“Dios, espero en ti porque solo tú puedes ayudarme”
Como hemos aprendido la semana pasada, los salmos 42 y 43 deberían estudiarse juntos ya que ambos lamento individuales nos cuentan una persona piadosa que, encontrándose lejos de Jerusalén, afligida y rodeada de hombres malos, se anima a ejercitar su confianza en Dios y esperar que el Señor atienda su clamor, le dé libertad de sus enemigos (vv.1-2) y le permita regresar al Templo (o tabernáculo) de Dios para alabar con gozo delante de Él (vv. 3-4). En una frase sencilla, el tema de este salmo se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, espero en ti porque solo tú puedes ayudarme”
—
EXPLICACIÓN DEL SALMO
1Júzgame, oh Dios, y defiende mi causa;
Líbrame de gente impía, y del hombre engañoso e inicuo.
2Pues que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has desechado?
¿Por qué andaré enlutado por la opresión del enemigo?
3Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán;
Me conducirán a tu santo monte,
Y a tus moradas.
4Entraré al altar de Dios,
Al Dios de mi alegría y de mi gozo;
Y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.
5¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
En los versículos 1 al 4 del salmo cuarenta y tres vemos que el salmista ora a Dios pidiendo por dos peticiones específicas. En primer lugar, el autor pide al Señor que atienda su causa e implora que sea Él quien le juzgue, le defienda y le libre de la gente pecadora, malvada y engañadora que afligía su corazón (v.1). Y, en segundo lugar, el salmista pide a Dios que le guíe de regreso a Jerusalén; donde habita la presencia de Dios y dónde puede alabar delante de Su altar.
Ahora bien, por ser un salmo tan breve, no es posible determinar cuáles son exactamente las circunstancias de las aflicciones del salmista. Por una parte, es obvio que está siendo oprimido y afligido, e incluso podemos decir que estaba siendo injustamente acusado por sus enemigos pero, aun así nos queda la pregunta: ¿y por qué causa? Además, parece obvio que el salmista está lejos de Jerusalén y del Templo de Dios, pero ¿será que efectivamente fue llevado cautivo por sus enemigos?, o ¿acaso se siente espiritualmente lejos de la presencia del Señor? Bueno, la verdad es que no lo sabemos, y el salmo tampoco aporta lo suficiente como para responder estos detalles. Sin embargo, lo que sí está claro es que el salmista efectivamente está afligido y turbado (v.5); y, por ende, se siente agobiado e injustamente acusado (v.1), se siente abandonado por Dios (v.2), se cuestiona el “por qué” de lo que estaba viviendo (v.2b, 5a), y a pesar de que tiene genuinos deseos por alabar a Dios delante de su presencia con alegría, no puede hacerlo (vv.3, 4). O al menos, no sin la ayuda de Dios. Por lo que, en lugar de quedarse callado, quieto y angustiado, el salmista decide orar a Dios y presentar su causa, sus aflicciones y sus peticiones delante de Él. Y tras reconocer en su oración que el Señor es su fortaleza, y su salvación, y su Dios, se anima una vez más esperar en Dios (v.5 cp. 42: 5, 11) porque confía que Él es el Juez y el Abogado y el Libertador que necesita para ser defendido, y el único que puede guiarle de regreso a la casa de Dios, y a la alegre alabanza que tanto anhela entonar delante de Su presencia (v.5 cp. 42:1-2; 4, 5, 11).

APLICACIONES DEL SALMO
En primer lugar, ¿te has sentido solo, abandonado, e incapaz de comprender el propósito de las aflicciones que vives? Hermano, estoy seguro que todos nosotros nos hemos sentido, en algún u otro grado, de esta manera. Y es más, puede ser que, hoy mismo, puedas estar cuestionándote estas cosas, sintiéndote solo y afligido; diciéndote que, a pesar de que confías en Dios y te refugias en Él, no entiendes por qué debes estar viviendo lo que estás viviendo. Hermano, si ese es tu caso, entonces ora al Señor y presenta tu causa delante de Dios. Mira el ejemplo del salmista y cómo presentó claramente sus peticiones a Dios (vv.1, 3) y no oculto en nada sus sentimientos (vv. 2, 5) ni el hecho de necesitar Su ayuda (v.3). Pero, sobre todo, recuerda que es imposible que Dios te haya abandonado. Si verdaderamente has creído en el evangelio de Jesucristo, entonces eres miembro eterno de la familia de Dios (Gá. 3:26; Ef. 2:19-20) y de la iglesia de Cristo, el Espíritu Santo ha hecho morada permanente en ti (Ef 1:13-14) y Jesucristo ha prometido estar contigo hasta el fin del mundo (Mt. 28:20). Por tanto, no le des más cabida en tu mente y corazón pensamientos como “estoy solo en esto” (o similares). Mejor, entrégale todo al Señor y espera en Él, pide ayuda a Dios en medio de tus dolores y ejercita la fe que Él te ha dado para recordar que, sin importar cuál sea tu situación, puedes esperar en Dios porque aún hay motivos para alabarle.
Y, en segundo lugar, como ya se ha mencionado, los salmos 42 y 43 deberían ser estudiados en conjunto porque ambos lamentos tratan el mismo tema. Sin embargo, hay una razón más para decir esto, y esa es que, ambos salmos se complementan y nos dan una visión mucho más amplia de qué hacer cuando el creyente está pasando por un tiempo de angustia o depresión espiritual. Es decir, si el salmo 42 nos anima a que a pesar de nuestra situación, “esperemos en Dios”. El salmo 43 nos anima a que esperemos en Él porque “solo Dios puede ayudarnos”. Lo cual, hermanos, nos recuerda que esperar en Dios no consiste precisamente en “quedarse quietos” o en “dejarse llevar por las circunstancias”, sino que esperar en Dios consiste en ejercitar nuestra confianza en Él a lo largo del tiempo; y, en este caso, eso sería pidiendo ayuda a Dios (Sal. 43:1-4) y esperando Su respuesta sin desmallar (v.5).
Yo no sé, hermano, si esto de “esperar en Dios» es algo de cual puede decir: «Lo he aprendido”. No sé si te resulta fácil esperar en Dios cuando ves que las circunstancias no cambian. O si, a pesar de que luchas y te esfuerzas, siempre te derrota la impaciencia. Yo no lo sé. Y, por lo mismo, este día te quiero animar a hacer dos cosas:
- En primer lugar, te animo a prepararte para los días difíciles “ejercitando tu confianza en Dios a lo largo del tiempo”. Ciertamente, ninguno de nosotros sabe cuándo el Señor nos enviará una prueba para perfeccionar nuestra fe, sin embargo, esto no quita el hecho de que debamos estar preparados. Por tanto, ponte la meta de recordar todos los días un atributo de Dios o una promesa del Señor, y alaba a Dios recordando que ellas te sostienen y te sostendrán en el día malo. Por ejemplo, parte este día diciendo: “Te alabo Dios porque eres Juez, Libertador y Salvador, y puedo esperar en ti y pedir confiadamente tu ayuda en todo momento” (Sal. 43). O, tal vez, “Te alabo Dios porque eres todo poderoso y has prometido que nada ni nadie me podrá separar de tu amor que es en Cristo Jesús” (Ro. 8:37-39).
- En segundo lugar, te animo a tener un amigo de oración (si es que no lo tienes) y a confiar cada vez más tus debilidades y victorias a tu iglesia local. Como hemos recordado, no estamos solos. Dios nunca nos abandona. Hemos sido unidos Cristo para siempre. Y Dios nos ha hecho parte de una familia espiritual que tiene el propósito de ayudarnos a crecer en amor y en nuestra semejanza a Cristo (Ef. 4:12-16). Por tanto, en lugar de aislarte cuando estás pasando por una dificulta (lo cual puede una respuesta natural de la carne), acércate a los que Dios puso a tu lado, a tu iglesia, para ayudarte a esperar en el Señor y recordarte que Él es nuestro ayudador.
Salmo 43. “Dios, espero en ti porque solo tú puedes ayudarme”
PREGUNTAS DE REPASO
- Según lo presentado en este estudio, ¿Por qué razones los salmos 42 y 43 deberían estudiarse juntos?
- ¿Cuáles son las frases sencillas que resumen el tema del salmo 42 y 43 en una oración? ¿de qué manera se complementan?
- ¿Cuáles son las dos peticiones que el salmista le presenta a Dios?
- Según el salmo 43, el salmista podía animarse a esperar pacientemente en Dios porque confiaba que Él le daría nuevas oportunidades para alabarle en Jerusalén (en el Templo). Hoy, los creyentes, tenemos la bendición de adorar a Dios en todo lugar sin esperar estar presentes en un lugar específico (Jn. 4:19-26). Por tanto, alabemos al Señor ahora mismo, esta noche. Y, para ello: ¿Puedes compartirnos algunos motivos por los cuales podemos alabar al Señor este día? ¿Qué atributos de Dios te han hecho alabar al Señor hoy? ¿Qué promesas de Dios han animado tu corazón este día?
- ¿Cuál de las aplicaciones propuestas te llamó más la atención? ¿Te sientes identificado con alguna de ellas?