El salmo veinte es un salmo real. Los salmos reales son canciones (u oraciones) que tiene como argumento predominante la figura del Rey divino (Dios, el Rey de todo), y el rey teocrático (los reyes ungidos del linaje de David). Este salmo en particular, nos cuenta cómo la congregación de Israel, al acercarse el día de la batalla, canta y ora al Señor, bendice al ungido de Dios y expresa toda su confianza en Jehová, quien es el único que puede dar victoria y salvación al rey y a su pueblo (cp. vv.1, 6, 9). En una frase sencilla, el tema de este salmo se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, oramos a ti porque en ti confiamos”.
El salmo veinte puede dividirse en tres secciones: (I) Palabras de bendición (vv. 1-5). (II) Palabras de confianza (vv. 6-8). (III) Palabras de esperanza (v. 9).
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EXPLICACIÓN
I. Palabras de bendición (vv. 1-5)
1 Jehová te oiga en el día de conflicto;
El nombre del Dios de Jacob te defienda.
2 Te envíe ayuda desde el santuario,
Y desde Sion te sostenga.
3 Haga memoria de todas tus ofrendas,
Y acepte tu holocausto.
Selah
4 Te dé conforme al deseo de tu corazón,
Y cumpla todo tu consejo.
5 Nosotros nos alegraremos en tu salvación,
Y alzaremos pendón en el nombre de nuestro Dios;
Conceda Jehová todas tus peticiones.
En la primera sección del salmo, notamos que el pueblo, congregado antes de la batalla y probablemente acompañando al rey en sus oraciones a Dios, expresa al unísono su deseo que el Señor escuche y defienda (v.1), envíe ayuda y sostenga (v.2), acepte los holocausto y sacrificios (v.3), dé conforme al deseo de su corazón, cumpla sus planes y conceda todas las peticiones del rey. Por una parte, el pueblo canta de esta manera porque quiere encomendar y bendecir a su monarca con el mejor deseo posible; el favor de Jehová. Y, por otra parte, ora al Señor para que sea Él quien responda a su rey y le defienda, puesto que no hay ningún otro nombre que pueda dar victoria y salvación, como el nombre de Jehová.
II. Palabras de confianza (vv. 6-8)
6 Ahora conozco que Jehová salva a su ungido;
Lo oirá desde sus santos cielos
Con la potencia salvadora de su diestra.
7 Estos confían en carros, y aquéllos en caballos;
Mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.
8 Ellos flaquean y caen,
Mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie.
La segunda sección del salmo comienza con un giro inesperado; por primera y única vez en el salmo, la canción pasa de ser un “canto congregacional a un “canto individual”. En el verso seis, notamos que uno de los que estaba cantando al Señor y bendiciendo al rey, interrumpe el coro del pueblo para decir confiadamente que Jehová oirá, responderá y salvará al rey, siendo la base de su confianza el compromiso fiel de Dios por SU UNGIDO, quien siempre ha estado atento a sus oraciones y aun desde los santos cielos está pronto a actuar con la potencia salvadora de su diestra.
Luego de este “interludio”, nuevamente la congregación canta al unísono y reconoce que, si bien las naciones confían en sus carros y en las destrezas de sus caballos; ellos, sin embargo, confían en el nombre de Jehová, su Dios. El “nombre de Jehová” es una expresión que hace referencia a quién es Dios, según lo que Él mismos ha dado a conocer por medio de la relación histórica con su pueblo. Y en este contexto, confiar en el nombre de Jehová, es igual a confiar en que Él es el Señor de los ejércitos (1Sam. 1:3); Él es el Dios de Israel (Jue. 5:3), Él es el estandarte de su pueblo (Ex. 17:15), y Él es el Señor que siempre es y siempre está (Ex. 3:6, 12), et al; y por lo mismo no temen en orar a Él y depender de Él antes de cualquier otra cosa (u otro); porque saben que todos los que confían en hombres, en carros y en caballos caerán; pero el pueblo que confía en el Señor, por el brazo poderoso de Dios, estará firme (v.8).
III. Palabras de esperanza (v. 9)
9 Salva, Jehová;
Que el Rey nos oiga en el día que lo invoquemos.
El salmo veinte finaliza con una última oración por el ungido de Dios; la primera parte del versículo nueve se puede traducir como: “Salva, oh Jehová, a nuestro rey” (v.1a). Con este verso se pone una vez más en relieve el reconocimiento y aprecio del pueblo hacia su monarca, cuyas victorias, sin duda, traerían seguridad y prosperidad a la congregación. Sin embargo, el pueblo no cantó públicamente este salmo solo para que rey pudiera escuchar sus bendiciones y ser alentado por sus palabras, sino que la esperanza final de la congregación era que el Rey divino escuchara este cántico y respondiera sus oraciones. Es decir, el rey humano podía agradecer y hasta ser alentando por las palabras del pueblo, pero finalmente era el Rey divino, Jehová de los ejércitos, quien verdaderamente podía tomar esta oración y dar salvación al rey y victoria a su pueblo.
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APLICACIONES
A pesar de que este salmo tiene un contexto muy particular (a saber, “la oración del pueblo por su rey”), hay varias ideas que el día de hoy podemos destacar y aplicar a nuestras vidas:
En primer lugar, este salmo nos anima a (1) acompañar a los creyentes que están pasando por dificultades y (2) recordarles que es Dios a quien ellos deben buscar, orar y suplicar. Es interesante notar que los dichos: “Jehová te oiga en el día de conflicto…” y “te dé conforme al deseo de tu corazón”, no solo resultan ser de buen ánimo para alguien que se dispone para la batalla, sino que también son un muy buen recordatorio para no olvidar buscar al Señor durante ella. De igual manera, hermanos, los creyentes debemos estar acompañándonos y enseñándonos a mirar a Jesús día tras día; debemos estar animándonos con las promesas de Cristo y con la vida de oración, para que cuando lleguen los días malos, siempre tengamos presente que fuera de Él no tendremos victoria.
En segundo lugar, este salmo nos anima a no dejar de participar con nuestros hermanos por medio de la oración. Es evidente que el pueblo sabe que el rey tendrá problemas y que, a su vez, el Señor salvará y responderá oportunamente al clamor de su ungido (cp. v. 6); sin embargo, y aun sabiéndolo, la congregación no se eximen de orar a Dios por él ni de participar en su aflicción.
Teniendo en cuenta esto, pensemos: ¿deberíamos dejar orar y estar preocupados por las peticiones y necesidades temporales de aquellos que ya han sido salvados de la muerte eterna, por la Fe en Cristo? La respuesta es NO. Los creyentes debemos seguir participando de las peticiones y necesidades temporales de nuestros hermanos, a pesar de haber sido librados de la muerte eterna –que por cierto, es lo peor de lo cual hemos sido librados–. Ahora, es cierto que Jesús dijo que nuestra salvación está segura en Él (Jn. 10:28-29), pero también dijo que en este mundo tendremos aflicción (Jn. 16:33) y, por tanto, habrá muchas situaciones (p. ej. enfermedad, problemas, escasez, etc.) que requerirán acompañar a nuestros hermanos y orar por ellos, a pesar de que, a la luz de la condenación eterna, éstas nos puedan parecer “cosas menores”.
En tercer lugar, el salmo veinte nos recuerda que la confianza y seguridad de los que conocemos a Dios no puede estar depositada sobre cosas tan frágiles y temporales como los objetos o las criaturas de este mundo (hombres u otro ser creado); por el contrario, quienes hemos conocido al Señor debemos confiar en Él, porque por la obra de Jesucristo en nuestras vidas, sabemos que Dios es Fiel, Justo y Verdadero; sabemos que Él es poderoso y que solo en Su Nombre hay salvación (Hch. 4:12), y por tanto, aunque la gente de este mundo nos invite a confiar en el tiempo, el dinero, el gobierno, las leyes, las vacuna, nuestra propia habilidad o las habilidades de otros; los que conocemos a Dios, debemos confesar hoy y siempre: “nosotros confiamos en el nombre de Dios” (v.7).
Por último, este salmo nos recuerda cuán importante es la oración a Dios. Como habrán notado, todo el salmo aborda el tema de la oración a Dios y su respuesta: En la primera sección (vv.1-5) el pueblo desea que Dios responda la oración de su rey; en la segunda sección (vv.6-8), el pueblo confía que Dios atenderá la oración de su ungido; y en la última sección (v.9), el pueblo tiene la esperanza de que Dios oirá y responderá cuando ellos los invoquen. Y a pesar de que el contexto inmediato del salmo es una batalla real; donde la espada, el carro y el caballo sí importan, no son estas cosas las que se mencionan como importantes dentro del salmo, sino que es la oración a Dios la que se realza.
Hermanos, que el Señor nos ayude a poner la oración a Él en el lugar que merece en nuestras vidas; que el Señor nos ayude a confiar cada vez más en Él y menos en sus instrumentos[1]; que el Señor nos ayude decir de corazón, y con más frecuencia: “Dios, oramos a ti porque en ti confiamos.”

[1] Por instrumento me refiero a aquellas cosas que Dios utiliza para nuestro bien pero que muchas veces las consideramos antes que a Dios. Por ejemplo, los remedios. Cuando estas enfermo ¿qué haces primero? ¿oras a Dios para que use los remedios para tu bien? o ¿solo vas y te los tomas?