Orando los Salmos: Salmo 118

Dios, te doy gracias porque has sido bueno conmigo

El Salmo 118 es un salmo de acción de gracias a Dios, agradeciendo a Dios por rescatar al salmista de una batalla en que enfrentó la muerte (vv. 10–13). El salmista no se nombra, pero es un rey, el líder de los ejércitos de Israel, quien derrotó a sus enemigos por la misericordia de Dios y volvió a Jerusalén en triunfo, para una celebración de adoración a Dios en su templo.

Acciones de gracias a Dios por su bondad (vv. 1–4)

Lo que nos llama la atención es que, en varias instancias en el salmo, el salmista repite líneas del salmo. Por ejemplo, en los primeros versículos, vemos la frase “para siempre es su misericordia” repetida cuatro veces. El salmista primero declara la misericordia de Dios, y después llama a la nación entera a proclamar su misericordia, luego a los sacerdotes y finalmente a todos los que temen a Jehová.

1Alabad a Jehová, porque él es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.
2 Diga ahora Israel,
Que para siempre es su misericordia.
3 Diga ahora la casa de Aarón,
Que para siempre es su misericordia.
4 Digan ahora los que temen a Jehová,
Que para siempre es su misericordia.

Desde el principio del salmo, vemos que el salmista agradece a Jehová, porque es bueno y porque su amor leal permanece para siempre. El versículo 1 se repite al final, como un cierre en el versículo 29.

Confianza en Dios por su bondad (vv. 5–9)

En la siguiente sección (vv. 5–9), vemos otras instancias de repetición. El autor pasó por peligro, pidió la ayuda de Dios y Dios respondió y le rescató. Por eso, tiene toda confianza en que Jehová esté presente con él.

5 Desde la angustia invoqué a JAH,
Y me respondió JAH, poniéndome en lugar espacioso.
6 Jehová está conmigo; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.
7 Jehová está conmigo entre los que me ayudan;
Por tanto, yo veré mi deseo en los que me aborrecen.
8 Mejor es confiar en Jehová
Que confiar en el hombre.
9 Mejor es confiar en Jehová
Que confiar en príncipes.

La salvación de Dios en la batalla (vv. 10–14)

Los versículos 10 al 14 describen la situación que vivió el rey salmista, una batalla en que enfrentó a las naciones enemigas de Israel (v. 10). Estos ejércitos le rodearon y atacaron como un enjambre de abejas (vv. 11–12), pero Dios le ayudó a derrotar a los enemigos (v. 13), salvándole y protegiéndole como una fortaleza (v. 14).

10 Todas las naciones me rodearon;
Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.
11 Me rodearon y me asediaron;
Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.
12 Me rodearon como abejas; se enardecieron como fuego de espinos;
Mas en el nombre de Jehová yo las destruiré.
13 Me empujaste con violencia para que cayese,
Pero me ayudó Jehová.

14 Mi fortaleza y mi cántico es JAH,
Y él me ha sido por salvación.

La vuelta a Jerusalén después de la derrota (vv. 15–21)

Después de la gran victoria que Dios le dio, el rey conquistador vuelve a la ciudad capital, Jerusalén, en un gran desfile. Acompañado con gritos y canciones (v. 15), el rey y su pueblo dan gracias a Dios por la manifestación de la diestra de su poder (vv. 15b–16). Dios comprobó su grandeza sobre sus enemigos y su bondad para con su pueblo Israel. Dios rescató a su rey de la muerte y preservó su vida, y ahora el salmista dedica su vida para alabar y agradecer a Dios (vv. 17–18). El rey triunfante llama a abrir las puertas de la ciudad de Jerusalén para que pueda entrar en procesión al templo de Jehová para dar gracias (vv. 19–21).

15 Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos;
La diestra de Jehová hace proezas.
16 La diestra de Jehová es sublime;
La diestra de Jehová hace valentías.
17 No moriré, sino que viviré,
Y contaré las obras de JAH.
18 Me castigó gravemente JAH,
Mas no me entregó a la muerte.
19 Abridme las puertas de la justicia;
Entraré por ellas, alabaré a JAH.
20 Esta es puerta de Jehová;
Por ella entrarán los justos.
21 Te alabaré porque me has oído,
Y me fuiste por salvación.

La procesión hacia el templo para alabar a Dios por su bondad (vv. 22–29)

Parece que nadie esperaba que el rey lograra la victoria sobre sus enemigos, porque se compara a sí mismo a un ladrillo malformado que los albañiles descartaron (v. 22). Pero en la bondadosa misericordia de Dios, se ha convertido en la piedra angular. La maravillosa obra de Jehová en la vida del salmista provoca un derramamiento de alabanzas y acciones de gracias a Dios (v. 23) y el rey no puede esperar un minuto más (v. 24). Lidera su desfile por las puertas de la ciudad y sube directamente hacia el templo de Jehová para ofrecer sacrificios de acción de gracias (v. 27). Ahora el rey dirige las alabanzas a Dios, agradeciendo por la victoria y por su bondad, porque para siempre es su misericordia (v. 28). Parece que tenemos un trocito de las alabanzas en los versículos 1–4 (v. 29).

22 La piedra que desecharon los edificadores
Ha venido a ser cabeza del ángulo.
23 De parte de Jehová es esto,
Y es cosa maravillosa a nuestros ojos.
24 Este es el día que hizo Jehová;
Nos gozaremos y alegraremos en él.
25 Oh Jehová, sálvanos ahora, te ruego;
Te ruego, oh Jehová, que nos hagas prosperar ahora.
26 Bendito el que viene en el nombre de Jehová;
Desde la casa de Jehová os bendecimos.
27 Jehová es Dios, y nos ha dado luz;
Atad víctimas con cuerdas a los cuernos del altar.
28 Mi Dios eres tú, y te alabaré;
Dios mío, te exaltaré.
29 Alabad a Jehová, porque él es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.

A la vuelta de una victoria contundente sobre sus enemigos, el rey salmista lidera al pueblo de Israel en una procesión triunfante, entrando en la ciudad de Jerusalén y llegando al templo. Allá el pueblo de Israel y su rey dan gracias a Dios por su bondad, porque para siempre es su misericordia. Podemos resumir el Salmo 118 con esta oración sencilla, “Dios, te doy gracias porque has sido bueno conmigo”.

¿Cómo podemos aplicar el tema principal de este salmo a nuestras vidas?

El Salmo 118 es un himno de gratitud a Dios por su ayuda en una batalla contra los enemigos de Israel. ¿Cómo podemos orar el Salmo 118 hoy en día? Me imagino que escuchamos algunas palabras conocidas cuando leímos el salmo, porque varios versículos aparecen como citaciones en el Nuevo Testamento. El Salmo 118 es citado para cambiar nuestro enfoque del rey salmista hacia el Rey, el Hijo de David, Jesús el Cristo.

El rey victorioso que esperamos es Jesús (vv. 22, 26; Mateo 21).

La multitud en el camino hacia Jerusalén aclamaba a Jesús diciendo, “¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 21:9; Salmo 118:26). La “piedra” rechazada por los edificadores que ahora se convierte en la piedra angular se aplica varias veces sin duda a la persona de Jesús (Mateo 21:42). Pedro, en su testimonio frente a los lideres religiosos judíos, les acusó de rechazar al Mesías, el único Salvador y condenarlo a la muerte (Hechos 4:5–12). Treinta años después, Pedro volvió a meditar en Salmo 118:22 para dar consuelo a los cristianos sufriendo por amor de Cristo. No nos sorprende que el mundo rechace a Jesús, siempre ha sido así, pero Dios le ha escogido y exaltado para ser la piedra angular. De hecho, los que han rechazado a Jesús comparecerán delante de él en el juicio, y en ese momento, no será un ladrillo descartado, sino la roca que aplastará a todo en su camino (1ª Pedro 2:4–8; cp. Mateo 21:44; Daniel 2:34–35, 44–45). Cuando agradecemos a Dios por su bondad, primero le damos gracias por la persona y la obra de nuestro Señor y Salvador, Jesús.

El día del regreso de Jesús a la tierra para reinar en medio de sus enemigos será de gran gozo (v. 24).

Como el regreso del rey conquistador a Jerusalén fue instancia de gozo y celebración, igual será el día en que Jesús venga a la tierra y se pare en el monte de los Olivos (Zacarías 14:4). En aquel día, Jesús entrará en las puertas de Jerusalén y el pueblo de Israel, redimido y restaurado, le recibirá con gozo. Se cumplirán las palabras de Jesús, cuando dijo, “Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 23:39; cp. Salmo 118:26). Pablo anima a los tesalonicenses, diciendo que Jesús “vendrá en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron” (2ª Tesalonicenses 1:10). Cantaremos, “Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él“ (Salmo 118:24). Será un día glorioso— “Amén; sí, ¡ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22:20). Podemos agradecer a Dios por la bondad del futuro seguro a través de nuestro Señor Jesús, el Rey de reyes.

El regreso de Jesús nos llena con confianza frente las amenazas de los hombres (v. 6; Hebreos 13:6).

Pensando en la futura venida de Jesús nos llena de gozo y anticipación, pero ¿qué de ahora mismo? Salmo 118 no es solo para esperar la bondad de Dios en el futuro, sino contar con la misericordia de Dios hoy día. El autor de Hebreos se dirige a hermanos que han sufrido el despojo de sus bienes con gozo y ahora se enfrenta más persecución por seguir creyendo en Jesús. En estas tinieblas, el autor cita Salmo 118:6, “de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:6). Dios siempre ha sido bueno con nosotros. Podemos depender de su misericordia. ¿Qué hay que temer? ¡Jehová está con nosotros! Podemos agradecer a Dios por su bondad en el pasado y depender de su misericordia en el futuro.

Dios, te doy gracias porque has sido bueno conmigo.

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