Que toda la gloria sea para Dios

Como cristianos, una petición constante es la salvación de los inconversos. ¿Cómo podemos formar oraciones bíblicas por la salvación de los no creyentes? En 1ª Juan 5:14, el apóstol dice, «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye». Podemos orar con toda confianza cuando pedimos la voluntad de Dios, y sabemos que estamos orando la voluntad de Dios cuando oramos las Escrituras. El propósito de este estudio es ayudarnos a armar oraciones bíblicas por los inconversos.

En primer lugar, podemos orar con confianza pidiendo que toda la gloria sea para Dios. Nuestra oración por los inconversos es que sean salvos, y el motivo de la oración es que Dios sea glorificado.

  • Pablo dice a los filipenses que toda rodilla se doblará en el nombre de Jesús y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre (Filipenses 2:10–11).
  • El himno de alabanza a Dios por la salvación y todas las bendiciones espirituales que tenemos en Cristo, tiene como refrán tres veces, «para alabanza de la gloria de Dios» (Efesios 1:6, 12, 14).
  • Cuando Jesús enseño a sus discípulos a orar, comenzó orando, «Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre» (Mateo 6:9). El concepto de santificar el nombre de alguien es que su fama se extienda, que se reconozca su grandeza, que reciba la honra y la gloria.
  • Pablo termina una oración de bendición con esta frase, «a Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos» (Efesios 3:21). El propósito de la iglesia (los creyentes en Cristo, no el edificio) es que siempre glorifique a Dios en todo momento, no solamente en esta vida, sino por toda la eternidad.
  • Pablo manda a los creyentes en Roma que se reciban «los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios» (Romanos 15:7). Y ¿cómo nos recibió Cristo? Jesús murió por nosotros sus enemigos para que fuésemos suyos, para que glorificáramos a Dios.

El propósito más importante de la salvación es que toda la gloria sea para Dios. Más allá de todas las bendiciones que recibimos en la salvación (la vida eterna, el escape del infierno, el perdón de los pecados, etc.), toda la gloria debe ser para Dios, porque la merece. Dios nos salvó para su propia gloria, y queremos ver a Dios glorificado sobre todo. Por eso, cuando oramos por los inconversos, nuestro primer motivo es que toda la gloria sea para Dios.

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