de Saúl a la cueva”), probablemente se está refiriendo a lo registrado en el primer libro de Samuel capítulos 22 al 24, cuando David, siendo asediado y acosado por Saúl y sus miles de hombres para darle muerte, tuvo que huir de delante de sus perseguidores buscando refugios entre las montañas y las cuevas. Ahora, si bien no es posible determinar el momento y la cueva exacta a la que se refiere el título del salmo, sí queda claro que, en primer lugar, la oración de este salmo está dentro de un contexto real de persecución, infamia, peligro, cansancio, y angustia; y, en segundo lugar, queda claro que no fueron las paredes de la cueva las que le dieron firme seguridad a David, sino Dios. Por lo que, sobreponiéndose de sus aflicciones, el salmista eleva su oración al Señor, y desde su escondrijo comienza a clamar al Dios Altísimo, diciendo:
1Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia de mí;
Porque en ti ha confiado mi alma,
Y en la sombra de tus alas me ampararé
Hasta que pasen los quebrantos.
2Clamaré al Dios Altísimo,
Al Dios que me favorece.
3El enviará desde los cielos, y me salvará
De la infamia del que me acosa;
Selah
Dios enviará su misericordia y su verdad.
4Mi vida está entre leones;
Estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas;
Sus dientes son lanzas y saetas,
Y su lengua espada aguda.
El salmo 57 comienza con el salmista presentando su clamor a Dios a causa del asedio de sus enemigos. La doble petición por la compasión divina (“ten misericordia” v.1) deja en evidencia que David estaba atravesando por un momento de gran angustia (o “quebrantos”), puesto que, como dice en el verso 4, su vida estaba bajo el asecho de voraces enemigos (tal como “leones”) que habían salido con lanzas, flechas, espadas y fuego, decididos a hacer guerra contra él. Además de esto, en estos versos se hace evidente que la fuerza, cantidad y ferocidad de sus enemigos era incomparable a lo que humanamente David tenía en su favor (por ejemplo, la cueva en donde se escondía o la ayuda los 400 hombres que le acompañaban. cp. 1 S. 24:2 y 22:2; 23:13; 25:13). Sin embargo, David deja ver desde el principio de su oración que su confianza no estaba en el cobijo de una cueva ni en las cosas de este mundo ni en el brazo de los hombres sino en Dios; y por ello, fue capaz de reconocer que la protección y la seguridad que puede hallar en el Dios Altísimo es mucho más segura que una cueva y mucho más poderosa que la bravura de sus perseguidores, lo que, finalmente lo llevó a decir con toda seguridad: “En ti ha confiado mi alma… en la sombra de tus alas me ampararé, hasta que pasen los quebrantos” (v.1).
5Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios;
Sobre toda la tierra sea tu gloria.
El salmo 57 continua con un pequeño coro que resalta el anhelo que tenía el salmista por la gloria de Dios. Ciertamente David estaba afligido y necesitaba con urgencia ayuda y salvación; no obstante, todo esto no disminuía en nada el hecho de que su deseo más profundo era que el Señor fuera exaltado; que el Dios Altísimo fuera reconocido entre los pueblos (v.9) y que de toda la tierra reciba alabanza; de modo que, al final de todo, cuando Dios oiga su oración y envíe Su salvación en forma de misericordia y verdad (vv.2-3), no sea David (o cualquier hombre) el que reciba la honra, sino solo Dios, porque suya es la gloria.
6Red han armado a mis pasos;
Se ha abatido mi alma;
Hoyo han cavado delante de mí;
En medio de él han caído ellos mismos.
Selah
7Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto;
Cantaré, y trovaré salmos.
8Despierta, alma mía; despierta, salterio y arpa;
Me levantaré de mañana.
9Te alabaré entre los pueblos, oh Señor;
Cantaré de ti entre las naciones.
10Porque grande es hasta los cielos tu misericordia,
Y hasta las nubes tu verdad.
11Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios;
Sobre toda la tierra sea tu gloria.
En el verso seis, el salmista retoma la exposición de las acciones de los enemigos en contra de su vida. David usa expresiones relacionadas con la caza de animales (“redes han armado” … “hoyos han cavado”) para ilustrar el modo sigiloso que habían adoptado sus perseguidores a fin de hallar y terminar con su vida. No obstante, el salmista pudo ver que la misericordia y los cuidados de Dios hacia su propia vida eran más grandes que la astucia de los asechadores, porque las trampas que habían preparado en su contra no solo fueron ineficientes, sino que, además, terminaron siendo tropezadero para ellos mismos. Por lo que, animado por la confianza que halla en la extensa misericordia y verdad de Dios (v.10), David deja atrás las expresiones de lamentos, y se anima a cantar y a entonar salmos e himnos al Señor para dar a conocer entre los pueblos la grandeza de Su verdad y Su amor fiel (“hesed” vv. 3, 10).
Finalmente, la oración del salmo 57 termina con la repetición del coro que David ya había introducido en el verso 5; un coro que resumen su profundo deseo por ver que sea el Dios Altísimo, el Señor de toda misericordia y verdad, quién reciba toda la gloria, la honra y el reconocimiento, por cuando ha hecho evidente su grandeza así en los cielos como en la tierra.

Ahora, ¿cómo podemos aplicar este salmo a nuestras vidas?
En primer lugar, el salmo 57 nos recuerda que ningún lugar en la tierra es más seguro que estar bajo el cuidado de la misericordia de Dios. La geografía de Israel en los sectores donde David anduvo huyendo de la presencia de Saúl era lo suficientemente «ideales» como para que el salmista pudiera esconderse y sentirse seguro. El sector de En-Gadi, por ejemplo, tiene un centenar de cuevas, cerros, declives, ríos, vegetación, escondites, etc., todo como para pasar desapercibido ante los ojos de Saúl y sus perseguidores. Sin embargo, David es claro en decir que su confianza no está en lo que la geografía podía ofrecer o lo que sus propias manos podían hacer; más bien, su confianza estaba en Dios (v.1). David conocía que Dios es misericordioso y que Él había prometido ser fiel en cuidarle de la muerte (cp. 1S. 23:14-16), lo cual significa un mayor y más perfecto refugio para el quebranto que cualquier lugar sobre la tierra.
Hermanos, ¿qué es lo que te da mayor seguridad en tu vida? ¿el dinero, el tiempo, el trabajo? ¿tu familia, tu casa, tu auto? ¿tu carrera profesional, tus habilidades, tu intelecto? ¿tu salud, tu país, tus gobernadores? ¿Dónde te refugias cuando estás en aflicción? o ¿a qué te aferras cuando todo va mal? Ciertamente Dios, en Su misericordia, ha provisto de herramientas útiles para nuestro cuidado y protección. Para David fueron las cuevas, el desierto, y los lugares fuertes de la tierra de Judá (cp. 1S. 22:1, 5; 23:24, 29), y para nosotros pueden ser algunas de las cosas que ya hemos mencionado (salud, casa, dinero, medicamentos, etc.). Sin embargo, este salmo nos ayuda a recordar que no deben ser ellas la razón de nuestra confianza sino Dios que tiene cuidado de nosotros, aun cuando todas las cosas nos falten. Hermano, hermana, recuerda las palabras del Espíritu Santo por medio del apóstol Pedro, cuando dijo a los creyentes que sufrían diversas aflicciones que, por la obra de Jesucristo, ahora somos ovejas de Dios, y Él es el Pastor y Obispo de nuestras almas (1 P. 2:24-25). Hermanos, ¿qué es más seguro que estar en las manos del Buen Pastor y Padre de toda misericordia? (Jn. 10:11, 14-18; 2 Cor. 1:3)
Y, en segundo lugar, el salmo 57 nos recuerda que la gloria de Dios debe ser el fin último de nuestras peticiones. Como podemos ver en este salmo, las difíciles circunstancias en la vida de David no fueron obstáculo para desear que Dios sea exaltado y conocido entre los pueblos por Su misericordia y verdad (vv. 5, 7-10, 11). Hermanos, hermanas, en nuestro caso esto no debe ser distinto. Nuestro deseo también debe ser la gloria de Dios; que Él sea glorificado en todo, lo cual solo es posible cuando permanecemos en Jesús. En Juan 15:5 Jesús dijo a sus discípulos: “separados de mí nada podéis hacer”. Luego añade, “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (v. 7). Y, finalmente, dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos… permaneced en mi amor …. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (vv. 8-10).
Hermanos, cuando estamos atravesando dificultades es fácil vernos tentados a buscar refugio en las cosas materiales o depositar nuestra confianza en cosas terrenales, y no en Jesús. Pero no lo hagamos. Recuerda, “separados de Jesús nada podemos hacer”. Así mismo, cuando vienen las amarguras por causa de las dificultades una de las primeras cosas que olvidamos son las palabras de Jesús, sus mandamientos o promesas. Pero, ¡no lo hagamos! La única garantía que tenemos en cuanto a que Dios oirá nuestras oraciones y nos dará lo que pidamos es que oremos EN Jesús y pidamos conforme a SUS palabras (o voluntad 1Jn. 5:14-15 cp. Stgo. 4:1-3). De esta manera glorificamos a Dios en nuestras peticiones, orando como Dios quiere que lo hagamos (en Jesús), confiando en Él, exaltando Sus perfectos atributos, y buscando que Él sea glorificado.
PREGUNTAS DE REPASO Y APLICACIÓN
- ¿Qué versículos nos ayudan a identificar a este salmo como un lamento individual?
- ¿Cuál es la frase que resumen el tema del salmo en una oración? ¿De qué manera esta oración glorifica a Dios?
- Según el estudio, ¿por qué podemos deducir que David confiaba más en Dios que en la protección que podía ofrecer una cueva (u otro objeto material)?
- Resume en tus palabras las dos aplicaciones propuestas en el estudio. ¿Cuál de ellas te llamó más la atención? ¿De qué manera podrías ponerlas en práctica?
- ¿Has pensado que hay otras cosas que pueden darte más seguridad y confianza que Dios? ¿Cuáles son? ¿Por qué lo has creído? ¿Cuáles han sido tus circunstancias?
- ¿Te cuesta orar a Dios pensando en Sus palabras o en Su voluntad? ¿Cuál es la garantía que nos da el orar EN Jesucristo y según SUS palabras?
- Si hoy estuvieras pasando por una crisis o un momento angustioso, ¿cómo orarías a Dios? ¿qué le dirías? ¿por qué orarías de esa manera?