Dios, glorifícate por restaurar a tu pueblo Israel
El Salmo 79 es un salmo de lamento nacional por la destrucción de Jerusalén que Dios permitió debido a la idolatría de su pueblo Israel (cp. 2º Reyes 25:8–10; 2º Crónicas 36:17–19; Jeremías 52:12–14). Como todos los lamentos, hay una súplica inicial, pero al final del salmo, se convierte en una declaración de confianza y alabanza a Dios. Se nota que este salmo fue escrito más de 500 años después de David, porque se escribió después del cautiverio babilónico (586 aC), pero antes del regreso a Jerusalén bajo el liderazgo de Zorobabel (538 aC, Esdras 1–2).
El Salmo 79 se compone de dos estrofas, en la primera el salmista le cuenta a Dios los hechos malvados de las naciones destructoras en la derrota de Jerusalén (vv. 1–7). En la segunda estrofa, pide a Dios una recompensa justa para esas naciones según lo que han hecho (vv. 8–12), finalizando con una declaración de alabanza a Dios (v. 13).
1Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad;
Han profanado tu santo templo;
Redujeron a Jerusalén a escombros.
2 Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos,
La carne de tus santos a las bestias de la tierra.
3 Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén,
Y no hubo quien los enterrase.
4 Somos afrentados de nuestros vecinos,
Escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores.
5 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre?
¿Arderá como fuego tu celo?
6 Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen,
Y sobre los reinos que no invocan tu nombre.
7 Porque han consumido a Jacob,
Y su morada han asolado.
En la primera estrofa, el autor expresa el luto de los israelitas por la profanación del templo, la destrucción de la ciudad de Jerusalén (v. 1) y la matanza de muchos de sus compatriotas (vv. 2–3). Expone la vergüenza de Israel delante de las naciones alrededor (v. 4) y hace un registro de los hechos malvados de los enemigos de Israel. Escuche la lista que el salmista recita a Dios:
- Invadieron la tierra prometida, la herencia que Dios otorgó a Israel (v. 1)
- Profanaron el templo de Dios, un lugar santo (v. 1)
- Derribaron la ciudad de Jerusalén, el lugar donde Dios puso su nombre (v. 1)
- Mataron a los judíos y dejaron sus cadáveres en el campo sin entierro (vv. 3–4)
- Consumieron la nación de Israel (v. 7)
- Asolaron la morada de Dios (v. 7)
Si bien el salmista reconoce que la destrucción fue la culpa del pecado de Israel, discute con Dios que el castigo no se compara con la maldad de los enemigos y cuestiona a Dios, ¿hasta cuándo? ¿No hemos sufrido suficiente por nuestros pecados? (v. 5) ¿No merecen las naciones castigo por sus propios pecados? (v. 6) Dios ha castigado a su pueblo por sus pecados, ahora es tiempo para castigar a las naciones que no le conocen ni invocan su nombre.
En la segunda estrofa (vv. 8–13), el salmista compone una lista de peticiones para Dios. Escuche la segunda estrofa y observe las peticiones acerca de las naciones gentiles.
8 No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados;
Vengan pronto tus misericordias a encontrarnos,
Porque estamos muy abatidos.
9 Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;
Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.
10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios?
Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos,
La venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada.
11 Llegue delante de ti el gemido de los presos;
Conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte,
12 Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos
De su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehová.
13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado,
Te alabaremos para siempre;
De generación en generación cantaremos tus alabanzas.
La primera estrofa contaba la situación actual y la segunda pide que Dios responda. Mire la lista de peticiones en la segunda estrofa:
- Que Dios no cuente en contra de los judíos los pecados de sus padres (v. 8)
- Que Dios tenga compasión de ellos (v. 8)
- Que Dios les ayude (v. 9)
- Que Dios les libre (v. 9)
- Que Dios perdone sus pecados (v. 9)
- Que Dios haga notoria su venganza entre las naciones (v. 10)
- Que Dios escuche el gemido de los presos (v. 11)
- Que Dios preserve a los mismos presos (v. 11)
- Que Dios multiplique la vergüenza de Israel sobre sus enemigos (v. 12)
Todas las peticiones tienen la misma meta, que Dios restaure a Israel a su tierra. Podemos ver los motivos de las peticiones en los dos “porque” en los versos 8 y 10. El salmista pide a Dios por la restauración de Israel porque están abatidos (v. 8) y para evitar la mofa y blasfemia de los inconversos (v. 10). Estas peticiones no fueron dirigidas a Dios solamente una vez, de hecho, como un salmo, fueron repetidas y cantadas miles de veces, hasta el día de hoy.
La conclusión del salmo, como todos los salmos de lamento, es un rayo de luz en medio de las tinieblas. El salmista proclama que, a pesar de las circunstancias actuales, y sin importar la respuesta de Dios, la nación de Israel (el nosotros) sigue alabando a Dios y cantando sus alabanzas para siempre (v. 13).
El Salmo 79 nos da un ejemplo de una oración a Dios desde un momento difícil, contándole la situación actual (aunque sabemos que Dios lo sabe todo), pidiendo la ayuda y salvación de Dios y finalmente alabando a Dios. Podemos resumir el Salmo 79 con esta frase sencilla, “Dios, glorifícate por restaurar a tu pueblo Israel”.
¿Cómo podemos aplicar el tema principal de este salmo a nuestras vidas?
El Salmo 79 aborda un momento específico en la historia de la nación de Israel, y no somos judíos, pero esta oración inspirada nos enseña mucho de cómo debemos orar.
- El salmista cuenta a Dios la situación actual y las razones por las cuales fue grave. Cierto, los enemigos de Israel habían atacado y derribado a Israel, pero más aún, desafiaron y blasfemaron a Dios mismo, invadiendo su tierra (v. 1), profanando su santo templo (v. 1), destruyendo su ciudad de Jerusalén (v. 1) y asolando su morada (v. 7). Los enemigos de Israel habían afrentado a Dios, y por eso, el salmista le cuenta todo.
- El salmista le pide a Dios que salve su pueblo por la gloria de su nombre (v. 9). El motivo del salmista no fue que la situación le incomodaba, ni por la vergüenza que él sentía, ni porque él mismo quería venganza, sino que la obra de Dios fuera notoria delante los ojos de todo el mundo (v. 10). La motivación correcta por nuestras oraciones debe ser la gloria de Dios y exaltación del nombre de Jesucristo. En esta manera podemos seguir el ejemplo de la oración del Salmo 79.
En segundo lugar, nosotros los cristianos también anhelamos la restauración de Israel a su tierra prometida por Dios, porque esta restauración llegará con la segunda venida del Rey Jesucristo a la tierra (Romanos 11:26–27). Según Romanos 11:15, el rechazo de Israel nos llevó a nosotros los gentiles a conocer la gracia de Dios, pero con su restauración y la venida de Jesús, la redención de todas las cosas será completa (cp. Romanos 8:19–23). Por eso, nosotros hoy en día podemos orar con el Salmo 79, “Dios, glorifícate por restaurar a tu pueblo Israel.”
Preguntas de repaso
- ¿Qué género es el Salmo 79? ¿Dónde identificas sus características en el salmo?
- ¿Cuál es la frase sencilla que resume el salmo?
- ¿Te cuesta contar tus dificultades y pruebas a Dios a través de la oración? ¿Por qué?
- ¿Cuáles son los motivos de tus oraciones? ¿Es la gloria de Dios tu motivo último en la oración?
- ¿Cómo puedes orar por la gloria de Dios en tus oraciones esta semana?
- ¿Qué significa para ti orar este salmo hoy en día?