Dios, te doy gracias porque me rescataste
Encontramos dentro de la narrativa de Jonás un salmo hermoso de acción de gracias. Dentro del libro de los Salmos, tenemos muy poca información sobre el contexto de los salmos. A veces hay un título que nos da la situación del autor cuando lo compuso, pero los títulos son cortos. En el libro de Jonás, tenemos todos los antecedentes del salmo que escribió Jonás.
Jonás es un salmo individual de acción de gracias, expresando el agradecimiento de Jonás por haber recibido su petición de Dios. La petición en sí fue muy sencilla: pidió por su vida en los momentos cuando se ahogaba en el mar después que los marineros le echaron al mar (1:15). Sabemos bien el fin de la historia, porque Dios ordenó a un gran pez que tragara a Jonás, rescatándole de la muerte segura en lo profundo del mar (1:17). Desde el vientre del pez, Jonás oraba, agradeciendo a Dios por salvarle de la muerte (2:1).
Los primeros versículos destacan la desesperación de Jonás al hundirse en el mar (vv. 1–6). Cuando parecía que no había esperanza, Dios respondió y rescató a Jonás por medio del pez (v. 7). Después Jonás cuenta el rescate de Dios a los idólotras, diciendo que, a diferencia de los ídolos, nuestro Dios puede salvar (vv. 8–9).
La situación desesperada de Jonás (vv. 1–6)
1 Entonces oró Jonás a Jehová su Dios desde el vientre del pez, 2 y dijo:
Invoqué en mi angustia a Jehová, y él me oyó;
Desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste.
3 Me echaste a lo profundo, en medio de los mares,
Y me rodeó la corriente;
Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.
4 Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos;
Mas aún veré tu santo templo.
5 Las aguas me rodearon hasta el alma,
Rodeóme el abismo;
El alga se enredó a mi cabeza.
6 Descendí a los cimientos de los montes;
La tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre;
Mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío.
En estos versículos, podemos apreciar el lenguaje del mar: “lo profundo, en medio de los mares”, “me rodeó la corriente”, “ondas y olas pasaron sobre mí”, “las aguas me rodearon”, “me rodeó el abismo” y “el alga se enredó a mi cabeza”. Mientras se hundía en el mar, Jonás se desesperó por su vida.
La oración de Jonás (v. 7)
7 Cuando mi alma desfallecía en mí, me acordé de Jehová,
Y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.
En el último momento, Jonás pensó en Dios, el mismo Dios a quien desobedeció y de quien huía, pero en ese momento, pidió su ayuda y rescate. En los términos poéticos del salmo, dice que la petición de Jonás llegó a la presencia de Dios manifestada en el templo en Jerusalén.
El consejo de Jonás para los idólatras (vv. 8–9)
Como sabemos, Dios respondió la oración de Jonás, enviando el pez que le tragó y llevó a la tierra después de tres días. Es importante recordar que el pez no fue el castigo, sino el rescate. Dios, en su misericordia, oyó la oración de Jonás y le salvó. Después Jonás fue a Nínive y predicó el mensaje que Dios le había entregado.
8 Los que siguen vanidades ilusorias,
Su misericordia abandonan.
9 Mas yo con voz de alabanza te ofreceré sacrificios;
Pagaré lo que prometí.
La salvación es de Jehová.
El salmo finaliza con la voz de Jonás alabando a Dios verdadero, el Dios que puede salvar. Los que adoran ídolos no tienen esperanza de rescate; en cambio, Jonás está alabando y agradeciendo a Dios porque su Dios puede salvar. Podemos resumir el salmo de Jonás con esta oración sencilla, “Dios, te doy gracias porque me rescataste”.

¿Cómo podemos aplicar el tema principal de este salmo a nuestras vidas?
Dios oye la voz de su pueblo en sus oraciones.
Parece que Jonás se olvidó de Dios en su momento de crisis, suponiendo que, debido a que él no oyó la voz de Dios, Dios no le oiría tampoco. Pero no fue así, porque Dios oyó su voz, incluso desde las profundidades del mar. Nosotros también tenemos la confianza que, en Cristo, Dios nos oye. 1ª Juan 5:14 dice, «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.»
Dios es poderoso para salvar aun en las situaciones más imposibles.
La Biblia está llena de relatos del poder de Dios para salvar a los suyos de tribulaciones y dificultades. Por ejemplo, Dios envió a un ángel para librar a Pedro de la cárcel y la muerte cierta (Hechos 12). Pablo describe el rescate de Dios en su primera defensa en Roma, cuando «el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león» (2ª Timoteo 4:17). En 2ª Corintios 1, Pablo habla de otra instancia en que él y sus compañeros desesperaron por sus vidas. Dios «nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte» (v. 10).
Dios en Jesucristo nos salvó del peligro más grave: el pecado y la muerte.
Como cristianos, podemos agradecer a Dios por su salvación del enemigo más feroz de todos. Dios nos salvó de la esclavitud del pecado y la muerte que merecíamos por medio de la muerte de Jesucristo. Podemos agradecer y alabar a Dios, «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12). Podemos dar gracias a nuestro gran Dios con Jonás, «Dios, te doy gracias porque me rescataste.»
