Once consideraciones para ofrendar a Dios, según el Nuevo Testamento.
INTRODUCCIÓN
Por muchos años el asunto del “dar” u “ofrendar en la iglesia” se ha vuelto un tema difícil de tratar en las congregaciones, y con toda razón. El mal uso de los recursos de distintas iglesias, denominaciones, y el tan popular llamado “evangelio de la prosperidad” han logrado imprimir en la conciencia colectiva de la gente (y de varios creyentes) la idea que no hay que ofrendar porque “la iglesia siempre anda pidiendo dinero”, “la iglesia y sus pastores se enriquecen a costa de los pobres”, “la iglesia se apodera de los bienes de los cristianos”, etc. Y es pensando en el daño que ha provocado estas malas prácticas y las erradas doctrinas que con mayor razón debemos poner énfasis en nuestro deber de estudiar, entender y obedecer lo que Dios respecto al dar de la iglesia, en Su Palabra.
En este post quiero invitarte a examinar 11 consideraciones en cuanto a lo que Dios enseña sobre las ofrendar en el Nuevo Testamento con el propósito de que puedas renovar tu entendimiento con las Escrituras, y decidir administrar tus recursos, ofrendando con un corazón agradecido al Señor que te ha dado todo de gracia.
11 CONSIDERACIONES
#1. Jesucristo tiene autoridad sobre nuestras vidas. De hecho, Jesucristo tiene autoridad sobre todo (Mt. 28:18). Nosotros estamos bajo Su autoridad y, como comprados por Su sangre, toda nuestra vida le pertenece a Él (1 Cor. 6:20; 2 Cor. 5:14-15; Ro. 14:8). Jesucristo es nuestro señor. Su señorío en nuestras vidas alcanza todas las áreas de nuestra vida incluyendo las finanzas (cp. Mt. 6:24). Por tanto, debemos dar a Jesucristo el primer lugar en cuanto a la administración de nuestro dinero.
#2. El dar es una gracia de Dios. En 2 Corintios 8-9 Pablo da instrucciones a los creyentes de corinto sobre una ofrenda que iba a ser recogida para las iglesias de Judea, debido a que ellas estaban padeciendo escases y persecución (cp. Hch. 11:27-12:1). Y para comenzar a tratar el tema, Pablo, en el versículo 1 del capítulo 8, les hace notar a sus hermanos que las iglesias de Macedonia ya tuvieron la oportunidad de ofrendar generosamente a los creyentes en Jerusalén. Pablo identifica que esa oportunidad de ofrendar fue otorgada según “la gracia de Dios” (v.1); es decir, el apóstol reconoce que el dar es una expresión de la gracia de Dios. Y, de hecho, a lo largo de todo el pasaje el apóstol desarrolla la idea de que, así como hemos recibido “de gracia” por “la gracia” de Dios, también debemos “dar gracias”, “dando de la gracia” que hemos recibido departe de Dios (cp. “gracia” en 8:1, 6, 7, 9, 16; 9:11, 12, 15). En conclusión, podemos decir que Dios nos ha dado la oportunidad de dar, y esto es un don y una gracia que viene de Él.
#3. El dar es primeramente a Dios. En 2 Corintios 8:5, Pablo da testimonio a los creyentes de corinto que cuando las iglesias de Macedonia participaron de las necesidades de los santo en Jerusalén por medio de una ofrenda, lo que dieron fue primeramente una ofrenda para el Señor (v.5). De esto aprendemos que, aunque la iglesia ofrenda para una necesidad específica o para una persona, es una ofrenda a Dios.
#4. El dar es sacrificial. En 2 Corintios 8:2-4, Pablo destaca que las iglesias de Macedonia estuvieron dispuestas a dar para sus hermanos a pesar de sus propias necesidades (pobreza). En ese sentido, la ofrenda (muchas veces) tiene un carácter sacrificial; no es solo algo material lo que se ofrece a Dios, sino que el oferente se presenta juntamente con la ofrenda que entrega al Señor. Y el mejor ejemplo de esto mismo es Jesucristo, quién siendo rico se hizo pobre para que otros fueran enriquecidos (v.9). Por tanto, de esto podemos aprender que sí es posible dar a Dios a pesar de nuestra propia necesidad.
#5. El dar se centra en la iglesia local. Ciertamente los creyentes tienen la responsabilidad de proveer primeramente para sus propias familias (1 Ti. 7-8), y luego compartir con los que padecen necesidades (Ef. 4:28). Ahora, en cuanto a ofrendar para las necesidades de otros, en 1 Corintios 16:1-2 Pablo animó a los creyentes a que apartaran y recogieran cada primer día de la semana las ofrendas de la iglesia para ir en la ayuda de la misma iglesia; las ofrendas se centraban en las necesidades de la iglesia. Por tanto, si bien hay muchos buenos motivos para ayudar a diversos necesitados (fundaciones, hogares de acogida, personas no creyentes, indigentes, etc.), el dar de la iglesia se centra, primeramente, en las necesidades de la iglesia.
#6. Al dar se edifica el cuerpo de Cristo. En 2 Corintios 8:4 Pablo expresa que la ofrenda enviada por los Macedonios a los creyentes de Jerusalén era una forma de servir a los creyentes. Luego, en el capítulo 9:1-2, el apóstol menciona que la ofrenda enviada fue de ánimo para las otras iglesias. Y, finalmente, en el capítulo 9:7 Pablo habla del dar en término de un “ministerio gozoso”; ya que, al dar a Dios, Dios provee para las necesidades de otros, y esto trae gozo a los creyente, tanto a los que dan como a los que reciben. Por tanto, podemos decir que ofrendar edifica el cuerpo porque es una manera de servirnos unos a otros, animarnos unos a otro y gozarnos unos con otros.
#7. El dar es un mandato de Dios. En 2 Corintios 9:7 Pablo instruye a la iglesia a que “cada uno debe dar”. Todos los cristianos deben practicar la adoración a Dios por medio de la ofrenda. Ahora, si bien el dar es un mandato de Dios, el monto de cuánto los creyentes deben dar no está determinado por una acuerdo o institución, sino en conformidad a lo que “cada uno propuso en su corazón”.
#8. El dar debe ser intencional y regular. En 2 Corintios 9:5 y 7 Pablo habla en términos de que la ofrenda debe ser preparada, guardada y pensada con un propósito. Es decir, cada creyente debe pensar en cómo, cuánto y cuándo dar. Así mismo, en 1 Corintios 16:2, Pablo enseña que cada semana debería apartarse algo según lo que cada uno haya prosperado. El dar debe ser regular porque la ofrenda a Dios es una forma de adorar a Dios y, por tanto, así como oramos y alabamos a Dios todas las semanas, la ofrenda también debería ser para la iglesia una expresión semanal de adoración a Dios.
#9. El dar debe ser proporcional. A diferencia del diezmo del Antiguo Testamento, las ofrendas del Nuevo Testamento son proporcionales a los ingresos de cada creyente. Así mismo, no están limitadas a un porcentaje, sino que el creyente puede dar tanto como desee y pueda. Sin embargo, a pesar de no haber un monto mínimo o máximo, Pablo sí aclara en 2 Corintios 8:12-15 que el dar no busca enriquecer o empobrecer a los creyentes, sino que, más bien, el dar tiene el propósito de compartir con otros en conformidad a la propia abundancia, y según lo que cada uno tenga. Por otra parte, En 1 Corintios 16:2, Pablo también agrega que el dar es según “se haya prosperado”, y, por tanto, cuando Dios les da más a los creyentes, estos también pueden dar más.
#10. El dar es premiado por Dios. En 2 Corintios 9:6 Pablo utiliza una metáfora agrícola para enseñar a los hermanos cómo es que Dios premia a los creyentes que ofrendan, diciendo: “el que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. Luego, en el versículo 8 añade: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. Y, finalmente, dice en los versículos 10 y 11: “Y el que da semilla la que siembra [e. i. Dios], y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”. En estos versos el apóstol afirma que es Dios quién se encargará de sustentar y abastecer al dador alegre. Sin embargo, a diferencia de lo que dicen los predicadores del evangelio de la prosperidad, el premio de Dios al dador generoso no es mayor riqueza para la satisfacción de deseos egoístas y no esenciales, sino que es la multiplicación de oportunidades para dar. Ciertamente Dios se encargará de las necesidades materiales del creyente generoso, pero con el fin de que él también pueda participar de más acciones de gracias; es decir, más oportunidades para dar. Y, de hecho, ese es el premio de Dios: Más oportunidades para dar.
#11. El dar hace que otros den gracias a Dios. En 2 Corintios 9:12-15 Pablo explica a los creyentes en Corinto que la ofrenda a los santos de Jerusalén no solo suple sus necesidades, sino que también provoca en ellos muchas acciones de gracias a Dios; y por ellas, glorifican a Dios, y les impulsan a orar por todos aquellos que participan y reciben de la superabundante gracia de Dios. El dar hace que otros den gracias a Dios. Y, es más, Pablo mismo termina toda esta sección de las instrucciones para la ofrenda a los santos de Jerusalén con la frase: ¡Gracias, Dios, por tu don inefable! Y por el contexto, es posible que Pablo estuviera dando gracias a Dios pensando en todas las oportunidades de que Dios ha provisto para dar, y de ser así, ¡ese es el don inefable de parte de Dios a los creyentes!; a saber, las oportunidades para dar, las cuales conmueven a los creyentes generosos a decir: Gracias Dios.
