Orando los salmos: Salmo 30

El salmo treinta es un salmo de acción de gracias. Los salmos de acción de gracia son expresiones de agradecimientos a Dios por una respuesta o bendición específica. Y, en particular, el autor de este salmo agradece a Dios por haberle librado de una situación que le tuvo al borde la muerte. En una frase sencilla, el tema de este salmo se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, gracias por darme vida”

EXPLICACIÓN

1 Te glorificaré, oh Jehová, porque me has exaltado,
Y no permitiste que mis enemigos se alegraran de mí.
2 Jehová Dios mío,
A ti clamé, y me sanaste.
3 Oh Jehová, hiciste subir mi alma del Seol;
Me diste vida, para que no descendiese a la sepultura.

El salmista comienza su oración de gratitud alabando a Dios porque le ha restablecido la salud después de haber estado muy enfermo (“me sanaste”). Y si bien no queda del todo claro qué tipo de enfermedad (o problema) le aquejaba, con las expresiones “me has exaltado”, “hiciste subir mi alma del Seol”, y “me diste vida, para que no descendiese a la sepultura” el salmista deja en claro que fue salvado por Dios aun estando al borde de la muerte.

4 Cantad a Jehová, vosotros sus santos,
Y celebrad la memoria de su santidad.
5 Porque un momento será su ira,
Pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro,
Y a la mañana vendrá la alegría.

Después de reconocer la intervención salvadora del Señor, el salmista no solo agradece y canta a Dios de manera individual (vv. 1-3) sino que además incentiva al pueblo a hacer lo mismo (vv. 4, 5); y, para ello, anima a “los santos” de Dios; es decir, al pueblo de Israel, a cantar al Señor y celebrar Su santidad, sabiendo que la ira de Dios y las consecuentes tribulaciones o enfermedades por causa de la desobediencia a Sus mandatos son por “un momento” (cp. Is. 54:7, 8), pero el favor de Dios que está fundamentado en Su eterna misericordia, dura para toda la vida.

6 En mi prosperidad dije yo:
No seré jamás conmovido,
7 Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte.
Escondiste tu rostro, fui turbado.
8 A ti, oh Jehová, clamaré,
Y al Señor suplicaré.
9 ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura?
¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?
10 Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí;
Jehová, sé tú mi ayudador.

En esta sección, el salmista reconoce que parte de sus problemas fueron el orgullo y la arrogancia, porque cuando estaba disfrutando de salud y prosperidad se declaró invencible, diciendo: “no seré jamás conmovido” (v.6). Sin embargo, cuando el Señor permitió que el salmista viviera padecimientos y experimentara la fragilidad de la vida, el panorama cambió completamente y se dio cuenta que su prosperidad y salud no venía de sus propias fuerzas sino del favor de Jehová, y por tanto, la única solución a sus padecimientos era Él, por lo que clama, “Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí… sé tú mi ayudador”.  

11 Has cambiado mi lamento en baile;
Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.
12 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.
Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.

El salmo treinta termina con expresiones muy gráficas del gozo que provocó en el salmista el haber sido escuchado y sanado por Dios. Estuvo al borde de la muerte pero el Señor le sanó y, literalmente, cambió su lamento en baile y sus ropas fúnebres por vestidos de alegría. Razones más que suficientes para que el salmista finalice su oración de gratitud con himnos de alabanza y cánticos de triunfo. Dijo el salmista: “Tú cambiaste mi duelo en alegre danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría, para que yo te cante alabanzas y no me quede callado. Oh Señor, mi Dios, ¡por siempre te daré gracias!” (vv. 11-12 NTV)

Hermanos, el salmo treinta es una oración de gratitud que nos cuenta la experiencia de un hombre que, temiendo por su vida, buscó a Dios como su única esperanza. Y tras haber alcanzado el favor del Señor, y haber sido sanado por Él de su situación mortal, dio gloria a Dios, agradeció al Señor por Su eterna misericordia, alabó y animó a otros a celebrar la santidad de Dios, y reconoció que su buena salud y prosperidad son un regalo (favor) que viene de Dios y que es para la gloria de Dios y no para su propia jactancia; y, por ello, fue enfático en terminar su salmo diciendo que cantará al Señor y no callará, sino que alabará para siempre al Dios que le dio vida.

Ahora bien, ¿cómo podemos aplicar este salmo para nosotros?

En primer lugar, dando gracias por el cuidado que Dios tiene de nuestras vidas. Hermanos, el Señor no es ajeno a lo que sucede en nuestro día a día. ¿Estás enfermo? Él tiene el control de todo. ¿Tienes miedo? Nuestras vidas están en sus manos. Jesús es el buen pastor y tiene cuidado de todos los que creen en Él y le siguen (Jn 10:7-18). Y es más, Pedro nos recuerda que debemos echar sobre Dios toda nuestras ansiedades, sabiendo que Él tiene cuidado de nosotros (1P. 5:6). Por ello, te animo esta semana a orar a Dios dando gracias por sus cuidados, e inclusive aquellos que no has notado ni puedes ver.

En segundo lugar, usando la vida que Dios nos da para agradecer y glorificar a Dios. Al ser restablecida su salud, el salmista supo que tenía que agradecer a Dios y compartir con el pueblo su experiencia, animándoles a celebrar juntos la santidad del Señor. Hermanos, hagamos lo mismo. Agradezcamos a Dios cada día y compartamos con otros los que Dios ha hecho en nuestras vidas para gloria de Su santidad.

En tercer lugar, dando gracias a Dios por la esperanza que tenemos en Jesús. Para el autor de este salmo morir era entrar en una fosa silenciosa llena de personas muertas (cp. vv. 9-10). Sin embargo, para los que tenemos esperanza de vida eterna en Cristo Jesús, sabemos que morir es salir de este mundo para encontrarnos con Dios. Por esta razón podía el apóstol Pablo decir: “para mí vivir es cristo y morir es ganancia” (Fil. 1:22), porque sabía que al momento de dejar este mundo, partiría inmediatamente a la presencia de Cristo (v.23). Hermanos, agradezcamos a Dios por la esperanza que tenemos en Jesucristo nuestro salvador; quien entregó su vida en nuestro favor, derrotó la muerte en la resurrección, y nos aseguró una eternidad junto a Él, aún más allá de la muerte.  

Y, en cuarto lugar, animando a otros a mirar a Dios. Como habrán notado, durante toda su oración el salmista lleva a sus lectores (y cantores) a poner la mirada en Dios. En casi todos los versículos el salmista habla de Dios, y con justa razón, pues Él fue quien salvo su vida. Hermanos, tal vez no todos hayan experimentado una enfermedad terrible o una situación que nos mantuvo al borde de la muerte (o tal vez sí), sin embargo, todos nosotros estábamos condenados a la muerte eterna en el infierno por causa de nuestras pecados. Por tanto, así como el salmista usó su experiencia para que otros miraran a Dios que por misericordia le sanó, nosotros podemos y debemos usar nuestra experiencia de salvación por la fe en Jesucristo para que otros puedan mirar a Dios, quien aún está extendiendo su mano misericordiosa, y está salvando de la muerte y el pecado a todo aquel que se arrepiente y cree en Jesús. Por tanto, a la vez que oramos diciendo: “Dios, gracias por darme vida”, compartamos con otros acerca del Señor Jesucristo que tiene el poder de dar salvación y vida eterna a todo aquel que cree.    

PREGUNTAS DE REPASO Y REFLEXIÓN

PREGUNTAS DE REPASO

  1. ¿Qué tipo de salmo es? ¿Cuáles son las características de este tipo de salmo?
  2. ¿Cuál es la frase sencilla que resume el tema del salmo en una oración?
  3. ¿Por qué motivo el salmista agradece a Dios?
  4. ¿Por qué buscó a Dios en el momento de su aflicción?
  5. ¿Qué hizo el salmista después de tener respuesta a sus oraciones?
  6. ¿Puedes orar este día diciendo: “Dios, gracias por darme vida”? ¿Por qué?
  7. ¿Cuál de las aplicaciones propuestas en el estudio te llamó más la atención?
  8. ¿Cómo usarías este salmo para ayudar a alguien que está muy enfermo, tal vez, de cara a la muerte? ¿Cómo le predicarías el evangelio de Jesucristo? ¿Qué le dirías?
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