Romanos 16:25–27
¿Cómo podemos imitar esta oración de Pablo?
Primeramente, creo que debemos orar así por los misioneros a quienes apoyamos. Romanos 15:30–33 es una oración muy buena cuando nos ponemos a orar por nuestros misioneros. Pedimos que estén seguros de los que quieren dañarles e impedir el avance del evangelio. Pedimos que su sacrificio y su mensaje sea aceptado por los a quienes sirven. Pedimos que lleguen bien a su destino y que encuentren refrigerio allá en el Señor.
Primeramente, debemos recordar adorarle a Dios en la oración. Sí, tenemos toda confianza acercarnos a Dios por medio de la persona y la obra de Jesús. A la vez, Dios no es nuestro compadre, es el Creador Todopoderoso, el Santísimo. Debemos reverenciar a Dios en la oración, adorándole y alabándole por su grandeza y su bondad.
En segundo lugar, debemos pedir que Dios siga afirmándonos en la verdad del evangelio. Debemos seguir recordando la gracia y la misericordia de Dios en salvarnos. Estábamos muertos en nuestros pecados, pero Dios nos dio vida en Cristo. Éramos los hijos de la ira, pero con Cristo estamos sentados en los celestiales (Efesios 2:1–7). Nunca podemos olvidar la gracia de Dios en salvarnos.
Tampoco podemos olvidar que Dios está perfeccionando la buena obra que comenzó en nosotros. Sigue salvándonos del pecado en nuestras vidas, obrando en nosotros, dándonos el querer como el poder para cumplir su voluntad (Filipenses 2:13).
Debemos recordar que la obra de Dios no estará completa hasta que estemos con Jesús en la gloria. En ese momento, seremos semejantes a Jesucristo, nuestro Salvador, porque le veremos tal como es (1ª Juan 3:2). Podemos confiar en el evangelio porque a los que Dios predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó (Romanos 8:30).
Como Pablo, nosotros también debemos orar, pidiéndole a Dios que siga afirmándonos en la verdad del evangelio.

¿Qué significa que Dios que siga afirmándonos en el evangelio?
- Que no olvidemos y nunca dejemos de agradecer a Dios por la salvación. Que sigamos orando por la salvación de nuestros vecinos, colegas, compañeros y familiares.
- Que sigamos creciendo en nuestra obediencia a la fe, luchando contra el pecado. Que nos animemos unos a los otros a abstenernos de los deseos carnales que batallan contra el alma y a mantener buena nuestra manera de vivir entre los inconversos (1ª Pedro 2:11b–12a).
- Que andemos por fe, no por vista, viviendo por la eternidad. Que recordemos que nuestro futuro es con Cristo, que las pruebas, dolores y dificultades por las cuales pasamos ahora son temporales.