Romanos 9:1–29: Los israelitas actualmente rechazan a Jesús porque Dios no los eligieron

En la primera sección de su epístola a los Romanos (1:1–4:25), Pablo expone las buenas noticias del evangelio. En primer lugar, toda la gente, judíos y gentiles por igual, están bajo la condenación de Dios por su pecado, pero todos pueden ser justificados por la fe en Cristo Jesús. La base de esta justificación es la redención de Jesucristo, su sacrificio propiciatorio en la cruz. La única manera para ser justo delante de Dios es por medio de la fe en Jesús, no por las obras, destacando la gracia de Dios.

En la segunda sección de la epístola (5:1–8:39), Pablo expone las bendiciones para los que creen en Jesús. En primer lugar, los justificados por la fe en Jesús tienen paz con Dios por medio de Jesucristo (5:1–21). Después, los que creen en Jesús tienen una nueva vida en Cristo (6:1–23). Porque han muerto con Cristo, los justificados no están bajo la ley, sino bajo la dirección del Espíritu Santo (7:1–25). Unidos con Cristo y bajo la dirección del Espíritu Santo, los que creen en Jesús tienen una esperanza segura que se extiende desde el momento de la justificación hasta la eternidad (8:1–39).

La tercera sección de Romanos (9:1–11:36) responde a dudas sobre Pablo y su ministerio a los gentiles. ¿Está abandonando Pablo a los judíos para dedicarse a predicar a los gentiles? ¿Significa que Pablo ha rechazado a los israelitas? Más allá, ¿ha rechazado Dios a la nación de Israel por crucificar a Jesús? Pablo responde que él no ha abandonado a los judíos (9:1–5), que Israel rechazó a su Mesías porque Dios no los eligió (9:6–29) y porque no creyeron en Jesucristo (9:30–10:21) y que Israel tendrá una restauración futura en la bendición de Dios (11:1–36).

Pablo no ha abandonado a los israelitas (9:1–5)
A Pable le da tristeza de que la mayoría de los judíos, sus parientes según la carne, han rechazado a Jesucristo (9:1–3). Aunque Israel disfrutaba de gran bendición espiritual, ahora estaba en contra de Jesús y sus discípulos (9:4–5). ¿Cómo sucedió que una nación tan bendecida rechazó a Dios y a su Mesías? La respuesta doble es que Dios no los eligió (9:6–29) y que ellos no creyeron en Jesús (9:30–10:21).

Dios tiene el derecho soberano de hacer distinciones entre personas (9:6–13)
La primera respuesta que ofrece Pablo es que los israelitas actualmente rechazan a Jesús porque Dios no los eligió. No es que la Palabra de Dios ha fallado (9:6), es que no todos los descendientes de Israel son verdaderos israelitas, o sea, por ser descendientes de Abraham no son necesariamente sus hijos (9:7). ¿Cómo puede ser que un descendiente de Abraham no sea su hijo? Podemos preguntarnos, “¿Tiene Dios el derecho de escoger a algunos?” El primer ejemplo de las Escrituras es de los dos hijos de Abraham, Ismael e Isaac. Ismael era un hijo según la carne, pero Isaac era el hijo prometido por Dios (9:8–9), y Dios eligió a Isaac y rechazó a Ismael.

Sí, podemos decir, pero Ismael no era buena persona y era hijo de otra mujer. El segundo ejemplo de las Escrituras es de los dos hijos de Isaac (9:10). Tenían la misma madre, de hecho, eran gemelos, pero aún así, antes de que nacieran, Dios eligió al menor en vez del mayor (9:11–13). Pablo enfatiza que la elección de Dios no tenía que ver con sus obras sino con el propósito de Dios (9:11).

Dios tiene el derecho soberano de tener misericordia (9:14–18)
Si estamos escuchando el argumento de Pablo, podemos preguntarnos, “Si Dios elige a uno y no al otro, es injusto, ¿verdad?” La respuesta es no en absoluto (9:14). Dios, como soberano, tiene el derecho de tener misericordia de una persona, pero no está obligado a tener misericordia de otra. Pablo nos da dos ejemplos: la primera declaración es la respuesta de Dios frente la petición de Moisés para ver su gloria (Éxodo 33:19). Dios no está obligado a revelarse a nadie, porque Dios puede tener misericordia de quien quiera tenerla (9:15). Por eso, tenemos que concluir que la elección de Dios no depende de los deseos de un hombre, ni de sus esfuerzos, sino depende solamente en la voluntad de Dios (9:16).

El segundo ejemplo es más complejo, porque sabemos que Dios tiene misericordia, y es fácil creer que, si una persona recibe Su misericordia, entonces todos deberían recibir la misma. Pero Pablo plantea el ejemplo de Faraón, a quien Dios endureció (Éxodo 4:21; 7:3, 13, 14, 22; 8:19, 32; 9:7, 12, 34, 35; 10:1, 20, 27; 11:10; 14:8, 17). Dios no tuvo misericordia de Faraón, sino lo dejó en su rebelión, para mostrar el poder de Dios y anunciar el nombre de Dios por toda la tierra (9:17). Por eso, tenemos que concluir con Pablo que Dios tiene el derecho de tener misericordia de algunos y pasar por alto a otros (9:18).

Dios tiene todo derecho soberano (9:19–29)
Es posible que en este momento nos desesperemos al comprender los caminos a Dios y digamos, “Entonces no importa lo que hagamos, porque Dios hará lo que quiera, ¿cierto?” (9:19). Pablo responde nuestra duda con tres preguntas (9:20–24).

  • ¿Con qué cara piensas regañar a Dios nuestro Creador? (9:20)
  • ¿No tiene el Creador autoridad sobre su creación para hacer lo que quiera? (9:21)
  • ¿Qué tal si Dios quisiera tener misericordia de alguien y no de otra persona? ¿No tiene el derecho de hacerlo? (9:22–23)

El propósito de abordar el tema de la elección de Dios se encuentra en el versículo 24. Aunque Israel ha rechazado a Jesucristo porque Dios no los eligió, Dios sí está llamando a muchos en este momento, no solamente judíos sino también gentiles (9:24).

La misericordia que Dios eligió tener con los gentiles en este momento recuerda a Pablo de las palabras del profeta Oseas. Dios está llamando a los gentiles, como dice por Oseas, “Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo (Oseas 2:23)…serán llamados hijos de Dios viviente” (Oseas 1:10; 9:25–26). Pero, ¿qué pasará con la nación de Israel, el pueblo escogido de Dios? Pablo confirma que Dios juzgará aún a su pueblo Israel (9:27–29; cp. Isaías 10:22–23; 1:9).

Por eso, tenemos que concluir que Dios es completamente soberano al tener misericordia de los gentiles. Los israelitas actualmente rechazan a Jesús porque Dios no los eligió, pero no es el final de la historia.

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