Jehová, ayúdanos a ver la belleza de nuestro Rey
El salmo 45 es un salmo real. Debemos recordar que los salmos reales son canciones (u oraciones) que tienen como argumento predominante la figura del Rey divino (Dios, el Rey de todo), o el rey teocrático (los reyes ungidos del linaje de David). Este salmo tiene una estructura y composición llenas de escenas sensacionales y esplendidas enfocadas en un encuentro maravilloso entre el rey y su novia. El salmo tiene como personaje principal al rey a quien va dirigido el poema, y quien espera en su glorioso y fantástico palacio el encuentro con su novia. El salmo se divide en tres partes principales:
- Caracterizando al rey vv. 2-9
- Caracterizando a la novia vv. 10-15
- Boda esplendorosa en el palacio real vv. 16-17
Tras el poema que se desprende del salmo 45, es muy probable que el salmista haya sido inspirado presenciando alguna ceremonia matrimonial solemne de uno de los descendientes de David.
1 Rebosa mi corazón palabra buena; Dirijo al rey mi canto; Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero.
El salmo comienza con palabras de gozo y alegría que provienen de un corazón que está visualizando a alguien resplandeciente. En el primer versículo podemos apreciar que las palabras que está recibiendo el salmista por medio de revelación divina no pueden generarle sino gozo y alegría. Esta palabra buena la cual le conmueve profundamente el corazón al autor tiene que ver con una persona en especial, razón por la que dice “por eso recitaré un bello poema acerca del rey” (véase versión NTV), quien es el centro del texto. El salmista es movido a tal grado, que dice de sí mismo que “…mi lengua es como la pluma de un hábil poeta” (véase versión NTV), es decir que está listo para escribir palabras asombrosas acerca de este rey.
2 Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; La gracia se derramó en tus labios; Por tanto, Dios te ha bendecido para siempre. 3 Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente, Con tu gloria y con tu majestad. 4 En tu gloria sé prosperado; Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia, Y tu diestra te enseñará cosas terribles. 5 Tus saetas agudas, Con que caerán pueblos debajo de ti, Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.
Sin perder de vista la entrada al texto, el salmista comienza a describir al rey señalando no solo que es hermoso, sino que es el más hermoso de todos los hijos de los hombres. Esta declaración para nuestra época puede ser algo complicada de entender, ya que nosotros no sabemos lo que un rey significaba para la nación de Israel en términos de esplendor, gloria y admiración. En nuestro contexto actual, estas cosas simplemente no existen, por ende, tenemos que contextualizarnos en la nación de Israel, y profundizar en el pensamiento de aquel tiempo para lograr entender la tremenda admiración y confianza que la figura del rey provocaba al pueblo. Cuando revisamos el contexto de la nación de Israel en el antiguo testamento, visualizamos que el pueblo deseaba ser como las otras naciones respecto a tener un rey que los gobernara. Ellos querían tener una figura humana que los liderara, que les dijera qué hacer, que presentase batalla por ellos (1 Samuel 8:20), por consiguiente, había admiración, alegría y gozo al ver a su rey siendo valiente, victorioso, conforme a la palabra de Dios, y derrotando naciones por el cuidado de la nación. En esta sección el salmista plasma muchos de las características que el pueblo quería del rey, ya que describe a un rey valeroso, victorioso, con gloria y majestad quien es bendecido para siempre por Dios por su buen actuar.
6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre; Cetro de justicia es el cetro de tu reino. 7 Has amado la justicia y aborrecido la maldad; Por tanto, te ungió Dios, el Dios tuyo, Con óleo de alegría más que a tus compañeros. 8 Mirra, áloe y casia exhalan todos tus vestidos; Desde palacios de marfil te recrean. 9 Hijas de reyes están entre tus ilustres; Está la reina a tu diestra con oro de Ofir.
En estos versículos apreciamos como el salmista entrelaza a Dios con el rey ungido mediante una descripción en particular, la justicia. El salmista revela que el trono de Dios no solamente es eterno, sino que su emblema principal es la justicia, por lo tanto, se goza de la bendición que ha recaído sobre el rey debido a la justicia que éste ha seguido. El autor nota que el favor que se le ha concedido al rey va más allá del favor concedido a cualquier otro, y describe una escena de gran gloria y majestuosidad caracterizadas por un ambiente real extraordinario.
10 Oye, hija, y mira, e inclina tu oído; Olvida tu pueblo, y la casa de tu padre; 11 Y deseará el rey tu hermosura; E inclínate a él, porque él es tu señor. 12 Y las hijas de Tiro vendrán con presentes; Implorarán tu favor los ricos del pueblo. 13 Toda gloriosa es la hija del rey en su morada; De brocado de oro es su vestido. 14 Con vestidos bordados será llevada al rey; Vírgenes irán en pos de ella, Compañeras suyas serán traídas a ti. 15 Serán traídas con alegría y gozo; Entrarán en el palacio del rey.
En la siguiente sección, versículo decimo al décimo quinto, el salmista centra su poema en la prometida, donde describe un proceso formidable que culmina en el palacio del rey. Primeramente, el salmista expresa un consejo personal a la escogida: deja a tu padre y a tu madre. La razón de ello es debido a que el rey anhela su belleza. Luego el salmista sugiere “inclínate a él porque es tu señor”. Esta escena expone como la voluntad del rey predomina ante el pueblo, es decir la voluntad del rey se debe realizar, y no solo esto, sino que hay gozo y alegría en que se realice. Podemos inferir que la novia no está forzada a hacer las cosas que hará, muy por el contrario del texto se desprende una novia sumisa, humilde; una princesa piadosa que se inclina a su rey con tremendo gozo, la cual luce gloriosa en su vestido dorado, y que con sus hermosos vestidos es llevada a su rey en compañía de sus damas de honor. Que suspiro y que emociones más hermosas debieron haber pasado por aquella novia al vivir una procesión tan resplandeciente; ¡Que esplendida debió lucir esta novia para presentarse ante el rey en su propio palacio!
16 En lugar de tus padres serán tus hijos, A quienes harás príncipes en toda la tierra. 17 Haré perpetua la memoria de tu nombre en todas las generaciones, Por lo cual te alabarán los pueblos eternamente y para siempre.
Finalmente, el autor hace un especial énfasis sobre el legado del rey; sus hijos serán los siguientes gobernantes y quienes se sienten en su trono haciendo memoria de él por toda la tierra. El resultado de todo este grandioso capítulo lleno de elegancia, encanto y fascinación es que el rey ungido será recordado y honrado eternamente y para siempre.
Podemos resumir el salmo 45 en la siguiente oración: “Dios, ayúdanos a ver la belleza de nuestro Rey”.
¿Cómo podemos aplicar este salmo a nuestras vidas hoy en día?
Ahora, tenemos que recordar que las escrituras no tienen como propósito hablar principalmente de hombres, sino de Jesús (Juan 5:39), “Podemos asumir, entonces, que el poeta está escribiendo a un rey judío específico, cuya identidad es desconocida, pero podemos apreciar que mira hacia adelante al rey prometido quien es perfecto y con un reino eterno que fue presagiado por la monarquía judía.” (Boice).
- Una de las aplicaciones que podemos recoger de este salmo real es el gozo, y con esto me refiero al gozo que debe generarse al pensar y meditar en nuestro Rey Jesús. Si en el salmo visualizamos el tremendo gozo que le produjo al salmista apreciar a aquel rey humano, ¿cuánto más nosotros deberíamos gozarnos contemplando al Rey Jesús? La pregunta que debemos hacernos es ¿Medito en el Rey Jesús? ¿Es el Rey Jesús la fuente de mi gozo y alegría? ¿Es por el Rey Jesús por quien aún mis lagrimas emanan ya sea por gozo, quebrantamiento, o arrepentimiento? Si queremos encontrar el verdadero gozo, entonces tenemos que centrar nuestro pensamiento en Jesús (Salmos 16:11, Salmos 118:24, Filipenses 4:4).
- Por otro lado, mientras que el autor se transforma en una especie de hábil poeta describiendo al rey de aquel tiempo, el apóstol Juan nos dice que referente a las obras del Rey Jesús “…si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25). ¿Nos hemos convertido en escribas que tienen la pluma lista para escribir sobre el Rey Jesús? ¿O en poetas que están listos para hablar al mundo entero acerca de Su verdadero Rey, a quien han olvidado y traicionado? En un mundo hueco, triste, donde cada ser humano está separado de Dios, cuanto más tenemos que estar preparados para hablar del Rey Jesús. La pregunta es ¿Conocemos bien al Rey de Reyes como para hablar de Él? ¿Conocemos Su voluntad como para dar testimonio de ella?
- Otra aplicación importante para considerar es lo que el salmista indica en el segundo versículo referente a la gracia con la que hablaba este rey. Si las palabras de éste eran bien recibidas por el pueblo, ¿Cuánto más la iglesia debería recibir con alegría las palabras del Rey Jesús? La Biblia nos dice que las multitudes al oír a Jesús se admiraban de Su doctrina (Mateo 7:28, Marcos 1:22, Lucas 4:32), se maravillaban (Mateo 13:54, Marcos 5:20, Marcos 7:37, Marcos 12:17, Lucas 4:22, Lucas 8:25, Jun 7:15) y se escandalizaban de Él (Mateo 13:57). Además, ¿Qué rey podrá decirle a los vientos y a los mares que se sosieguen y que éstos obedezcan? ¿Qué rey podrá decirle a un muerto que se levante y éste le haga caso? En un mundo caído el cual se caracteriza por estar lleno de jueces acusadores, los cristianos cuanto más tenemos que ir al Rey Jesús para que nos llene de palabras de vida eterna, ya que nadie más que Él las puede brindar (Juan 6:68). En una situación de emergencia, ya sea en tu trabajo, en tu matrimonio, con tus hijos ¿A quién estas escuchando? ¿es el Rey Jesús tu Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz en tu vida? (Isaías 9:6)
- Una de las aplicaciones en las que más me gusta meditar es en lo victorioso que es el Rey Jesús. A diferencia de los reyes de Israel que de alguna u otra manera padecieron derrotas, y que al final de cuenta no eran más que hombres llenos de debilidades, miedos y fracasos, según su condición humana, El Rey Jesús no conoce la derrota, ni padece debilidades, ni tiene miedos ni fracasos. El Rey Jesús, el Rey de toda gloria, muy por el contrario, tiene un trono que está afirmado desde siempre, y para siempre, y que su emblema, su estampa es la justicia. El Rey Jesús no conoce de derrotas, no conoce lo que eso significa, simplemente todo lo que quiere lo hace (Salmos 135:6, Salmos 115:3, Job 42:2), no tiene miedos puesto que ÉL gobierna, nadie más gobierna por sobre ÉL (Salmos 66:7, Salmos 22:28, 1 Crónicas 29:12, 2 Crónicas 20:6), no tiene debilidades, ni miedos, por el contrario ÉL domina todos los reinos del mundo (Daniel 4:32, Salmos 66:7, Salmos 103:19). Todas estas verdades sin duda llenarán de gozo al alma cristiana, puesto que hablamos de nuestro Dios, de nuestro Rey, no de alguien lejano, sino del Rey que nos ha adquirido con Su propia sangre (1 pedro 2:9). El Rey Jesús nos llama a identificarnos con ÉL, por lo tanto, la iglesia es victoriosa no por lo que la iglesia en si misma vale o ha hecho en esta tierra, sino por lo que Su Rey ha hecho por ella, y estamos confiados que las puertas del Hades no prevalecerán sobre ella (Mateo 16:18). Nosotros los que creemos, debemos identificarnos con nuestro Rey, quien es siempre y por siempre victorioso.
- Desde que nacemos en este mundo, la gran mayoría de nosotros constantemente fuimos bombardeados de distinta manera por nuestros padres (hogar no creyente), amigos, profesores, amigos, etc., por mentiras sembradas cientos de años en el pasado, las cuales ellos también heredaron, y que son la corriente de este mundo. Así como todos ellos, también estábamos perdidos en el mundo, sepultados por nuestros crímenes, transitando la senda de la muerte, y perteneciendo al reino de las tinieblas; nunca conocimos al Rey verdadero. A lo largo de nuestra vida, quizás muy pocos de nosotros escuchamos acerca del reino de los cielos, lamentablemente en vista de nuestra esclavitud tampoco nos importó saber más ni de aquel reino, ni del Rey de aquel reino. Pienso que llegar a la plena comprensión de que el Rey de aquel reino, el Rey verdadero, haya descendido al mundo dejando su gloria, en otras palabras despojándose de sus ropas reales, de Su Trono resplandeciente, de Su Corona real, y humillarse de la manera que lo hizo, de rebajarse de la manera que lo hizo, de vivir de la manera que lo hizo, de amar de la manera que lo hizo, de morir de la manera que lo hizo, y de triunfar de la manera que lo hizo no puede impactar el alma del cristiano en mayor profundidad que saber lo que El Rey Jesús ha hecho por él, por eso Pablo dice en Gálatas “…Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo…” (Gálatas 6:14). Al saber que el mismo Rey vino a morir en nuestro lugar, no podemos sino estallar en alabanzas hacia el Rey.
- Por último, ¿Has pensado que eres parte de la iglesia que se prepara para el encuentro con Su Rey? ¿Has pensado que el Rey la amó de tal forma, que derramo Su propia sangre por ella para limpiarla, al fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha (Efesios 5:27)? Debemos siempre recordar lo que nuestro Rey ha hecho por nosotros, y de esta manera vivir preparándonos para nuestro glorioso encuentro con Él; ¡preparémonos para nuestro esposo, Él viene y no tarda!
Preguntas de repaso
- ¿Conozco al Rey Jesús? ¿Por qué sí o por qué no?
- ¿Dedico tiempo para meditar sobre mi Rey Jesús? ¿Me recreo pensando en Él? ¿Será necesario apartar un tiempo para hacerlo?
- ¿Existe algo que se esté interponiendo para entrar en el gozo de presentarme delante del Rey? ¿Tengo que tomar decisiones respecto a esto?
- ¿Estoy preparado para hablar del Rey? ¿Lo conozco bien para dar testimonio de Él? ¿Estoy entusiasmado de tener oportunidades de hablar del Rey Jesús en distintos lugares, o más bien siento miedo y vergüenza de hacerlo?
- En momentos difíciles ¿a quién estoy acudiendo para escuchar consejos? ¿Es el Rey Jesús mi Admirable consejero?
- ¿Me identifico con el Rey Jesús? ¿Me identifico con Su victoria? ¿Me gozo de Su victoria? ¿me identifico con Él de modo de querer seguir Sus pasos?
- ¿Estoy viviendo en adoración al Rey Jesús por lo que hizo por mí? ¿Entiendo lo que el Rey hizo por mí?
- ¿Estoy orando por la iglesia, por quien el Rey Jesús murió para que ésta viva en santidad? ¿Me estoy preparando para la venida del Rey Jesús en mi vida personal?