Romanos 15:30–33
Después de abordar el tema de la unidad dentro de la iglesia que Jesús nos ha comprado por medio de su vida y muerte, Pablo pide la oración de los hermanos de Roma. Ustedes bien recuerdan que Pablo quería visitar la iglesia en Roma rumbo a España para predicar el evangelio, esperando que la iglesia le apoyara a llegar a España. Por eso, el libro de Romanos ha sido una explicación del ministerio de Pablo hacia los gentiles. Al escribir esta carta, Pablo se encontró en Corinto, listo a salir para Jerusalén. Pide las oraciones de los hermanos en Roma.
Pablo les pide la ayuda de los cristianos en Roma (v. 30), anoten que la ayuda que pide es la oración. La oración no es una ayuda menor a nuestros hermanos. Muchas veces estamos desanimados porque no podemos ofrecer más aporte a nuestros hermanos por falta de plata, tiempo o recursos. Pero siempre podemos ofrecerles el aporte de la oración. La oración a Dios, pidiéndole por nuestros hermanos en Cristo es una expresión de la vida que tenemos juntos en el Hijo de Dios y el amor que compartimos mediante el Espíritu Santo de Dios. Y es por esta misma oración que Pablo les pedía a los romanos.
Pero ¿qué debemos pedir a Dios cuando estemos orando unos por otros? En los tres versículos siguientes, encontramos varias peticiones.
Primeramente, Pablo pide oración por la seguridad de su viaje a Jerusalén (v. 31), porque los judíos le seguían persiguiendo, desde el momento de su conversión. Ahora viajaba a Judea, el centro de los judíos, sabiendo bien los peligros que le esperaban, pero las amenazas no desviaron a Pablo de su misión, el predicar del evangelio. De hecho, su segunda petición es que pudiera servir bien a la iglesia en Jerusalén. Pablo no evitaba los riesgos de predicar el evangelio y hacer discípulos dentro de la iglesia, pero sí pedía la oración que Dios bendijera su ministerio y sus esfuerzos. Más que por su propia seguridad, Pablo pedía oración de los romanos por el éxito de la Palabra de Dios dentro de la iglesia.
Pablo tenía planes más allá de Jerusalén, quería llevar el evangelio hasta España, pasando por Roma en el trayecto.
Pablo quería que Dios le protegiera (v. 32), no para que pudiera tener una vida bonita ni jubilarse en una parcela bonita. Él quería seguir sirviendo a Dios y a la iglesia, haciendo discípulos, predicando el evangelio, compartiendo con los hermanos. No buscaba una vacación, una cesación de sus esfuerzos misioneros; esperaba un tiempo de refrigerio en el Señor con la iglesia en Roma. Les pedía la oración que pudiera disfrutar una vez más la comunión de los hermanos.
Sobre todo, Pablo quería que los hermanos romanos experimentaran la paz de Dios (v. 33), en sus vidas, en su iglesia, en sus familias. Esta paz no es tiempo libre, pero es la libertad de vivir por Jesucristo y servirle a Él con todo corazón.
Entonces ¿cómo podemos imitar estas peticiones de oración de Pablo?
Primeramente, creo que debemos orar así por los misioneros a quienes apoyamos. Romanos 15:30–33 es una oración muy buena cuando nos ponemos a orar por nuestros misioneros. Pedimos que estén seguros de los que quieren dañarles e impedir el avance del evangelio. Pedimos que su sacrificio y su mensaje sea aceptado por los a quienes sirven. Pedimos que lleguen bien a su destino y que encuentren refrigerio allá en el Señor.
En segundo lugar, podemos orar por el avance del evangelio en nuestro contexto. Le pedimos a Dios que el evangelio ingrese en países y regiones donde actualmente no está, que llegue a personas que nunca han oído las buenas noticias de quién es Dios, de qué es el pecado, de la persona y la obra de Jesucristo, y de la necesidad de la fe y el arrepentimiento. Debemos pedir que Dios, para la gloria de su gracia, salve a los pecadores. Debemos pedir que Dios llame a misioneros, que nos haga sensibles a las necesidades de nuestra ciudad, que nosotros mismos estemos dispuestos a predicar el evangelio a nuestros vecinos, colegas, compañeros, y familiares.
Pero el evangelio también tiene que ver con nosotros que somos creyentes. Somos salvos por la fe en Cristo, pero el evangelio nos enseña que Dios todavía está salvándonos de nuestro pecado, mientras nos arrepentimos y obedecemos la Palabra de Dios día tras día. En este momento Dios está transformándonos a la imagen de Jesucristo. A la medida que nos vemos como Cristo, el evangelio está avanzando en nuestras vidas.
Como Pablo, nosotros también debemos orar, pidiéndole a Dios que el evangelio avance—en nuestras vidas (obediencia y conformidad a la imagen de Jesús) y hasta los fines del mundo (predicando fielmente las buenas noticias del evangelio a los inconversos).

¿Qué significa que el evangelio está avanzando?
- Los discípulos de Jesucristo debemos crecer en nuestro entendimiento del evangelio y en nuestra sumisión a la soberanía de Jesús en nuestras vidas, como dice Pedro, que crezcamos en el conocimiento y la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Debemos guardar todas las cosas que Jesús nos mandó. Así el evangelio avanza en nuestras propias vidas.
- Los que no han oído las buenas noticias lo escuchan. El evangelio está llegando a más gente. Dios salva a pecadores por su gloria. Oremos por este avance del evangelio, y obedezcamos el mandato del Señor a ser fieles en predicar el evangelio. Así el evangelio avanza hasta más personas.