El primer salmo del libro de los Salmos es una introducción para todos los tesoros de sabiduría que encontramos en los salmos. Nos presenta dos hombres, su forma de tomar decisiones y sus fines.
Este salmo es el primer ejemplo de un salmo de sabiduría. Habla de las bendiciones de obedecer la ley de Jehová y las bendiciones de una vida sabia. Viendo las líneas de este poema hebreo, podemos ver claramente que el salmista nos presenta a dos hombres, uno que vive sabiamente y el otro no. También nos presenta el contraste entre los sabios y los necios, los que temen a Dios—conociéndole y respondiéndole correctamente—y los que viven según sus propios pensamientos.
El justo (vv. 1–2)
Los primeros dos versículos de este salmo describen a un hombre que no escucha el consejo de los malos, que no anda por el corriente de su pensar, ni se rodea de los malos. Al principio es posible que pensemos que esta persona es un recluso, un ermitaño, fuera de contacto con el mundo actual. ¿Por qué vive contra culturalmente?
El versículo 2 nos dice que en vez de ingerir todo lo que diga el mundo, este hombre banquetea en lo rico de la revelación de Dios. No tiene tiempo para la palabrería sin fin del mundo, sino deleita en leer y escuchar lo que dice Dios. Y no es que solamente lee la Biblia en el culto los domingos, sino todos los días, en todo momento está meditando en la Palabra de Dios. La lee en la mañana, la ora sin cesar durante el día, la memoriza y la repite en su mente, la canta. Su día está empapado de lo que ha revelado Dios, por eso, no hace caso a lo que anuncia el mundo.
Debemos notar que el salmista nos dice específicamente que es la ley de Jehová que ha captado su atención, o lo que llamamos el Pentateuco, los primeros cinco libros de la Biblia. ¿Por qué le llaman la atención estos libros, los cuales a veces nosotros encontramos un poco aburridos? La respuesta es que no va a la Biblia para recibir un lindo momento, ni un pensamiento inspiracional, ni un meme para compartir en sus redes sociales. No, para el sabio la Biblia es más que un guía para tener una vida bonita, es la Palabra de Dios el Creador. Porque Dios nos creó y se ha revelado a sí mismo en la Biblia, nos conviene escuchar lo que dice el Autor de la vida. Este hombre lo entiende, y cuando estudia y medita en la Biblia, se pregunta, “¿Quién es Dios? ¿Cómo es Dios? ¿Cómo quiere Dios que yo viva? ¿Cómo puedo agradar a Dios?” Se da cuenta de que Dios está en el centro de todo el universo, y por eso, la única manera de vivir es según lo que Él ha dicho. En la ley de Jehová está su delicia.
La respuesta de Dios al hombre justo (v. 3)
Y ¿cómo responde Dios a este hombre? El salmista le llama “bienaventurado,” o bendito por Dios. Dios le bendice con una vida fructífera, comparándole a un árbol al lado de corrientes de aguas. Aún en los momentos de sequía, este árbol sigue creciendo y alimentado. Porque está conectado con la fuente de la vida, produce el fruto bueno y no cae su hoja.
Dice Dios que todo lo que hace el justo prosperará. ¿Quiere decir que los que leen y obedecen la Biblia tendrán una vida de prosperidad sin dificultades? Hay dos razones que digo no.
Uno, debemos recordar que el salmo se escribió dentro del pacto que Dios hizo con la nación de Israel, específicamente prometiendo bendiciones terrenales por obedecer su ley. Nosotros los discípulos de Cristo, hemos recibido la promesa de Jesucristo mismo, “El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20).
Dos, debemos recordar que la prosperidad que Dios promete al justo es la realización de sus deseos. El hombre que ama y obedece la Palabra de Dios lo hace porque quiere agradar a Dios, no para ganar mucha plata. La prosperidad que busca no es meramente propiedades, fama y reconocimiento de sus colegas, quiere vivir agradando al Dios que le creó y le sostiene, glorificándole con todo momento de su vida. Y Dios promete que prosperarán sus esfuerzos. Santiago, un libro neotestamentario que es muy parecido al género de la sabiduría, lo dice así: “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:8).
Por eso, la primera parte de este salmo habla de un hombre que vive según la Palabra de Dios, y entendemos que es la vida sabía, la vida según el propósito de Dios. Ahora, en la segunda parte le conocemos a otro hombre.
El malo (v. 4)
Muy distinto del justo, los malos no son así. ¿Quiénes son estos malos? Los malos son la fuente de los consejos que rechazó el hombre bienaventurado en el primer versículo. Su forma de pensar y vivir es el opuesto del hombre justo. En vez de buscar la voluntad de Dios en su Palabra, los malos viven según su propia prudencia, haciendo lo que les parezca bien.
Es interesante que hay muchos malos; de hecho, han construido una forma de vivir, el sistema del mundo, que está activamente aconsejando a todos los demás cómo deben vivir. Los malos tienen su camino y su propia asamblea en que se reconocen los unos a los otros. Están viviendo según su propia prudencia, y no creen que necesitan nada de la Palabra de Dios. Son sabios, son fuertes, y tienen todo el éxito.
Pero Dios dice que no es así. En contraste con el justo, los malos no disfrutan la bendición que Dios da. De hecho, aunque se ve que los malos florecen, su prosperidad no seguirá, y todos sus éxitos serán como el tamo arrebatado por el viento. Por eso, los malos no tendrán nada para defenderse delante el juicio de Dios, sus ganancias y cosas mundanas no les valdrán nada.
La respuesta de Dios al hombre malo (vv. 5–6)
El versículo final del salmo nos da el resumen: Jehová vigila el camino de los justos, pero el de los malos no seguirá. La sabiduría siempre nos llama a considerar lo eterno: los que viven según la Palabra de Dios disfrutarán las bendiciones de Dios para siempre.
Lo que separa el justo del malo es su actitud frente la Palabra de Dios. El justo valora la Palabra porque le dice cómo pueda agradar a Dios. La lee, la estudia, la memoriza, medita en la Palabra, y sobre todo, la obedece. El malo no la hace caso. No le importa lo que ha dicho Dios. Vive según su propia prudencia.
¿Cómo podemos aplicar el tema principal de este salmo en nuestras vidas?
- Debemos recordar que la diferencia entre el justo y el malo no es su inteligencia, la plata que tiene, su trabajo ni sus títulos. Lo que importa es nuestra disposición frente la Palabra de Dios. Jesús dijo, “Si me aman, guarden mis mandamientos” (Juan 14:15). Un discípulo de Jesucristo quiere obedecer sus mandamientos, por eso, debemos vivir según la Palabra de Dios.
- Debemos someter toda nuestra vida a la autoridad de la Palabra de Dios. Todo lo que hacemos, todo lo que pensamos, todo lo que queremos debe conformar a la Palabra de Dios.
- Debemos hacer esfuerzo por obedecer la Palabra de Dios, estudiándola todos los días, en todo momento, para que vivamos agradando a Dios.
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