Orando los Salmos: Salmo 119

Dios, ¡cuánto amo tu Palabra!

El Salmo 119 es el salmo más conocido del libro de los salmos, porque es el más largo, son 176 versículos. Se clasifica como salmo de sabiduría, porque tiene como su tema central el temor de Jehová. El temor de Jehová es el principio de la sabiduría (Salmo 111:10; Proverbios 1:7; 9:10) y consiste en conocer a Dios y responder a Él en la manera correcta. El salmo 119 nos ayuda a entender el cómo del temor de Dios: cómo podemos conocer a Dios y responder correctamente—por medio de su Palabra.

El acróstico del Salmo 119

Como un poema, debemos entender y apreciar la poesía del salmo 119. La poesía no es un medio eficiente para comunicar muchos detalles técnicos, sino para decir algo sencillo en una manera hermosa. Nos llama la atención la forma del salmo, veintidós secciones de ocho versos cada una. Todas las secciones tienen encabezados que corresponden a las letras del abecedario hebreo, y todos los versos comienzan con esa letra (hebrea). Obvio que no podemos ver este detalle en una traducción, pero el autor dedicó mucho tiempo y diligencia en crear un poema hermoso y ordenado. Esta forma de salmo se llama acróstico, porque las primeras letras corresponden al alfabeto hebreo.

La unidad del Salmo 119

Un asunto que hemos enfatizado desde el principio de nuestro estudio de los salmos es que los salmos son unidades, es decir, que debemos entender el todo del salmo. En el salmo 119, encontramos un desafío muy grande por la largueza del salmo, pero tenemos que recordar que el salmo fue escrito a propósito para leerlo todo (desde la A hasta la Z, digamos). El salmo 119 es una unidad.

¿Cómo debemos leer el Salmo 119?

Aunque es largo, debemos leer el salmo como unidad. Una buena ilustración es un collar de perlas. La hermosura de un collar de perlas no es examinar cada perla, sino apreciar la simetría y la belleza de todas las perlas. Así es el salmo 119: la idea no es extraer 176 enseñanzas distintas del salmo, sino apreciar la hermosura del tapiz y el arte de los hilos entrelazados.

Debemos entender que hay un tema central, y debemos leer el salmo 119 meditando en ese tema. Es obvio que a primera vista el tema central es la Palabra de Dios. Encontramos varios sinónimos de la revelación de Dios en el salmo.

  • La ley de Jehová
  • Sus testimonios
  • Sus caminos
  • Sus mandamientos
  • Sus estatutos
  • Sus juicios
  • Sus palabras
  • Sus dichos

En todo el salmo, el salmista ensalza la Palabra de Dios y enfatiza su importancia para la vida cotidiana. Podemos resumir el salmo 119 con esta frase sencilla: “Dios, ¡cuánto amo tu Palabra!”

¿Por qué es tan importante la Palabra de Dios?

En primer lugar, la Palabra de Dios hace posible que conozcamos a Dios. La Biblia es la fuente más profunda para responder la pregunta, ¿Quién es Dios? Conocemos a Dios por medio de su Palabra, porque es en su Palabra que Dios se ha revelado. Si queremos conocer a Dios, amamos a su Palabra, pues en ella Dios se nos revela. Por ejemplo:

  • Dios es justo en todos sus juicios (vv. 7, 39, 75, 137, 164)
  • Dios reprende a los soberbios (v. 21)
  • Dios es todo lo que necesitamos (vv. 57–58)
  • Dios manifiesta su fidelidad por toda la tierra (vv. 64, 90)
  • Dios es bueno y hace lo bueno (vv. 65, 68)
  • Dios es nuestro Creador (v. 73)
  • Dios está presente (v. 151, 168)

En segundo lugar, la Palabra de Dios nos hace saber cómo responder a Dios. ¿Qué quiere Dios que hagamos? La Palabra de Dios nos da las respuestas, explicando cómo debemos vivir en el temor de Jehová. Por ejemplo:

  • No hagamos iniquidad (vv. 3, 133)
  • Limpiemos nuestro camino (v. 9)
  • Busquemos a Dios con todo el corazón (vv. 10, 148)
  • No pequemos contra Dios (v. 11)
  • Gocémonos en el camino de Dios (vv. 14, 70, 162)
  • Recibamos consejo de los testimonios de Dios (v. 24)
  • Apartémonos del camino de la mentira (vv. 29, 104)
  • en obediencia hasta el fin (v. 33, 44, 102, 112)
  • No veamos la vanidad (v. 37)
  • Confiemos en lo que Dios nos ha prometido (vv. 49–50, 114)
  • Hablemos sus dichos (v. 172)

Por eso, podemos decir con el salmista, “Dios, ¡cuánto amo tu Palabra!”

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