Mirando todo el panorama de la Biblia, un tema central es el reino de Dios. Hemos identificado dos aspectos del dominio soberano de Dios: el reino universal, la soberanía absoluta de Dios en todo momento sobre todas las cosas y el reino mediador, el reino de Dios en la tierra mediante el hombre escogido por Dios.


El Antiguo Testamento es la historia del reino mediador de Israel. Dios escogió directamente a los líderes: a Moisés, Josué, los jueces y los reyes (hasta Salomón). Después de ese momento, vemos la historia de la nación en declive: la división del reino, la idolatría y desobediencia. El fin del reino mediador en el AT sucedió con la destrucción del reino del norte, la salida de la nube de gloria del templo y el cautiverio del reino del sur. ¿Qué pasó? En palabras sencillas, el pueblo de Israel rechazó a Dios y su reino.
Aun en los días finales del declive del reino histórico de la nación de Israel, Dios hablaba por medio de sus profetas, dando a conocer que vendría un nuevo reino. Este reino estaría establecido dentro de la historia humana. Estaría en la tierra (Isaías 11:4, 9), y su centro geográfico sería la tierra de Israel (Ezequiel 37:25) y su capital Jerusalén (Jeremías 3:17; Isaías 2:3). El rey del reino profético sería de suma importancia, relacionado con la historia. Sería un miembro de la raza humana (Génesis 3:15), un hijo de Abraham (Génesis 17:8), un hijo de David (Jeremías 23:5) que nacería en Belén (Miqueas 5:2), donde se sentaría en el trono de David (Isaías 9:7), reinando sobre la tierra (Jeremías 33:15).

La naturaleza del Rey Mesías será humano y divino (Isaías 9:6; Daniel 7:13; Sofonías 3:15; Zacarías 14:16–17) y su carácter será justo y santo (Isaías 42:1; 11:5). Por eso, su gobierno será perfecto (Zacarías 9:9; Isaías 42:2–4; Miqueas 5:4; Isaías 11:3–4; Zacarías 9:10), combinando perfectamente las tres funciones del rey, profeta y sacerdote (Isaías 33:22; Deuteronomio 18:18; Zacarías 6:13).
Pasará sufrimientos primero, y después, su gloria (Isaías 53:7–8, 10, 12; cp. Salmo 22:1–2; 24:7–8).
El reino profético vendrá con su Rey Mesías. La venida del reino es repentina y catastrófica (Malaquías 3:1, 5; Sofonías 1:12, 18) y acompañada de señales milagrosas (Ezequiel 20:33–34; Isaías 52:8, 10), a fin de que todos lo vean y no sea imperceptible (Isaías 40:5), incluso enviando a un profeta Elías (Malaquías 4:4–5).
Este reino será un reino completo en todo sentido:
- Será un reino espiritual, basado en la salvación del Rey que establece una relación directa y personal con Dios (Isaías 60:18; Jeremías 23:6; Isaías 51:11)
- Será un reino político, en que el Rey tendrá autoridad internacional para corregir toda maldad (Isaías 2:3b–4; Sofonías 3:9)
- Será un reino religioso, en que el Rey-Sacerdote liderará a todos a adorar a Dios (Zacarías 6:12–13)
- Será un reino socioeconómico, en que el Rey hará prevalecer la equidad, la justicia y la paz para todos (Isaías 65:21–22; Miqueas 4:3; Oseas 2:18)
- Será un reino físico, en que el Rey bendecirá todo habitante del mundo con comida, sanidad y seguridad (Amós 9:13; Isaías 35:5–6; Ezequiel 34:28)
- Será un reino moral, en que el Rey enseñará y exigirá una vida ética basada en su ley (Zacarías 8:3; Jeremías 31:29–30)
Los profetas del Antiguo Testamento prometían un reino mediador en el futuro. Este reino vendría con su Rey, el Mesías escogido de Dios, el cual reinaría sobre toda la tierra desde su trono en Jerusalén. ¿Cuáles fueron las condiciones para que viniera este reino? El mensaje permanente de los profetas fue que el pueblo de Israel se arrepintiera y recibiera al Mesías y su reino (por ejemplo, Isaías 1:18–20; Jeremías 4:1–2; Ezequiel 18:30b–31; Oseas 6:1; Joel 2:12–13; Amós 5:6; Hageo 1:5; Malaquías 3:7; Zacarías 12:10–11).
El Mesías reinará sobre toda la tierra desde su trono en Jerusalén.


