Romanos 9:30–10:21: Los israelitas que rechazan a Jesús son responsables porque no creyeron

En la primera sección de su epístola a los Romanos (1:1–4:25), Pablo expone las buenas noticias del evangelio. En primer lugar, toda la gente, judíos y gentiles por igual, están bajo la condenación de Dios por su pecado, pero todos pueden ser justificados por la fe en Cristo Jesús. La base de esta justificación es la redención de Jesucristo, su sacrificio propiciatorio en la cruz. La única manera para ser justo delante de Dios es por medio de la fe en Jesús, no por las obras, destacando la gracia de Dios.

En la segunda sección de la epístola (5:1–8:39), Pablo expone las bendiciones para los que creen en Jesús. En primer lugar, los justificados por la fe en Jesús tienen paz con Dios por medio de Jesucristo (5:1–21). Después, los que creen en Jesús tienen una nueva vida en Cristo (6:1–23). Porque han muerto con Cristo, los justificados no están bajo la ley, sino bajo la dirección del Espíritu Santo (7:1–25). Unidos con Cristo y bajo la dirección del Espíritu Santo, los que creen en Jesús tienen una esperanza segura que se extiende desde el momento de la justificación hasta la eternidad (8:1–39).

La tercera sección de Romanos (9:1–11:36) responde a dudas sobre Pablo y su ministerio a los gentiles. Pablo no ha abandonado a los judíos (9:1–5) para predicar el evangelio. A pesar de todas sus bendiciones, Israel rechazó a su Mesías porque Dios no los eligió (9:6–29). Sin embargo, los israelitas son responsables delante de Dios porque no creyeron en Jesucristo (9:30–10:21).

La única manera para ser justo delante de Dios es por la fe en Jesús, no por guardar la ley (9:30–10:13)
En conclusión, los judíos no alcanzaron la justificación, si bien la buscaban (9:30) porque suponían que uno se justificaría por guardar la ley de Moisés (9:31). Pablo da tres razones por las cuales no llegaron a ser justificados delante de Dios.

  • Tropezaron en la piedra de tropiezo (9:32) como profetizó Isaías (28:16). Dios puso a su Roca en Sion, pero los judíos no creyeron en él (9:33).
  • Persiguieron a Dios con mucho celo, pero sin conocimiento (10:2). Pablo anhela la salvación de sus hermanos, porque sabía de su celo de Dios (10:1).
  • No quisieron someterse a la justicia que Dios estableció, tratando de fabricar su propia manera de ser justo delante de él (10:3). No entendieron que Cristo es la culminación de la Ley de Moisés, porque cumplió toda la ley y no quedó ninguna razón para que ella siguiera. Ahora, con la terminación de la ley, podemos ver claramente que todo el que cree es justificado (10:4)

En el evangelio, Dios ha revelado su justicia (3:21), o sea, cómo ser justo delante de Él, y es por fe en Jesús. Al contrario, la ley de Moisés exige que uno haga sus demandas (10:5). Pablo cita Deuteronomio 30:12–14, en que Moisés concluye que Israel tiene la ley, y por eso, sabe lo que Dios exige. Es sencillo, lo que falta es cumplir. Por otro lado, la justicia por la fe en Jesús tiene todo lo necesario: Cristo vino al mundo como hombre (10:6), murió por los pecados y Dios le resucitó de los muertos (10:7). Es sencillo, lo que falta es creer.

Este es el mensaje de fe que predicamos (10:8): que, si confiesas que Jesús es Dios, creyendo que Dios aceptó su muerte sacrificial por el perdón de los pecados, serás salvo (10:9). Ser justo delante de Dios es por creer en Jesús. Ser salvo es confesar la persona y obra de Cristo (10:10). Pablo vuelve a citar a Isaías 28:16, “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado” (10:11), porque Dios salvará a todos los que le invoquen, sean judíos o gentiles (10:12–13; cp. Joel 2:32).

Los israelitas no creyeron en Jesús (10:14–21)
Por eso, los israelitas actualmente rechazan a Jesús porque Dios no los eligió, pero todavía son responsables por su rechazo porque no creyeron en Jesús. Pablo establece este hecho con cinco requisitos.

  • Para ser justo delante de Dios, es necesario invocar al nombre del Señor
  • Para invocar al nombre del Señor, es necesario creer que Jesús es el Señor (10:14)
  • Para creer en Jesús, es necesario oír el mensaje del evangelio
  • Para oír el evangelio, es necesario que alguien le predique
  • Para predicar el evangelio, es necesario que un mensajero sea enviado (10:15)

En el Antiguo Testamento, Isaías alababa a Dios por los mensajeros que predicaban las buenas noticias (Isaías 52:7), por eso, podemos comprobar que mensajeros fueron enviados para predicar las buenas noticias. En el mismo pasaje, Isaías dice que no todos creyeron el mensaje (10:16; Isaías 53:1). Como decía, es necesario oír el mensaje para creer (10:17). ¿A lo mejor no oyeron? Sí, oyeron, como testifica el salmista de su voz y palabras llegando hasta los fines de la tierra (10:18: Salmo 19:4). Por eso, tenemos que concluir que Israel no creyeron el mensaje que oyeron de Dios.

Por eso, Israel es responsable por su incredulidad, porque Moisés les dio la promesa de Dios. Dios prometió que, si Israel no obedecía, le castigaría y le entregaría a las otras naciones (10:19; Deuteronomio 32:21). 700 años después, Isaías confirma lo que pasaba, que Dios se revelaba a las otras naciones que no le buscaban (10:20; Isaías 65:1), porque Israel no respondió a Dios, sino desobedecía y se rebelaba (10:21; Isaías 65:2).

Por eso, respondiendo la duda de cómo sucedió que una nación tan bendecida rechazó a Dios y a su Mesías, Pablo dice que, en primer lugar, rechazan a Jesús porque Dios no los eligió y, en segundo lugar, son responsables por su rechazo porque no creyeron en Jesús.

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