Dios, te doy gracias por haberme salvado
LECTURA DEL SALMO 116
1 Amo a Jehová, pues ha oído
Mi voz y mis súplicas;
2 Porque ha inclinado a mí su oído;
Por tanto, le invocaré en todos mis días.
3 Me rodearon ligaduras de muerte,
Me encontraron las angustias del Seol;
Angustia y dolor había yo hallado.
4 Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo:
Oh Jehová, libra ahora mi alma.
5 Clemente es Jehová, y justo;
Sí, misericordioso es nuestro Dios.
6 Jehová guarda a los sencillos;
Estaba yo postrado, y me salvó.
7 Vuelve, oh alma mía, a tu reposo,
Porque Jehová te ha hecho bien.
8 Pues tú has librado mi alma de la muerte,
Mis ojos de lágrimas,
Y mis pies de resbalar.
9 Andaré delante de Jehová
En la tierra de los vivientes.
10 Creí; por tanto hablé,
Estando afligido en gran manera.
11 Y dije en mi apresuramiento:
Todo hombre es mentiroso.
12 ¿Qué pagaré a Jehová
Por todos sus beneficios para conmigo?
13 Tomaré la copa de la salvación,
E invocaré el nombre de Jehová.
14 Ahora pagaré mis votos a Jehová
Delante de todo su pueblo.
15 Estimada es a los ojos de Jehová
La muerte de sus santos.
16 Oh Jehová, ciertamente yo soy tu siervo,
Siervo tuyo soy, hijo de tu sierva;
Tú has roto mis prisiones.
17 Te ofreceré sacrificio de alabanza,
E invocaré el nombre de Jehová.
18 A Jehová pagaré ahora mis votos
Delante de todo su pueblo,
19 En los atrios de la casa de Jehová,
En medio de ti, oh Jerusalén.
Aleluya.
INTRODUCCIÓN AL SALMO 116
El salmo 116 es un salmo de acción gracias. Los salmos de acción de gracias son lo opuesto al genero de los lamentos, son una expresión de agradecimiento a Dios por una respuesta o bendición específica. Son los salmos que dicen: “Dios, te doy gracias por…”. Los salmos de gracias también pueden ser individuales o nacionales; es decir, el salmista puede estar orando a Dios estará agradeciéndole por sus bendiciones personales o por las bendiciones dirigidas a la nación de Israel.
En particular, el salmo 116 es una oración de agradecimiento individual donde salmista da gracias a Dios por haberle librado de un peligro de muerte (física). Junto con ello, el salmista también expresa su deseo de presentarse ante Dios en el Templo (v. 19) con su ofrenda de paz para alabar a su Redentor (vv. 13, 17), pagar sus votos y expresar sus alabanzas y acciones de gracias a Dios en medio de Israel (vv. 14, 18).
En una frase sencilla, la idea central del salmo 116 se puede resumir en la siguiente oración: Dios, te doy gracias por haberme salvado.
EXPLICACIÓN DEL SALMO 116
1 Amo a Jehová, pues ha oído
Mi voz y mis súplicas;
2 Porque ha inclinado a mí su oído;
Por tanto, le invocaré en todos mis días.
El salmo 116 comienza con una firme y clara declaración de amor del salmista por Dios debido a que el Señor ha escuchado su oración y ha dado respuesta a sus súplicas. En el verso 2 podemos ver que ese extraordinario gesto divino (escuchar y responder la oración) hace que el salmista se comprometa en adorar al Señor todos los días de su vida, ya que entiende que es una manera de reconocer Su misericordia y de expresar su deseo de estar continuamente en comunión con su amado Señor.
3 Me rodearon ligaduras de muerte,
Me encontraron las angustias del Seol;
Angustia y dolor había yo hallado.
4 Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo:
Oh Jehová, libra ahora mi alma.
5 Clemente es Jehová, y justo;
Sí, misericordioso es nuestro Dios.
6 Jehová guarda a los sencillos;
Estaba yo postrado, y me salvó.
7 Vuelve, oh alma mía, a tu reposo,
Porque Jehová te ha hecho bien.
8 Pues tú has librado mi alma de la muerte,
Mis ojos de lágrimas,
Y mis pies de resbalar.
9 Andaré delante de Jehová
En la tierra de los vivientes.
En los versículos 3 al 9 el salmista presenta la compleja crisis que vivió, las palabras que presentó al Señor en oración, y el contexto que el Señor le salvó. En cuanto a ello, en los versos 3, 6 y 8, el autor comenta que estuvo expuesto a la muerte y destrucción; o dicho de manera poética: “Con angustia fue atado con las cadenas de la muerte y de cara a la puerta del sepulcro” (v.3). Sin embargo, aun estando en esa condición, pudo invocar el nombre de Jehová pidiendo auxilio (v.4), y el Señor, que es bondadoso, justo, y misericordioso lo salvó (vv. 5 y 6). Finalmente, en los versículos 7 y 9, el salmista da testimonio a todos sus contemporáneos que fue por las bondades de Dios que no lo fue quitada la vida sino que ahora anda junto a ellos, y delante de Jehová, “en la tierra de los que viven”.
10 Creí; por tanto hablé,
Estando afligido en gran manera.
11 Y dije en mi apresuramiento:
Todo hombre es mentiroso.
En esta sección el salmista una vez más relata el momento de terror que vivió y las palabras de auxilio que presentó al Señor haciendo énfasis en su fuerte confianza en el Señor. “Creí” escribió el salmista en el verso 10; es decir, “el salmista estuvo confiando en Dios y en el poder que Él ha revelado” y por tanto habló a Dios aun cuando se vio envuelto en gran aflicción. Y luego, en el verso 11, el autor refuerza su fe en Dios y en la veracidad de su persona y actos mediante la siguiente declaración: “Todo hombre es mentiroso”; o dicho de otro modo, en estos versos el salmista está declarando que el cree en Dios porque Él es el único ser confiable, el hombre no. Algo similar dijo Pablo a los romanos en capítulo 3 de su carta cuando escribió: “sea pues Dios veraz y todo hombre mentiroso” (v.4). La idea similar, solo que el autor del salmo 116 dice que en medio de su gran la aflicción, por su conocimiento de Jehová llegó a la conclusión que solo Él es un ser confiable. Solo Dios es digno de toda confianza, Él es verdadero.
12 ¿Qué pagaré a Jehová
Por todos sus beneficios para conmigo?
13 Tomaré la copa de la salvación,
E invocaré el nombre de Jehová.
14 Ahora pagaré mis votos a Jehová
Delante de todo su pueblo.
15 Estimada es a los ojos de Jehová
La muerte de sus santos.
16 Oh Jehová, ciertamente yo soy tu siervo,
Siervo tuyo soy, hijo de tu sierva;
Tú has roto mis prisiones.
17 Te ofreceré sacrificio de alabanza,
E invocaré el nombre de Jehová.
18 A Jehová pagaré ahora mis votos
Delante de todo su pueblo,
19 En los atrios de la casa de Jehová,
En medio de ti, oh Jerusalén.
Aleluya.
Para entender bien estos versículos es necesario recordar algunas cosas que aprendimos en un serie llamada “Templo del Antiguo Testamento”. En estos estudios aprendimos que para acercarse a Dios, el pueblo de Israel siempre tenía que ofrecer distintos sacrificios; o como dijimos tantas veces: “sin sacrificios no hay acceso a Dios”. Ese era el medio que Dios estableció para que Israel se acercara a Dios sin ser consumidos por su santidad. Ahora bien. Y los tantos sacrificios que el pueblo de Dios tenía que ofrecer se encontraban los “Sacrificios de paz” (o sacrificio de comunión). Este tipo de sacrificio eran en mayoría “ofrendas de gratitud a Dios” donde los oferentes ofrecían sobre el altar trozos de carne que luego debía ser comido junto con los sacerdotes. Además de ello, los sacrificio de paz podían ser de dos tipos: (1) Un sacrificio voluntario; es decir, una ofrenda de gratitud a Dios por algo que Dios haya hecho. O, (2) un sacrificio por voto; es decir, un sacrificio que había sido previamente prometido por el oferente en caso de que Dios escuche su oración y obre en conformidad de la petición.
En el salmo 116, y específicamente los verso 12 al 19 vemos que el salmista está comprometiéndose a ofrecer un sacrificio de paz a Dios como el pago de los votos que realizó cuando pidió ayuda al Señor en el momento de su aflicción. Y es más, en los versos 14 y 18, dice explícitamente que cumplirá sus votos al Señor en presencia de todo Su pueblo, por tanto su anhelo es presentarse ante Dios (los atrios de la casa de Jehová) con la vida que Dios le dio para agradecer y adorar a Dios.
Ahora bien, de especial interés son los versos 15 y 16. Ya que en ellos el salmista expresa uno de los aprendizajes que le dejó su experiencia tan cercana a la muerte, y esta es que Dios está especialmente interesado en sus santos, los miembros de su pueblo escogido, de los cuales él es parte (v.16). Y lo sabe porque lo ha experimentado, Dios le libró de una muerte segura y lo bendijo. Dios no quitó de su vista la vida de su siervo, el salmista, porque “estimada es a sus ojos la muerte de sus santos”; es decir, Dios está mirando se cerca el proceso y la muerte de sus escogidos (cp. Sal. 72:14), y en el caso del salmista, Dios no quiso entregarla por completo en manos de los enemigos o de la situación que le aquejaba, sino que le salvó de la muerte. Y por ello, el salmista termina su oración, diciendo: Aleluya; “alabanzas sean dadas al Señor”. Amén.
Salmo 116. Dios, te doy gracias por haberme salvado.

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APLICACIONES DEL SALMO 116 PARA LA IGLESIA
Ahora bien, ¿cómo podemos aplicar el salmo 116 a nuestras vidas?
En primer lugar, el salmo 116 nos anima a agradecer a Dios por la salvación que nos dio en Cristo Jesús.
Hermanos, a pesar de que el autor del salmo 116 no está hablando de la salvación espiritual según el concepto del NT sino que está hablando de una salvación de la muerte física (tal vez producto de una enfermedad o por causa de algún enemigo), es inevitable hacer un paralelo la vida que ahora tenemos en Cristo y pensar en la salvación espiritual que Dios no ha provisto de la muerte eterna que merecía nuestro pecado y nuestras ofensas hacia Dios. En este sentido, podemos pesar: (1) En el salmo 116, Dios salvó de la muerte al salmista moribundo. En nuestro caso, Dios nos salvó cuando estábamos condenados y muertos. (2) En el salmo 116, Dios le dio extendió algunos años más de vida al salmista. En nuestro caso, el Señor nos dio vida eterna y nos libró de nuestra condenación solo por gracia por medio de la fe en Jesús. (3) en el salmo 116, el salmista totalmente agradecido de la vida que Dios le extendió se compromete a alabar al Señor todos los días de su vida. Y, en nuestro caso, ¿no debería ser mucho más? ¿Acaso no deberíamos estar mucho más dispuestos y agradecidos de la obra de Dios y la salvación eterna que nos dio en Cristo Jesús? Hermanos, si el salmista mostró agradecimiento por los años más de vida que Dios le dio, ¿no deberíamos ser mucho más agradecidos por la vida eterna que nos ha sido dada en Cristo?
Y en segundo lugar, el salmo 116 nos recuerda el único y suficiente sacrificio que nos acercó a Dios mediante el ofrecimiento perfecto de Jesucristo en la cruz.
Hermanos, según la ley de Dios señalada el libro de Levíticos, cada israelita debía acercarse a Dios por medio de un sacrificio; ya sea para pedir perdón, ofrecer un fruto de las manos, consagrarse, dar gracias, o pagar un voto. Cada vez, día tras día, y año tras año Israel debía ofrecer sacrificio para acercarse a Dios. En ese contexto, el salmista sabía que para dar gracias a Dios por haberle salvado de la muerte tenía que ofrecer un sacrificio bajo las estrictas y minuciosas leyes de Dios (leer Lev. 7:1-7:20).
Pensando en todo ello, hermanos, ¡Que bendición que Cristo Jesús se haya ofrecido una vez y para siempre y nos haya acercado a Dios para siempre! Ya no necesitamos un templo para acercarnos a la presencia de Dios, ni ofrendas preparadas o bovinas para acercarnos a Dios, no necesitamos un sacerdocio de hombres u otros intermediario para acercarnos a Dios. Jesucristo es suficiente. Y hoy mismo, en este preciso lugar, y solo en el nombre de Jesucristo podemos acercarnos a Dios en oración para dar gracias por la vida que tenemos en Él. ¡Ese es el resultado del único y suficiente sacrificio que Jesucristo ofreció en la Cruz! Y de esto nos recuerda también el autor de carta a los Hebreos en el capítulo 10, que dice: “hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo ofrecida una vez para siempre”, y más adelante dice: “Por tanto, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio de su sangre, y puesto que tenemos en Jesucristo un gran sumo sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero a Dios, mantengamos firme nuestra la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió”.
Hermanos, el salmo 116 nos anima a decir hoy: Dios, te doy gracias por haberme salvado. Y de alguna u otra manera también nos anima a agradecer a nuestro Señor y Salvador Jesucristo que nos ha acercado a Dios para siempre, dándonos vida eterna, solo por gracia por medio de la fe en Él.
Amén.
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