Las oraciones de la iglesia – Apocalipsis 15:3–4

Apocalipsis 15:3–4

En el libro de Apocalipsis, tenemos las visiones que Dios dio al apóstol Juan acerca de las cosas venideras, los días en que Dios juzgará al mundo por su pecado e incredulidad. En el capítulo 15, tenemos un cántico de alabanza dirigida a Dios mismo, lo cual constituye una oración. La alabanza debe ser parte de nuestras oraciones. Por ejemplo, vemos en los salmos varias oraciones de alabanza a Dios (por ejemplo, Salmos 8, 19, 29, 104, 148, et al). Este cántico, entonces, es una oración de alabanza a Dios.

¿Quiénes cantan este cántico?

En medio de la Gran Tribulación, en la cual Dios hace juicio a la tierra, el Anticristo levanta su trono en el templo de Dios, dice que él mismo es Dios, y exige que todo el mundo le adore. Los que rehúsan obedecer y hacer esta blasfemia serán castigados en gran manera por el Anticristo. El persigue y mata a una multitud de los que creen en Jesucristo y obedecen a Dios. Estos mártires, los que sellaron su testimonio con su vida, se suman a la multitud de los redimidos en el cielo y cantan sus alabanzas a Dios. Por eso, los que cantan son los mártires de la tribulación que han creído en Jesucristo y después han muerto por su fe en Él.

¿Qué distingue este cántico?

Su cántico es parecido al cántico de Moisés que se encuentra en Éxodo 15, celebrando la salvación de Dios cuando rescató a Israel de Egipto, destruyendo el ejército de Faraón. Aquí también, estos mártires alaban a Dios por rescatarlos de un líder malvado. Pero, pensemos un momento: ¿cómo vencieron al anticristo? La bestia los mató. ¿En qué sentido se considera una victoria?

Dice el versículo 3 que su cántico también es del Cordero, quien fue inmolado, y con su sangre les redimió para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y les hizo para Dios reyes y sacerdotes, para que reinaran sobre la tierra (5:9–10). El Cordero también murió, pero resucitó, y por eso, les da a sus discípulos su poder sobre la muerte. Por eso, aunque murieron, estos discípulos de Jesucristo pueden cantar una alabanza victoriosa.

¿Qué es el motivo de su cántico?

Vamos a leer los primeros dos versículos de este capítulo para entender el contexto de este cántico de alabanza a Dios.

1 Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios. Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios.

El contexto de esta alabanza es el juicio inminente y final de Dios sobre la tierra. Los siete ángeles están listos a echar siete copas llenas de la ira de Dios en la tierra, consumando el juicio de Dios. Son las plagas finales de Dios para terminar su juicio de todos los incrédulos en la tierra. Cuando estos mártires vean esta señal del juicio venidero de Dios, comienzan a alabar a Dios por su juicio.

El juicio de Dios no es nada en que pensamos mucho en este momento; de hecho, le agradecemos a Dios por su misericordia, que desvió su ira justa contra nosotros hacia su propio Hijo, que derramó la ira que correspondía a nosotros en Jesucristo en la cruz. Damos gracias a Dios porque dejó de su juicio para que nos arrepintamos. Y vamos pidiéndole a Dios que tenga misericordia de nuestros familiares, vecinos y colegas que no creen en Jesucristo. Queremos que ellos también crean en Jesús, que nazcan de nuevo del Espíritu de Dios, que sean hijos de nuestro Padre. Pero el libro de Apocalipsis describe un momento aún futuro en que la oportunidad de arrepentirse se haya acabado, y ahora llega el juicio. Ahora mismo alabamos a Dios por su misericordia, pero en ese momento, alabaremos a Dios por su justicia.

¿En qué consiste este cántico?

La oración, el cántico, consiste en dos afirmaciones de Dios, una pregunta retórica y tres motivos por los cuales debemos adorar y alabar a nuestro gran Dios. Escuchen de nuevo al cántico y observen el paralelismo entre las líneas:

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.
¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?
pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán,
porque tus juicios se han manifestado.

Primero, la canción afirma que las obras de Dios son grandes y maravillosas. Él es el Señor, el Dueño de todo el universo, el todopoderoso, el omnipotente. Su poder e imperio son sin límites. No hay ningún ser que pueda confrontarle ni rebelarse en contra de Él. Es el Señor Dios Todopoderoso, y sus obras son grandes y maravillosas.

En segundo, afirma que los caminos de Dios son justos y verdaderos. Como el Rey de todos los santos, no hay ningún momento en que podamos censurar a Dios, denunciándolo como injusto o pillándolo como deshonesto. En contraste a todos los gobiernos corruptos del mundo, el señorío del Rey de los santos es intachable. Es el Rey de los santos, y sus caminos son justos y verdaderos.

Estas dos afirmaciones nos llevan a una pregunta retórica, que la respuesta es obvia. Conociendo a este gran y justo Dios, ¿quién no le temerá? ¿quién no glorificará su nombre? No hay nadie. Es imposible evitar de temer y glorificar a nuestro Señor, el Dios Todopoderoso, el Rey de los santos.

¿Por qué hay que glorificar al nombre de Dios? El cántico nos da tres razones.

1) Solo Dios es santo. Dios es único. No es otro rey, otro gobernante, un político más. Es el Creador y Soberano de todo, separado de todo el universo, único, santo. Hay que glorificar a Dios porque es santo.

2) Todas las naciones vendrán y le adorarán a Dios. No solamente le adoran sus seguidores, sus ciudadanos, sus fanáticos. Hasta sus enemigos deben confesar que es grande y justo. Debe doblarse toda rodilla y toda lengua debe rendir la adoración que Dios merece. Las naciones tienen que humillarse, confesando que Dios no es solamente el Rey de los santos, sino el Rey de todo el universo. Hay que glorificar a Dios porque es digno de adorar.

3) Todos los enemigos de Dios junto con sus santos verán el juicio justo. Dios juzgará al mundo y todos lo verán y tendrán que afirmar que Dios es justo y recto en todo. No se puede escapar de la justicia de Dios; todos deben darle cuentas a Dios. Y cuando Dios derrame su ira en la tierra, no habrá ninguna persona que pueda poner reparos. Hay que glorificar a Dios porque es completamente justo.

En resumen, esta oración de alabanza adora a Dios porque es sumamente soberano y bueno y toda persona tiene que confesarlo. Podemos orar lo mismo: Dios, ¡eres sumamente soberano y bueno y con gozo lo confieso!

¿Cómo podemos replicar esta oración hoy día?

  1. Nuestras oraciones deben alabar a Dios por su soberanía y su bondad. Cuando alabamos a una persona o una cosa, nos jactamos de sus características excepcionales a cada persona que nos escuche. Nuestras oraciones, así como nuestro vivir, deben estar llenas de adoración y alabanza de Dios, porque no hay ningún ser que sea más digno de alabanza. Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos (Romanos 11:36).
  2. Nuestras oraciones deben darle gracias a Dios por su misericordia en derramar su ira justa en su Hijo en vez de nosotros. El juicio venidero de Dios nos impulsa a darle gracias por nuestra salvación y dar a conocer el evangelio a los inconversos. Debemos recordar que viene el día en que la misericordia de Dios será cambiada por su juicio justo. Ahora mismo alabamos a Dios por su misericordia en la salvación; luego alabaremos a Dios por su justicia en el juicio.
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