Romanos 3:9–31: El Dios justo justifica a pecadores

En la sección anterior, Pablo enfatiza que Dios es completamente justo, que no hay favoritismo con Él y que juzga el corazón, no la apariencia. Dios permanecerá justo al juzgar todo pecado. Pero en esto queda una duda significativa: ¿cómo puede el Dios justo justificar a pecadores, dándoles la vida eterna a pesar de que merezcan la muerte por su pecado? Esta sección nos explica que Dios es justo al justificar a los pecadores por medio de la muerte de Jesucristo.

Todos somos culpables de la ira de Dios (3:9–20)
Resumiendo la epístola hasta este punto, Pablo concluye que nadie tiene una ventaja delante de Dios. Todos los judíos y todos los gentiles están bajo pecado y, por eso, están condenados (3:9). Apelando al Antiguo Testamento, Pablo establece que la condenación de los pecadores es universal (3:10–18). Entendemos que no tenemos excusa (3:19) y que no podemos hacer nada para arreglar nuestra condición (3:20).

Dios justifica a los que creen en Jesús (3:21–22)
Una vez más vemos que Dios ha manifestado su justicia, o sea, cómo ser justo delante de Él en el evangelio (3:21). La manera de ser justo delante de Dios no es por guardar la ley de Moisés, aunque esa ley lo confirma y respalda. El único camino es por medio de la fe en Jesucristo (3:22).

Jesús pagó el precio de la justificación (3:23–24)
Todos hemos pecado y no alcanzamos la gloria de Dios (3:23) y la única forma en que podemos ser justos delante de Dios es por la justificación de Dios, en que nos declara justos e inocentes (3:24). Esta justificación es gratuita y “por su gracia”, o sea, no depende de nuestras buenas obras. Por eso, surge la duda, ¿cómo puede ser Dios justo y, a la misma vez, justificar a pecadores? La respuesta es por medio de la redención de Jesucristo. Una redención es una compra, un pago para redimir algo. En este caso, Jesús pagó nuestra justificación, sufriendo la muerte que merecíamos. Él tomó nuestra deuda (la muerte) y murió en nuestro lugar, pagando todo nuestro castigo.

Jesús absorbió toda la ira de Dios (3:25–26)
Es muy posible que nos preguntemos, ¿cómo podemos estar seguros de que Dios haya quitado su ira de nosotros? Los siguientes versículos dicen que Dios puso la muerte sacrificial de Jesús como propiciación para publicar su justicia para que todo el mundo la vea (3:25). Una propiciación es un sacrificio que calma la ira y quita el castigo, y Jesús absorbió toda la ira de Dios contra nosotros a fin de que estemos en paz con Dios. La ira de Dios no desaparece, sino fue dirigida a la persona de Jesús, quien la absorbió toda en nuestro lugar. Por eso, Dios es completamente justo al justificar a pecadores, porque castigó todos sus pecados en la muerte de Jesús (3:26).

La justificación es por la fe, no por las obras (3:27–31)
Pablo finaliza respondiendo algunas preguntas retóricas sobre la justificación por medio de la fe. En primer lugar, nadie puede jactarse, ya que la salvación es gratuita para los que creen (3:27). Segundo, no es necesario ser un judío o someterse a la ley de Moisés para ser salvo, ya que los gentiles y los judíos son igualmente justificados por la fe (3:28–30). En tercer lugar, no tenemos que descartar la ley de Dios, ya que la justificación por la fe hace posible que Dios sea justo y perdone a personas injustas (3:31).

El evangelio nos explica cómo el Dios justo puede justificar a pecadores.

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