La soberanía de Dios y el mal

Muchas veces, surge la objección que si Dios es soberano y bueno, ¿por qué existe el mal? Tal vez Dios quiere hacer bueno, pero no puede lograrlo. O Dios tiene la habilidad de hacer bueno, pero no quiere hacerlo. Hemos visto que la Bíblia afirma que «todo lo que quiso ha hecho» (Salmo 115:3). Respondiendo «el problema del mal», hay tres lineas de respuesta.

¿Qué es el bueno? Para los que dicen que Dios no es o no hace lo bueno, ¿cómo definen el mal? ¿Cuál es el estándar para ser bueno? ¿Quién decide qué es bueno? ¿Quién tiene esa autoridad? ¿Cuándo será bueno o no? ¿Hasta cuándo es el plazo para juzgar? Para acusar a Dios de no ser bueno, primer tiene que establecer un estándar de qué es bueno.

¿Cómo ejerce Dios su soberanía sobre las acciones humanas? Es verdad, muchas veces podemos ver maldad en nuestro mundo. En algunos casos, Dios impide malas acciones humanas (Génesis 20:6). En otros, Dios permite las malas acciones humanas (Salmo 106:15). También vemos instancias en que Dios dirige las malas acciones humanas para lograr sus buenos propósitos (Génesis 50:20). En todo caso, Dios determina los límites al mal (Job 1:12; 2:6).

Hay dos cosmovisiones que contestan la pregunta, ¿quién es el centro del universo?

  • La primera cosmovisión afirma que yo mismo soy el centro del universo. Yo mismo determino lo que es bueno y lo que es malo. Yo mismo soy el juez de bueno y mal. Juan describe este sistema de pensar y vivir como «el mundo» (1ª Juan 2:15–17) que está en oposición a Dios y a su voluntad.
  • La segunda cosmovisión reconoce que Dios es el centro del universo (Romanos 11:36). Esta postura reconoce la soberanía y la bondad de Dios y se somete a Él y a su voluntad, sabiendo que la amistad del mundo es enemistad contra Dios (Santiago 4:4).
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