Orando los salmos: Salmo 74

Salmo 74: “Dios, tuya es la salvación y la justicia”.

El salmo 74 es un lamento nacional que combina el clamor y la confianza de un pueblo que, mientras contempla con frustración el éxito que han tenido los enemigos de Dios e Israel (vv. 1-11), ora con la esperanza de que pronto llegue el día cuando Dios extienda su mano poderosa para salvar a Su pueblo, y para juzgar y vengar las maldades de Sus enemigos (vv. 12-23). El salmo 74 parece haber sido escrito durante el periodo que Judá estuvo cautivo en Babilonia, después de que el Templo en Jerusalén fuera destruido por ellos (cp. 2 R. 25). Y de ser así, la oración contenida en este salmo expresa con mucha precisión el clamor de un pueblo que se siente abandonado por Dios y entregado en las manos de sus enemigos. Sin embargo, como un rayo de luz en medio de la oscuridad, el autor de este salmo le recuerda a la congregación que Jehová es el Rey de Israel y el Dios de todo poder, por lo que no dejará abandonado a Su pueblo, no dejará Su pacto sin cumplimiento, ni pasará por alto las rebeliones y violencias de los enemigos. En una frase sencilla, el tema del salmo 74 se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, tuya es la salvación y la justicia”.

EXPLICACIÓN DEL SALMO

1 ¿Por qué, oh Dios, nos has desechado para siempre?
¿Por qué se ha encendido tu furor contra las ovejas de tu prado?
2 Acuérdate de tu congregación, la que adquiriste desde tiempos antiguos,
La que redimiste para hacerla la tribu de tu herencia;
Este monte de Sion, donde has habitado.
3 Dirige tus pasos a los asolamientos eternos,
A todo el mal que el enemigo ha hecho en el santuario.
4 Tus enemigos vociferan en medio de tus asambleas;
Han puesto sus divisas por señales.
5 Se parecen a los que levantan
El hacha en medio de tupido bosque.
6 Y ahora con hachas y martillos
Han quebrado todas sus entalladuras.
7 Han puesto a fuego tu santuario,
Han profanado el tabernáculo de tu nombre, echándolo a tierra.
8 Dijeron en su corazón: Destruyámoslos de una vez;
Han quemado todas las sinagogas de Dios en la tierra.
9 No vemos ya nuestras señales;
No hay más profeta,
Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, nos afrentará el angustiador?
¿Ha de blasfemar el enemigo perpetuamente tu nombre?
11 ¿Por qué retraes tu mano?
¿Por qué escondes tu diestra en tu seno?

El salmo 74 comienza con una serie de preguntas (v.1) que ponen en relieve la preocupación del pueblo por entender las razones de sus calamidades. Es como si el pueblo dijese: “¿Oh Dios, por qué está sucediendo todo este mal? ¿Será que te has olvidado de nosotros? ¿Nos has abandonado del todo?” Y hablando en términos como si esto pudiese ser una posibilidad, en los versículos 2 y 3, el pueblo pide al Señor y Pastor de Israel que se acuerde de ellos, y que les visite para que vea todo lo que los enemigos han hecho.
A partir del versículo 4 hasta el 8, el salmista y todo el pueblo continua su oración a Dios señalando el accionar del enemigo y los peligros a los que están expuestos. En estos versículos se dice que los enemigos han tomado control del pueblo de Dios con violencia, han levantado sus banderas en el territorio de su heredad (v. 4), han profanado y destruido del templo en Jerusalén (vv. 6,7), y han eliminado cualquier instancia de reunión para pueblo (v.8). Situación que los lleva a la pregunta: ¿Hasta cuándo, oh Dios? ¿Cuándo harás justicia en medio de toda esta maldad? 

12 Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo;
El que obra salvación en medio de la tierra.
13 Dividiste el mar con tu poder;
Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas.
14 Magullaste las cabezas del leviatán,
Y lo diste por comida a los moradores del desierto.
15 Abriste la fuente y el río;
Secaste ríos impetuosos.
16 Tuyo es el día, tuya también es la noche;
Tú estableciste la luna y el sol.
17 Tú fijaste todos los términos de la tierra;
El verano y el invierno tú los formaste.

En el versículo 12 el autor de este salmo introduce un cambio en el pensamiento. “Pero Dios es mi rey desde tiempo antiguo; El que hace obras de salvación en medio de la tierra”, dice el salmista; quién, a su vez, sabe que el Dios a quién el pueblo clama no es impotente, al contrario, es todopoderoso. Y siguiendo esta misma línea de argumento, entre los versículo 13 al 17, el salmista reconoce el poder de Dios y el señorío que tiene sobre toda la creación.     

18 Acuérdate de esto: que el enemigo ha afrentado a Jehová,
Y pueblo insensato ha blasfemado tu nombre.
19 No entregues a las fieras el alma de tu tórtola,
Y no olvides para siempre la congregación de tus afligidos.
20 Mira al pacto,
Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.
21 No vuelva avergonzado el abatido;
El afligido y el menesteroso alabarán tu nombre.
22 Levántate, oh Dios, aboga tu causa;
Acuérdate de cómo el insensato te injuria cada día.
23 No olvides las voces de tus enemigos;
El alboroto de los que se levantan contra ti sube continuamente.

Fundamentado sobre la base del poder de Dios el salmista guía a la congregación a las peticiones finales, las cuales manifiestan un sentido de urgencia y vigor. “Acuérdate” (vv.18, 22), “no entregues” (v.19), “no olvides” (vv. 19, 23), “mira” (v.20), “aboga” (v.22), y “levántate” (v.22), son expresiones que comunican con urgencia el anhelo del pueblo de que el Señor no pase por alto lo que los enemigos han hecho en Jerusalén. El salmista sabe que un triunfo parmente de los enemigos se constituiría de por sí en una ofensa al nombre y el señorío de Dios (v. 10), por lo que el salmista guía a la congregación a invocar el nombre de Dios para que intervenga nuevamente en la historia (tal como lo hizo en el periodo de la conquista de la tierra) castigue al enemigo y libre a su pueblo de las angustias.

Salmo 74: “Dios, tuya es la salvación y la justicia”.

APLICACIÓN DEL SALMO

Ahora bien, ¿cómo podemos aplicar la oración de este salmo a nuestras vidas?

En primer lugar, el salmo 74 nos recuerda nuestro privilegiado acceso a Dios. Como hemos aprendido, el trato de Dios con el pueblo de Israel tiene múltiples diferencias con el trato que hoy tenemos (la Iglesia) con Dios por medio de Jesús. Antiguamente Israel tenía acceso a Dios por medio de los sacrificios ofrecidos en el altar de Jerusalén. Ese era el único camino seguro para que el pueblo de Dios se acercara a Jehová, quien moraba físicamente en el templo de Jerusalén. Sin embargo, una vez que Israel desobedeció y fue infiel al pacto, Dios los entregó a sus enemigos; quienes, a su vez, quemaron la santa ciudad, destruyeron el templo de Jerusalén, y se llevaron a un numeroso grupo de israelitas a las tierras lejanas de babilonia (Lev. 26 cp. 2Re. 25))

Pensando en ese contexto, tal vez podemos imaginarnos a los cientos de israelitas que se quedaron habitando en una Jerusalén toda destruida y quemada, diciendo: ¿Y ahora, cómo nos vamos a acerca a Dios? ¿Dónde está Él? O tal vez podemos pensar nuevamente en las palabras del salmista, cuando dijo: ¿Por qué nos has abandonado para siempre? (v.1). Sin duda Israel tenía accesos al Dios verdadero, pero una vez que los enemigos destruyeron el templo y el altar perdieron las esperanzas al punto de preguntarse “¿Oh Dios, por qué nos has abandonado?”

Hermanos amados, muy distinto a ellos, los que hemos creído en Cristo tenemos acceso a Dios en todo momento y en todo lugar por medio de nuestro Señor Jesucristo. No importan las circunstancias o el lugar donde nos encontremos, siempre tenemos acceso con confianza a nuestro Padre celestial (He. 10:19-23). Jesucristo está en nosotros y nosotros en Él. Y por ello, no tenemos razones para perder las esperanzas ni la necesidad de preguntarnos: “¿Dios nos ha abandonado?”, porque la verdad que tenemos en Cristo es que Dios estará con nosotros hasta el fin del mundo (Mt. 28:20), y junto a ello, el privilegio de orar a Dios y hablar con Él en todo momento de nuestras vidas y en cualquier lugar del mundo.    

Y, en segundo lugar, el salmo 74 no recuerda la verdad de que Dios es poderoso y un día hará justicia en la tierra y derrotará a todos sus enemigos. Hermanos, es probable que, al ver tanta maldad e injusticia en nuestra sociedad, en más de alguna ocasión nos hallamos preguntado: “¿Por qué razón Dios no deja caer su justicia ahora mismo sobre la tierra?” – ¿Se ha hecho esta pregunta? Si su respuesta es sí, yo sinceramente espero que uste sepa que la respuesta a esta pregunta se haya en “LOS TIEMPOS DE DIOS” y no una supuesta “falta de poder de Dios”. Hermanos, tal vez está demás decirlo pero, que el mundo esté como esté no se debe a un falta de poder de Dios. El Señor no ha perdido control de Su creación ni dominio de su universo. Y el autor del salmo 74 fue muy hábil en recordarle esta misma verdad al pueblo en los versículos 12 al 17. Dios es el Rey y Señor de Su creación. Eso no ha cambiado ni va a cambiar nunca. Por tanto, nunca dudemos de la soberanía de Dios ni nos dudemos del poder de Dios cuando la injusticia y el terror crece en este mundo; más bien, afirmemos nuestros corazones con la verdad de que el Dios soberanos obrará cuando sea el tiempo, Su tiempo; y cuando llegue el momento que Él quiera hacer manifiesto Su eterno poder y justicia en medio de la tierra, nada podrá evitarlo. Porque, como hemos aprendido en este salmos, de Dios es la salvación y la justicia.  


PREGUNTAS DE REPASO Y APLICACIÓN

  1. ¿Qué evidencias vemos dentro del salmo 74 que nos hace decir que es un “salmo de lamento nacional”?
  2. Según el estudio, ¿cuál parece ser el contexto histórico del salmo 74? ¿Qué había sucedido en Jerusalén? (cp. 2R. 25 y Sal. 74:4-8)
  3. A partir del versículo 12 hay un cambio dentro del salmo, ¿Qué dice el salmista acerca de Dios? ¿De qué manera estas verdades podría traer aliento al pueblo?
  4. Según los vv. 18 al 23, ¿cuál es la petición final del pueblo? ¿Tiene Dios el poder de llevar a cabo esa petición?
  5. ¿Cuál es la frase sencilla que resume el tema del salmo en una oración?
  6. ¿Cuál de las aplicaciones te llamó más la atención?
  7. ¿De qué otra manera podemos aplicar este salmo a nuestras vidas? ¿Qué verdades que tenemos EN Cristo este salmo te ayuda a recordar?
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