En el tercer capítulo, Pablo dice que les costó a los corintios aceptar la sabiduría de Dios que Pablo predicaba porque eran inmaduros espiritualmente, incapaces de conectar el evangelio con la vida. Su falta de unidad demostró que no entendieron la relación entre la iglesia y los siervos como Pablo y Apolos. Por eso, Pablo les dio tres analogías de los siervos en la iglesia: trabajadores en un campo de cultivo, constructores en un edificio, y un templo. En fin, los corintios se gloriaban en los siervos de Dios más que en Dios mismo. El señor de la iglesia es Dios y la gloria de la iglesia es Jesucristo.
Iglesia Berea Centro Bíblico de Antofagasta
Demostrar la gloria de Dios, haciendo discípulos a través del Evangelio de la Gracia
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