Sigaión de David, que cantó a Jehová acerca de las palabras de Cus hijo de Benjamín.
El título hebreo de este salmo parece sugerir que corresponde a un lamento (o una canción escrita con emoción intensa; “sigaión”) que David cantó a Jehová cuando estaba siendo acusado y asediado por Cus hijo de Benjamín, probablemente uno de los hombres de Saúl que buscaba su mal y su muerte[1]. De ser así, esta oración a Jehová pone de manifiesto el clamor de David por ser salvado del peligro y vindicado (defendido) de las acusaciones injustas, siendo la base de su clamor la confianza y seguridad que haya en Jehová y en Su justicia por sobre cualquier otra persona, opinión o juicio (vv. 1, 10, 11, 17 cp. vv. 2, 6, 8, 9). De esta manera, en una frase sencilla el salmo se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, confío en ti y en tu justicia”.
El salmo siete es un salmo de lamento individual que puede ser divido en cinco estrofas donde, en lenguaje figurado, el salmista presenta su causa delante de Jehová y queda a la espera del veredicto que pronunciará el Juez de toda la tierra. (I) Invocación y Súplica (vv. 1, 2). (II) Apelación por inocencia (vv. 3-5). (III) Apelación por justicia (vv. 6-9). (IV) Declaración de confianza en Dios y en Su justicia (vv. 10-16). (V) Alabanza a Dios por Su justicia (v. 17).
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(I) Invocación y Súplica (vv. 1, 2)
1 Jehová Dios mío, en ti he confiado;
Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,
2 No sea que desgarren mi alma cual león,
Y me destrocen sin que haya quien me libre.
Es común que los salmos de lamento comiencen con expresiones poéticas de un corazón en crisis (cp. Sal. 13:1; 17:1; 54:1; 56:1; 59:1; et at); no obstante, David comienza su cántico con una expresión de confianza en Jehová; invocando al Señor y declarando que Él es el único que puede dar verdadera seguridad y salvación al que es injustamente afligido. Sin embargo, a pesar de que David confía en Jehová, tampoco es su intención atenuar la gravedad de las amenazas y los sentimientos que generan en él sus perseguidores; ya que la imagen de su alma desgarrada como si fuera atacada por un león (v. 2 cp. Sal. 57:4), pone en clara evidencia la naturaleza y la intensidad del problema que vivía, y lo amenazante que eran los actos violentos de sus opositores y sus aseveraciones injustas (cp. vv. 3-5). Por tanto, luego de invocar a Jehová y declarar su cercanía y confianza en Él (v. 1a), el salmista clama con fuerza al Señor pidiendo salvación (v. 1: “Sálvame… líbrame”) de todos sus enemigos porque, además, sabe que si Él no lo libra nadie más podrá hacerlo.
(II) Apelación por inocencia (vv. 3-5)
3 Jehová Dios mío, si yo he hecho esto,
Si hay en mis manos iniquidad;
4 Si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo
(Antes he libertado al que sin causa era mi enemigo),
5 Persiga el enemigo mi alma, y alcáncela;
Huelle en tierra mi vida,
Y mi honra ponga en el polvo.
Selah
Luego del clamor inicial, David incluye en la presentación de su causa una clara profesión de inocencia. Sin embargo, con esta apelación David no pretende indicar que está libre de todo pecado sino pone de manifiesto que su integridad personal no justifica la severidad de sus aflicciones ni el juicio de sus enemigos contra su honra. Es más, con este párrafo David quiere dejar en evidencia que es inocente, y lo hace señalando que todas las acusaciones en su contra eran falsas (v.4); y, por esa razón, el salmista argumenta diciendo que si es cierto todo lo que se dice en su contra, entonces que se haga justicia y que él reciba la justa retribución a sus actos, que se compruebe su iniquidad y que sus enemigos le destruyan (v.5).
Esta forma de argumentar y presentar una autodefensa era un recurso bastante común (y efectivo) al momento de demostrar rectitud en un juicio (cp. Job. 31), no obstante, David sabía que en su caso no era suficiente y que sus argumentos, por muy ciertos que sean, no le librarán de sus enemigos ni de sus dichos. Así que nuevamente dirige su mirada a Jehová y pide que Él sea el Juez que evalúe su causa y que dictamine la sentencia (vv. 6-9).
(III) Apelación por justicia (vv. 6-9)
6 Levántate, oh Jehová, en tu ira;
Alzate en contra de la furia de mis angustiadores,
Y despierta en favor mío el juicio que mandaste.
7 Te rodeará congregación de pueblos,
Y sobre ella vuélvete a sentar en alto.
8 Jehová juzgará a los pueblos;
Júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia,
Y conforme a mi integridad.
9 Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo;
Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.
Como ya se ha dicho, el salmista está seguro de que es inocente de las acusaciones en su contra (vv. 3-5 cp. v.8) y, por tanto, apela para que sea Dios quien haga justicia de su asedio y de sus angustiadores (v.6). Con esta apelación, fuertemente enfatizada por cinco imperativos (v.6: “levántate… álzate… despierta”; v.7: “vuélvete” v. 8: “júzgame”), el salmista deja en evidencia que no es su deseo dejar el veredicto de un juicio que Dios mismo mandó (v.6c) a merced de los hombres (ni de él mismo), por el contrario, el salmista clama a Jehová para que sea Su justicia de la prevalezca; ya que solo Él es el Juez de la tierra (cp. “juzgará a los pueblos”), el Dios justo, y el único que puede examinar la mente (conciencia) y el corazón de los hombres (v.9), terminar con la maldad de los impíos y confirmar (revindicar o defender) la inocencia de los justos.
(IV) Declaración de confianza en Dios y en Su justicia (vv. 10-16)
10 Mi escudo está en Dios,
Que salva a los rectos de corazón.
11 Dios es juez justo,
Y Dios está airado contra el impío todos los días.
12 Si no se arrepiente, él afilará su espada;
Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado.
13 Asimismo ha preparado armas de muerte,
Y ha labrado saetas ardientes.
14 He aquí, el impío concibió maldad,
Se preñó de iniquidad,
Y dio a luz engaño.
15 Pozo ha cavado, y lo ha ahondado;
Y en el hoyo que hizo caerá.
16 Su iniquidad volverá sobre su cabeza,
Y su agravio caerá sobre su propia coronilla.
Luego de reconocer la autoridad y la justicia única de Dios, David comienza esta estrofa diciendo: “mi escudo está en Dios…” (v.10a). Con este recurso poético (cp. Sal. 3:3, 7:10; 18:2; 28:7; et al) el salmista declara que su seguridad está en Dios porque sabe que Él es la verdadera fuente de protección (escudo) en medio del asedio, las aflicciones y las acusaciones injustas. La razón de David para declarar este nivel de confianza en Dios se debe a cuatro causas: (1) Su autoridad para juzgar (“Dios es juez”), (2) Su justicia perfecta (“Juez justo”), (3) Su protección a los rectos (v.10b) y (4) Su continua hostilidad hacia el que hace lo malo (“Dios está airado contra el impío todos los días” cp. v.9). Por estas razones David podía declarar seguridad y confianza en el Señor y en Sus juicios, algo de lo cual los impíos no podían jactarse porque, a diferencia de los rectos, la advertencia contra ellos es que si persisten en sus maldades (vv. 12-14) sin arrepentirse de sus iniquidades, sufrirán el juicio de Dios (vv.12, 13) y la justa retribución a sus violencias (v.16).
(V) Alabanza a Dios por Su justicia (v.17)
17 Alabaré a Jehová conforme a su justicia,
Y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo.
David finaliza su cántico con el solemne juramento de agradecer y alabar a Jehová. Y, si bien, aún estaba por manifestarse el veredicto final de este caso, David confiaba que la resolución que dictaminará el Juez de toda la tierra exaltará la grandeza (“Altísimo”; Hb. Elyon) y la justicia de Dios; siendo el impío castigado y el recto vindicado, lo cual eran razones más que suficiente para que; a pesar de las burlas, amenazas y persecuciones aun presentes, David confíe de todo corazón en el Señor y cante alabanzas a Jehová, el Dios Justo, cuyo nombre es Altísimo.
La oración del salmista finaliza de la misma manera como comenzó, con una alabanza al Señor y una fuerte declaración de esperanza. David clama y alaba al Señor porque confía en Él y en Su justicia. Por ello, con la misma confianza que le llevó a iniciar su clamor a Dios (vv.1-2), David termina con la firme promesa de cantar alabanzas a Jehová; su Dios, su salvador, su refugio, y su justicia.
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APLICACIONES
Hermanos, los creyentes también vamos a pasar por acusaciones y situaciones injustas y, al igual que el salmista, también podemos vivir confiados en Dios y en Su justicia, ya que nuestra unión con Cristo y el ejemplo que hayamos en Él, nos recuerda que siempre debemos encomendar nuestra causa a Dios (cp. Ro. 12:19-20), quien examina los pensamientos y los corazones (v.9) y juzga justamente (cp. 1Pe. 2:20-25).
Por tanto, cuando estamos bajo situaciones injustas podemos y debemos orar al Señor, diciendo: “Dios, confío en ti en tu justicia”. Pero, hermanos, no solo cuando estamos bajo asedio sino también en todo momento podemos declarar nuestra confianza en Dios y en Su justicia porque por la obra de Cristo en nuestro favor (2Cor. 5:21) hemos sido librados del mayor castigo al cual estábamos sometidos, y que el mismo Juez de toda la tierra tenía preparado para nosotros (Sal. 7:12-16) cuando vivíamos sin arrepentimiento.
Así que, hermano, te animo a orar a Dios confiando en Él y en Su justicia en el tiempo de la prueba. Pero también te animo a alabar al Señor siempre, independientemente de las circunstancias, porque al estar en Cristo puedes estar seguro en Su justicia (Ro. 5:1); puedes vivir confiado en que nadie podrá acusar a los escogidos de Dios (Ro. 8:33) y, a la vez, puedes admirar la justicia de Dios sin temor a Su juicio, y decir hoy con toda seguridad: “Dios, confío en ti y en tu justicia”.

[1] Si bien no es posible identificar en los libros históricos del A.T quién es Cus hijo de Benjamín ni al evento que el título de este salmo hace referencia, en 2 Samuel 16:5ss (cp. 2S. 19:16) encontramos un paralelo que nos ejemplifica una de las acusaciones injustas que sufrió David y cuál fue su reacción (cp. v. 4).