En la primera sección de su epístola a los Romanos (1:1–4:25), Pablo expone las buenas noticias del evangelio. En primer lugar, toda la gente, judíos y gentiles por igual, están bajo la condenación de Dios por su pecado, pero todos pueden ser justificados por la fe en Cristo Jesús. La base de esta justificación es la redención de Jesucristo, su sacrificio propiciatorio en la cruz. La única manera para ser justo delante de Dios es por medio de la fe en Jesús y, ya que esta justificación es por la fe y no por la ley, está disponible para gentiles y judíos. La justificación es por la fe en Jesús, no por las obras, destacando la gracia de Dios.
En la segunda sección de la epístola (5:1–8:39), Pablo expone las bendiciones para los que creen en Jesús. En primer lugar, los justificados por la fe en Jesús tienen paz con Dios por medio de Jesucristo (5:1–21). Después, los que creen en Jesús tienen una nueva vida en Cristo (6:1–23).
Morimos con Cristo al pecado y ahora vivimos para Dios (6:1–14)
Al final del capítulo previo, Pablo demuestra que el perdón del pecado magnifica la gracia de Dios (5:20–21). Es entendible preguntarnos entonces, si mi pecado magnifica la gracia de Dios, ¿seguiré pecando? (6:1).

La respuesta es clara: ¡en ninguna manera! Debemos saber que morimos con Cristo al pecado, y ahora tenemos una nueva vida (6:3–4). Nuestra unión con Jesucristo en su muerte implica que nuestra vida antes de Cristo terminó, por eso, ya no somos esclavos del pecado (6:5–7). Nuestra unión con Jesucristo en su resurrección implica que ahora tenemos una nueva vida para glorificar a Dios (6:8–11).

La conclusión consta de tres partes: no dejemos que el pecado sea nuestro amo (6:12), no ofrezcamos nuestros cuerpos al pecado, sino ofrezcamos nuestras vidas a Dios para hacer su voluntad (6:13). No tenemos que servir al pecado porque estamos bajo la gracia, no la ley (6:14)
Fuimos liberados de una vida de esclavitud al pecado y ahora vivimos para servir a Dios (6:15–23)
Ya que no estamos bajo la ley, sino la gracia, nos podemos preguntar: si no estoy bajo la ley sino la gracia, ¿está bien si peco de vez en cuando? De nuevo, la respuesta es no, en ninguna manera (6:15).

Dios nos ha redimido de la esclavitud del pecado, por eso, no tenemos que someternos al pecado ni servirlo (6:16). Ahora, Dios nos ha liberado del pecado para ser siervos de Él (6:17–18). Antiguamente, ofrecíamos nuestros cuerpos y fuerzas para cometer pecado, pero ahora, somos libres para ofrecernos completamente a Dios para hacer su voluntad (6:19).
Un siervo trabaja para recibir su sueldo. Cuando éramos esclavos del pecado, nos ofrecimos a servir el pecado y el fruto que cosechamos fue la vergüenza del pecado, y al final, la muerte (6:20–21). Ahora, como siervos de Dios, nos ofrecemos a Dios para obedecer y cosechamos la santificación, y al final, la vida eterna (6:22–23).

Los que creen en Jesús tienen una vida nueva.

