2ª de Pedro: capítulo 2

Pedro, apóstol de Jesucristo (1:1) está escribiendo a otros creyentes (1:2) para recordarles verdades que ya conocen (1:12-13). Estas verdades son tan importantes que quiere tenerlas por escrito para que puedan ser recordadas siempre (1:15) incluso después de su muerte inminente (1:14).

2ª de Pedro 2:1–22: confíen en el juicio venidero de Dios

Sin embargo, siempre ha habido y siempre habrá falsos maestros (2:1), y habrá muchos que sigan a estas personas abusivas y manipuladoras (2:2). Por nuestra parte, debemos recordar que Dios promete juzgarlos (2:3). Por ejemplo, Dios juzgó la rebelión de los ángeles (2:4). Dios juzgó la impiedad del mundo entero en los días de Noé y aun así rescató a Noé y su familia (2:5). Dios juzgó la inmoralidad de Sodoma y Gomorra (2:6) y aun así rescató a Lot (2:7-8). Podemos confiar en Dios para rescatar a los piadosos y castigar a los falsos maestros (2:9), que están marcados por la inmoralidad sexual y la arrogancia (2:10).

Este abuso arrogante hace que blasfemen contra las autoridades celestiales contra las cuales ni siquiera los ángeles están dispuestos a condenar (2:11). En cambio, llevan directamente hacia la destrucción (2:12) y el juicio, como animales salvajes. Son abiertamente inmorales (2:13), persiguen codiciosamente el placer sexual (2:14). Son los descendientes espirituales de Balaam, quien se preocupaba más por su propio beneficio que por hablar en nombre de Dios (2:15) y a quien Dios reprendió por la boca de su propio burro (2:16). Prometen grandes cosas (2:17), pero en realidad solo buscan aprovecharse y abusar de las personas (2:18) porque son esclavos de la corrupción (2:19). Profesando la salvación del pecado en Jesús y luego volviendo a vivir como esclavos de él (2:20), están peor que antes de su encuentro con el evangelio (2:21), como un perro que sorbe su propio vómito o un cerdo recién lavado que se sumerge de nuevo en el fango (2:23).

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