Orando los salmos: Salmo 29

El salmo veintinueve es un salmo de alabanza cuyo propósito es adorar a Dios resaltando la gran verdad de que Jehová es el Señor de toda su creación; y, por tanto, lo que sucede en la tierra, desde el crecimiento de una delicada flor en el desierto a la gestación de una gran tormenta en la costa, todo es orquestado, dirigido y gobernado por Dios. En una frase sencilla, el tema de este himno de alabanza se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, tuyo el poder y la gloria”.

EXPLICACIÓN DEL SALMO

1 Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos,
Dad a Jehová la gloria y el poder.
2 Dad a Jehová la gloria debida a su nombre;
Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.

Desde el principio del himno el salmista hace un notorio énfasis en que el objeto de la verdadera adoración es Jehová y no las criaturas ni la creación; por ello, el salmista naturalmente comienza su alabanza con una triple invocación para que los “hijos de los poderosos” den aJehová la adoración que es debida su nombre, gloria, poder, y santidad. Ahora bien, es posible que el salmista, al decir “hijos de los poderosos” (o “hijos de Dios”), se refiera a ángeles (cp. Job 1:6, 2:1), lo cual ayuda a reforzar el propósito de su salmo; a saber, que los Hombres miren y alaben a Dios y no a las criaturas, ya que si los ángeles del cielo reconocen que es Jehová a quien le pertenece la gloria y el poder, los moradores de la tierra deberían ser alentados a hacer lo mismo, a la vez que se cuidan de servir o de honrar en cualquier manera a las criaturas (y la naturaleza) antes que al Creador de todas las cosas (cp. con Deuteronomio 4:15-24).

3 Voz de Jehová sobre las aguas;
Truena el Dios de gloria,
Jehová sobre las muchas aguas.
4 Voz de Jehová con potencia;
Voz de Jehová con gloria.
5 Voz de Jehová que quebranta los cedros;
Quebrantó Jehová los cedros del Líbano.
6 Los hizo saltar como becerros;
Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos.
7 Voz de Jehová que derrama llamas de fuego;
8 Voz de Jehová que hace temblar el desierto;
Hace temblar Jehová el desierto de Cades.
9 Voz de Jehová que desgaja las encinas,
Y desnuda los bosques;
En su templo todo proclama su gloria.

El salmista sabe que los pensamientos idólatras de las naciones que vivían alrededor de Israel eran un peligro latente. Pueblos como los cananeos, los amorreos o los egipcios tenían muchos ídolos y con frecuencia asociaban las fuerzas de la naturaleza con el poder de algunas de sus divinidades; como era el caso de Ra’, el “dios sol” de los egipcios, o Baal, un dios cananeo que, según decían, se manifestaba en las tormentas y los truenos. Esta clase de idolatría fue muy tentadora para los israelitas, llevándoles en varias ocasiones a pecar contra Dios acudiendo a ellos y no Jehová (p. ej. Núm. 25; Jue. 2:11-13). Sin embargo, el salmista sabe que los ídolos son creaciones de hombres, y no Dios. Por ello, además de entonar este himno de alabanza que reconoce el poder único de la voz de Dios (mencionado siete veces), rechaza categóricamente toda clase de idolatría atacando las falsas percepciones que ellos tenían de la creación y exponiendo con suma convicción que detrás de las muchas aguas, los truenos, los imponentes bosques, los montes, el desierto, y las tempestades, la única voz que se escucha es la de Jehová, el Dios todopoderoso que hizo la tierra con el poder de Su palabra y que hace temblar el universo con la potencia de su voz.    

10 Jehová preside en el diluvio,
Y se sienta Jehová como rey para siempre.
11 Jehová dará poder a su pueblo;
Jehová bendecirá a su pueblo con paz.

El salmista concluye su himno alabando a Jehová como el rey poderoso que tiene cuidado de su pueblo. Es decir, su gran poder y gloria no solo debía ser alabada por todas las criaturas de la creación y reconocida por todos los Hombres, sino que además de todas estas cosas, el salmista añade que Jehová debe ser adorado porque ha puesto Su poder y protección a disposición de su pueblo. Jehová, que orquesta, dirige y gobierna sobre las tempestades y se sienta sobre el diluvio como rey para siempre, será la fortaleza, la bendición y la paz de su pueblo que le adora, diciendo: “Dios, tuyo es el poder y la gloria”.


Hermanos, el salmo veintinueve es una celebración de la gloria de Dios y un precioso himno que nos invita a adorar al Señor admirando su gran poder que claramente se hacen visible a través de la creación (cp. Ro. 1:20). Este salmo nos invita a alabar a Dios uniéndonos a la incesante adoración de los ángeles (cp. Is. 6:3; Ap. 4:8), y nos invita a rechazar toda noción de la filosofía panteísta (es decir, los que dicen que “la creación/universo es dios”) y dar gloria al único Dios verdadero, el Creador de todas las cosas, y cuya voz hace temblar el universo.

            Además, el salmo veintinueve nos recuerda que hoy, por medio de la salvación que tenemos en Jesucristo, podemos alabar a Dios en la hermosura de la santidad, siendo aceptados por Dios. Algo que en aquel tiempo cuando, al igual que todos los Hombres, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, no solo no fuimos capaces de hacer, sino que además de nuestra incapacidad de admirar el poder de Dios detrás de la creación cambiamos la gloria del Dios incorruptible por semejanza de hombres y criaturas, y cambiamos la verdad por la mentira, y no glorificamos a Dios ni le dimos gracias, sino que, envanecidos en nuestros propios pensamientos nos hicimos dioses de nuestras propias vidas y rechazamos a Dios y su Señorío. Sin embargo, hermanos, hoy, nuestra realidad es muy distinta. Porque  todos los que creemos en el nombre del Hijo de Dios (Jesucristo), los que hemos sido limpiados por Su sangre derramada en la cruz e incorporados al cuerpo de Cristo por la obra de Su Espíritu, tenemos la bendición de mirar la creación sin la venda del pecado y alabar al Señor de la gloria, tenemos la bendición de tener al Dios que se sienta sobre el diluvio como nuestra fortaleza y paz, y tenemos la bendición de acercarnos al trono del verdadero Dios, al lugar santísimo, y proclamar junto a todos sus santos: “Dios, tuyo es el poder y la gloria”.       

PREGUNTAS DE REPASO

  1. ¿Qué tipo (o género) de salmo es? ¿Cuáles son sus características? (ver “introducción de los salmos”)
  2. ¿Cuál es la frase sencilla que resume el tema de este himno de alabanza?
  3. Según los vv. 1-2, ¿qué quiere hacer notorio el salmista?
  4. ¿Cuántas veces escribe el salmista el nombre de Dios (“Jehová”) en su salmo?
  5. Según los versículo 3-9, ¿quién está sobre los temporales, tormentas, torbellinos, huracanes, etc.? ¿Quién tiene el control de toda la creación?
  6. ¿Puedes citar ejemplos del AT del poder de Dios sobre la creación? ¿Puedes citar ejemplos del NT del poder de Jesús sobre la creación?
  7. Según los vv. 10-11, ¿es cierto que el salmista dice que el todopoderoso Dios es ajeno y distante con su pueblo? ¿Por qué?
  8. ¿Has presenciado una gran tormenta? ¿Qué canción (bíblica) conoces que puedas cantar y alabar al Señor en esa situación? ¿Qué salmo conoce para recitar en ese momento?
  9. ¿Puedes admirar el poder y deidad de Dios en la creación? Si tu respuesta es sí: ¿por qué puedes hacerlo? Si tu respuesta es no: ¿por qué no puedes?
  10. ¿Te memorizarías este salmo?
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