Éxodo 19:3–6; 20:1–17; Deuteronomio 5:1–5, 32–33; 28:1–15
Tal vez te hayas hecho la pregunta leyendo el Antiguo Testamento: ¿por qué se centra el AT solamente en la historia de la nación de Israel? Encontramos la razón en el pacto que hizo Jehová con los israelitas por medio de Moisés en el monte Sinaí. Hacemos cuatro preguntas del pacto:
- ¿Con quién ha hecho Dios este pacto?
- ¿Es este pacto unilateral (una concesión real) o bilateral (un tratado entre un rey y una nación vasalla)?
- ¿Qué ha prometido Dios que hará?
- ¿Se ha cumplido este pacto o ha de cumplirse?
El pacto que Jehová hizo con el pueblo que sacó de Egipto (Éxodo 20:2) y con su descendencia (Deuteronomio 5:2) es un pacto muy parecido a los tratados entre naciones en esa época. Después de conquistar una nación, el amo prometería protección para el vasallo siempre y cuando obedeciera al amo. Después de rescatar a los israelitas de la esclavitud de Egipto, Jehová hizo un pacto muy parecido, imponiendo sus leyes sobre ellos. La nación de Israel ratificó este pacto, prometiendo obedecer todas las leyes de Dios (Éxodo 24:3–8).
Las promesas de Dios son de tres partes: Jehová será el Dios de Israel, e Israel será su pueblo (Éxodo 19:3–6). Si Israel obedeciera la ley de Jehová, Él le bendeciría (Deuteronomio 28:1–14). Si Israel desobedecía la ley de Jehová, Él le maldeciría (Deuteronomio 28:15ss). Podemos ver claramente que Dios cumplió su pacto con Israel, de hecho, el AT es el registro de la fidelidad de Dios a su pacto con Israel. Cuando Israel obedecía, recibía las bendiciones de Jehová. Cuando se rebelaba contra Dios, Él lo castigaba.
Este pacto nos da a entender que Jehová establecía un reino en la tierra con leyes y un líder humano. La ley de Moisés era el derecho de Dios porque rescató a Israel de Egipto. El estatus espiritual de Israel se puede medir por las bendiciones de Dios en la tierra. El AT es la historia de la nación de Israel, el pueblo de Dios.

