Dios, confío que convertirás mis pruebas en alabanzas por tu salvación
El Salmo 69 es un salmo de lamento individual, y como todos los lamentos, el salmista abre el salmo con un clamor a Dios, pero finaliza con una declaración de confianza en Dios. En este salmo, los dos polos son muy exagerados, el versículo 1 pide que Dios le salve porque está ahogándose en aguas profundas, y al final, las alabanzas están resonando a Dios en todo el universo por su salvación (v. 34). También encontramos en el Salmo 69 varios elementos de imprecación, en que David pide que Dios juzgue y destruya a los impíos (vv. 22–28). Como siempre, recordamos que una oración imprecatoria está conectada con la teocracia de Israel, y en especial, con los enemigos del rey davídico. El Salmo 69 es significativo porque se cita por lo menos ocho veces en el Nuevo Testamento. Solamente el Salmo 110 es citado más veces por los autores del NT. Trataremos con estas citas a continuación en la aplicación para nosotros. Este salmo cuenta con dos ciclos de lamento (vv. 1–15; 16–33). Cada ciclo inicia con un clamor a Dios pidiendo salvación (vv. 1–4; 16–18), una afirmación del conocimiento perfecto de Dios (vv. 5–8, 19–21), una mención de los enemigos (vv. 9–12, 22–28), y un “pero yo”, que describe el cambio de la actitud de David (vv. 13–15, 29–33). El salmo finaliza con una gran alabanza a Dios, expresando toda la confianza en su salvación (vv. 34–36).
Primer ciclo de lamento | Segundo ciclo de lamento | |
Clamor a Dios | vv. 1–4 | vv. 16–18 |
El conocimiento de Dios | vv. 5–8 | vv. 19–21 |
Los enemigos | vv. 9–12 | vv. 22–28 |
Pero yo | vv. 13–15 | vv. 29–33 |
Confianza en la salvación de Dios (vv. 34–36) |
En el primer ciclo de lamento, David clama a Dios desesperado, porque sus enemigos aumentan en número y poder, hasta que se siente como si se ahogara en agua profunda o arena movediza (vv. 1–4). Parece que los enemigos le aborrecen sin causa, exigiendo una recompensa injusta (v. 4). No puede escapar, por eso, pide que Dios le salve (v. 1). En ninguna manera David afirma que es sin pecado; de hecho, el omnisciente Dios sabe cada uno de sus pecados (v. 5), pero David le pide que toda la nación de Israel no sufra por las fallas de su rey (v. 6). Pese a sus errores, David ama a Dios, y por causa de este amor, ha sufrido afrento de parte de sus hermanos (vv. 7–8). Sus enemigos también se burlan de su celo del templo de Dios (v. 9), dejándolo como el blanco de bromas, insultos y burlas (vv. 10–12), pero David ora a Dios, confiando en su amor leal (jesed) y poder para rescatar (v. 13) del agua profunda y arena movediza (vv. 14–15).
En el segundo ciclo de lamento, David clama de nuevo a Dios, pidiéndole que le responda y tenga misericordia de él (vv. 16–18). David afirma que el omnisciente Dios sabe completamente la situación injusta que está experimentando (vv. 19–21). Dentro de su dolor, le pide que Dios haga justicia contra sus enemigos para que no prosperen ni sigan sin castigo (vv. 22–28). Pese a las aflicciones y pruebas, David está confiado que Dios le salvará (v. 29), y por eso, él ofrecerá sacrificios y cantará alabanzas a Dios (vv. 30–31). No solamente David alaba a Dios, sino todos los afligidos a quienes Dios salvará (vv. 32–33).
David tiene toda la confianza en la salvación de Dios para invocar a todo el universo que alabe a Dios por su misericordia (v. 34) hacia Jerusalén, la ciudad capital de David (v. 35). No solamente David alaba a Dios, sino generaciones de sus descendientes escucharán de las maravillas de Dios (v. 36).
Otra vez, podemos ver cómo el lamento se convierte de desesperación por las pruebas en plena confianza en Dios. A pesar de todas las calumnias e injusticias que el rey David sufría, Dios las convertirá en alabanzas de su nombre para todas las generaciones. El Salmo 69 es un buen recordatorio de que, a pesar de las burlas e injusticias, Dios no solo hará todo justo, sino también dirigirá las pruebas según su plan soberano, para que resulte algo perfecto y bueno, algo que motivará la alabanza a Dios por lo que hará. En los momentos de sufrimiento, nosotros también podemos estar confiados que todo terminará glorificando a Dios, y esta confianza nos puede sostener en las dificultades. Podemos resumir el Salmo 69 con esta frase, “Dios, confío que convertirás mis pruebas en alabanzas por tu salvación”.
¿Cómo podemos aplicar el tema principal de este salmo a nuestras vidas?
Es posible que encontrarás varias frases familiares en este salmo, frases que has leído en el Nuevo Testamento. Como dije al principio, el Salmo 69 es citado varias veces por los autores del Nuevo Testamento, y siempre refiriéndose a Jesús. Es una aplicación fácil porque en Jesús el Cristo (Mesías) tenemos el último Hijo de David, el Rey de los judíos, que sufrió tantas injusticias en las manos de pecadores. Pese a la injusticia, Dios convirtió los sufrimientos de su Hijo Jesucristo en la salvación más gloriosa de toda la historia, una salvación que alabaremos por toda la eternidad. Vamos a repasar las citaciones del Salmo 69 en el NT, para ver cómo los sufrimientos de Jesucristo refuerzan nuestra confianza en el poder de Dios, a fin de que nosotros también podamos decir, “Dios, confiamos que convertirás mis pruebas en alabanzas por tu salvación”.
Según el apóstol Juan, el fervor de Jesús cuando echó fuera a los vendedores y sus animales del templo, les recordó el Salmo 69. Dice Juan 2:17, “Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume” (cp. Salmo 69:9). El perfecto Hijo de Dios fue consumido por el celo del templo de Dios y de la gloria de Dios. Así Juan identifica a Jesús con David en el Salmo 69.
Prediciendo su muerte, Jesús dijo a sus discípulos que el mundo siempre aborrecerá a nosotros, los seguidores de Jesús. Es seguro que nos aborrezca, porque le aborrecía a Jesús mismo, como dice: “Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron” (Juan 15:25; cp. Salmo 69:4). Como David en el salmo, el mundo ha aborrecido a Jesús sin causa.
En su relato de la crucifixión de Jesús, Juan dice que Jesús tuvo una sed terrible en la cruz. Juan 19:28 dice, “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed”. No hay ningún versículo especifico del AT que dice “tengo sed”, sino parece que Juan se refiere al Salmo 69:21 y el maltratamiento que describe David. En vez de darle comida para satisfacer su hambre, sus enemigos le ofrecieron algo amargo, “hiel por comida”. En vez de darle algo para saciar su sed, sus enemigos le ofrecieron vinagre. Frente a la sed agonizante de Jesús en la cruz, “le dieron a beber vinagre mezclado con hiel” (Mateo 27:34). De nuevo, Juan identifica a Jesús con David en el Salmo 69.
Los discípulos de Jesús, después que ascendió al cielo, se reunieron para escoger a un discípulo para ocupar el lugar de Judas Iscariote. Judas es la personificación del enemigo del Mesías, que traicionó al inocente por algunas moneditas, y por eso, Pedro, el líder de los apóstoles, citó al Salmo 69 para desechar a Judas de su apostolado y buscar a otro. Hechos 1:20 dice, “Porque está escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitación, y no haya quien more en ella” (cp. Salmo 69:25). Aunque fue una parodia de la justicia que Jesús fuera condenado y crucificado, en todo momento, Dios estaba en control soberano, llevando a cabo su voluntad perfecta. Como dice Pedro unos días después en Pentecostés, Jesús fue “entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios” (Hechos 2:23), y cuando Dios lo resucitó, “a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2:36). Dios convirtió la traición de Judas en el medio de nuestra salvación, para gloria de su gracia.
En Romanos 11, Pablo cita el Salmo 69 para respaldar su argumento de que los judíos que rechazaron a Jesús y no quisieron creer en él, ahora sufren una ceguera judicial. Romanos 11:9–10 dice, “Y David dice: Sea vuelto su convite en trampa y en red, en tropezadero y en retribución; sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y agóbiales la espalda para siempre” (cp. Salmo 69:22–23). Son los enemigos de Jesús, los que le hicieron injusticia, que recibirán el justo pago de Dios.
En una citación más, Pablo exhorta a la iglesia en Roma que los hermanos fuertes sobrelleven las flaquezas de los hermanos que tienen conciencias débiles, o más sensibles. ¿Por qué debemos incomodarnos para servir y edificar a nuestros hermanos? La respuesta sencilla es, para que seamos como nuestro Señor Jesús. Romanos 15:3 dice “Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí” (cp. Salmo 69:9). Hermanos, nuestro Señor y Maestro sufrió injusticias para salvarnos, ¿no estaremos dispuestos a pasar un inconveniente para edificar a nuestros hermanos? Tenemos toda la confianza que nuestro Dios puede convertir nuestras dificultades en alabanzas por su salvación.
Preguntas de repaso
- ¿Qué género es el Salmo 69? ¿Dónde identificas sus características dentro del salmo?
- ¿Cuáles son los cuatro pasos que encontramos en los dos ciclos del lamento?
- ¿Cuál es la frase sencilla que resume el salmo?
- ¿Estaba escribiendo David este salmo sobre Jesús? Justifica tu respuesta.
- ¿Cómo resumes la citación del Salmo 69:9 en Juan 2:17?
- ¿Cómo resumes la citación del Salmo 69:4 en Juan 15:25?
- ¿Cómo resumes la referencia del Salmo 69:21 en Juan 19:28?
- ¿Cómo resumes la citación del Salmo 69:9 en Romanos 15:3?
- ¿Cómo aplicas este salmo a tu vida hoy día?