QUÉ ES Y CÓMO PARTICIPAMOS EN ELLA
Como discípulos de Jesucristo, reconocemos su señorío sobre todas las cosas, y queremos darle el primer lugar en todo, inclusive en cuanto a nuestro dinero. Por eso, cuando abarcamos el tema de la ofrenda de la iglesia neotestamentaria, queremos saber lo que dice la Palabra de Dios sobre ella.

¿Qué es el diezmo en el Antiguo Testamento?
En primer lugar, para disipar alguna confusión, debemos identificar qué es el diezmo según el Antiguo Testamento. En la ley de Moisés, Dios mandó que los israelitas trajesen a los levitas el diezmo de su ganado o cosecha (Levítico 27:30–33; Deuteronomio 12:17–18) cada año cuando los varones fueron a Jerusalén. Este tenía por lo menos tres propósitos para la nación de Israel. Funcionó como un impuesto anual de propiedad dentro de la teocracia de Israel. Además, proveyó sustento físico para los levitas y sacerdotes que trabajaban en el tabernáculo y templo. Los animales y cosecha que llegaron por el diezmo los sostuvieron. Sobre todo, el diezmar como israelita bajo la ley de Moisés demostró la fe personal y obediencia a Dios, creyendo en Dios y viviendo conforme con su mandamiento.
El diezmo no se menciona en el Nuevo Testamento excepto cuando se refiere al diezmar del Antiguo Testamento. Dos veces Jesús hablaba de la costumbre de los fariseos de diezmar, hasta las hierbas (Mateo 23:23; Lucas 11:42). El autor de Hebreos compara a Jesús con Melquisedec en el capítulo 7, y cuenta cómo Abraham pagó el diezmo del botín después de su victoria sobre los reyes (Génesis 20). Sin embargo, el Nuevo Testamento nunca habla más del diezmo y en ningún lugar manda a la iglesia a diezmar.
¿Qué es la ofrenda según el Nuevo Testamento?
El Nuevo Testamento sí habla de ofrendas y la costumbre de dar dentro de las iglesias para el alivio de las necesidades de los hermanos. Vemos un ejemplo en vivo de una ofrenda que Pablo recogía de las iglesias gentiles para las iglesias en Judea. Las iglesias en los alrededores de Jerusalén experimentaban una escasez debido a la persecución de los líderes de los judíos (Hechos 11:27–12:1). Por eso, Pablo animaba a las iglesias gentiles de las regiones de Galacia, Macedonia (la región de Filipos, Berea y Tesalónica) y Acaya (donde estaban ubicadas las ciudades de Corinto y Cencreas) a ofrendar para las necesidades de sus hermanos judíos (Romanos 15:25–28; 1ª Corintios 16:1–4).

Es importante recordar que estos cristianos gentiles nunca conocieron a los hermanos judíos y nunca los conocerían en esta vida. Pablo, Tito, y un hermano sin nombre iban a llevar la ofrenda de Corinto a Jerusalén, un viaje de 3.000 km (2ª Corintios 8:18–21).
En 2ª Corintios 8–9, encontramos las instrucciones que Pablo dio a la iglesia en Corintio en cuanto a la recogida de la ofrenda. Envió a Tito para recibir la ofrenda de los corintios antes de que llegase (1ª Corintios 16:2; 2ª Corintios 8:6; 9:3–5). Pablo evitaba mandar que los corintios diesen porque quería que la ofrenda surgiese de su corazón, sin presión (2ª Corintios 8:8). Sobre todo, quería que la administración del dinero fuese irreprochable (2ª Corintios 8:18–23). Pablo quería que las iglesias vigilasen su propia ofrenda y que todo fuese hecho con toda honestidad, delante del Señor y de los hombres. Sobre todo, Pablo quería que su administración de la ofrenda fuese transparente para todos, pero el dar de los hermanos privado, entre Dios y ellos mismos.
En 2ª Corintios 8:1, Pablo describe el ministerio de esa ofrenda como una “gracia” que Dios había dado a las iglesias. Ofrendar en la iglesia neotestamentaria es un ministerio de gracia porque, primero, todos hemos recibido la gracia de Dios en numerosas maneras (por ejemplo, la salvación, la vida, la salud, las necesidades básicas de la vida, etc.). Segundo, al ofrendar, tenemos el privilegio de mostrar gracia a nuestros hermanos. En tercer lugar, los que reciben esta muestra de la gracia a su vez dan gracias a Dios. Por eso, la ofrenda es un ministerio de gracia desde el principio hasta el fin.

¿Cómo participamos en la ofrenda de la iglesia?
Ahora ¿cómo debemos ofrendar en nuestra iglesia? Si Dios nos ha concedido esta gracia—la oportunidad y la habilidad para ofrendar, ¿cómo lo debemos realizar? Podemos sacar por lo menos ocho principios bíblicos de las instrucciones de Pablo a la iglesia en Corintio, los cuales podemos aplicar en nuestro dar.
- Damos a Dios primero (2ª Corintios 8:5; Filipenses 4:18)
- Damos en obediencia a Dios (2ª Corintios 9:7)
- Damos sacrificialmente (2ª Corintios 8:2–3, 9)
- Damos proporcionalmente con lo que Dios nos ha bendecido (2ª Corintios 8:12–15; 1ª Corintios 16:2)
- Damos intencional y regularmente (1ª Corintios 16:2; 2ª Corintios 9:5, 7)
- Damos para edificar el cuerpo de Cristo (2ª Corintios 8:4; 9:2, 8)
- Damos para que otros hermanos agradezcan a Dios (2ª Corintios 9:11–12)
- Damos sabiendo que Dios lo ve todo y nos recompensará (2ª Corintios 9:6, 10–11)


Ofrendar en la iglesia neotestamentaria es un privilegio dado por Dios. ¡Gracias a Dios por su don inefable! (2ª Corintios 9:15).

