
TEXTO BÍBLICO: EFESIOS 5:21-33


CONTEXO DEL PASAJE


#1. ¿EN QUÉ CONSISTE EL DISEÑO DE DIOS PARA EL MATRIMONIO?


#2. ¿DE QUÉ MANERA EL MATRIMONIO REFLEJARÁ LA RELACIÓN ENTRE CRISTO Y LA IGLESIA?

#3. ¿CÓMO SUENAN ESTOS MANDATOS EN SU CORAZÓN?

TRES ACLARACIONES NECESARIAS
Un mal entendimiento de lo que Pablo está diciendo en estos versos puede resultar en una muy mala recepción de lo que Cristo quiso decir a Su Iglesia por medio de Pablo. Y por lo mismo, creo que sería muy bueno tener en cuenta al menos tres aclaraciones respeto a los que estamos leyendo.


#4. ¿QUÉ DICE CRISTO A LAS ESPOSAS CRISTIANAS?


ESPOSA SOMETIÉNDOSE A SU MARIDO ASÍ COMO LA IGLESIA SE SOMETE A CRISTO
Esta es una comparación muy práctica porque, piensa usted: ¿Acaso actúa la iglesia independiente a Cristo? ¿Hemos tomado nosotros, como iglesia Berea, la decisión intencionada de ir en contra de las Palabras de Cristo? ¿Estaría bien que la Iglesia de Cristo hiciera eso? ¿Puede vivir la iglesia sin considerar a Cristo? ¿Puede la iglesia rechazar la autoridad de Cristo y quejarse contra Él, y avergonzarlo, y hacer lo imposible para derrocar su autoridad? Ciertamente que no.
Bueno, guardando las proporciones, así mismo la esposa no deben usurpar ni minar ni debilitar ni desalentar ni atentar contra el liderazgo de su esposo sino que, más bien, debe seguir a su marido en sumisión respetuosa, ayudándole en todo lo que le permita ejercer bien el rol de autoridad que Dios legítimamente le ha dado.

ALGUNAS ACLARACIONES MÁS

Es decir, (1) los esposos no tiene autoridad sobre todas las mujeres, (2) ni las esposas tiene el deber de someterse a todos los hombres. Sino que, dice Dios, (3) las casadas deben sujetarse a sus propios maridos. No a todos. Su propio marido es su cabeza, no todos los hombres; no los ancianos ni los líderes de la iglesia ni los amigos. Así mismo, (4) las esposas tienen el deber de sujetarse a sus maridos en todo, sí. Pero siempre y cuando ese “en todo” no cruce los límites de la sujeción que ella misma le debe a su Señor y único Salvador Jesucristo.

Dicho de otra forma, si un esposo está llevando a una esposa a pecar o a desobedecer a Cristo, esa hermana tiene el deber de sujetarse primeramente a Cristo, y no pecar. Su autoridad primeramente es Dios. Sin embargo, aun si se ve obligada a ir en contra de lo que dice su esposo por ser fiel a Cristo, ella debe seguir honrando a Dios manteniendo el respeto por su esposo. Y no me refiero a pecar de igual manera, sino a que «la forma» en cómo la esposa plantea sus diferencias o «las actitudes» que resultan de los desacuerdos, no deben mostrar irrespeto.




“En ocasiones somos tentadas a echar a un lado el plan de Dios, diciendo: “Mi esposo no está caminando con Dios, así que no tengo que someterme a él” o “mi esposo no es cristiano, así que no tengo que someterme a él”. El apóstol Pedro escribió las siguientes palabras para ayudar a las mujeres que estaban precisamente en esa situación, mujeres con esposos incrédulos y/o desobedientes: “Así mismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palara, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas” (1 Pe. 3:1). En otras palabras, nuestra sujeción a nuestros esposos, sea él cristiano o no, esté obedeciendo a Dios o no, ¡predica un sermón más amoroso y poderoso que el que nuestra boca pudiera decir en cualquier ocasión!” (Una mujer conforme al corazón de Dios. pp. 75).


Y, hermanos la Iglesia Berea, ayudemos a nuestras hermanas que están casadas. Así como también pasa con nosotros y en las demandas de Dios nuestras vidas, nuestras hermanas también tendrán luchas y tentaciones. Seamos la familia espiritual, y los hermanos, y los consejeros, y los discipuladores, y la red de contención que nuestras hermanas necesitan para crecer en su obediencia a Dios y en su andar bajo la autoridad de Cristo, para la gloria de Dios.
Hermanos seamos una iglesia sana, que crece y que se ayuda mutuamente a crecer bajo la autoridad de Cristo, no dejemos a nuestras hermanas solas, ayudémosles como la familia que somos en Cristo. Amén.
