En este capítulo, Pablo responde una duda de los corintios sobre la carne sacrificada a ídolos en los mercados de Corintio. ¿Puede un cristiano comer carne ofrecida en los templos de ídolos? Para responder, Pablo señala que no es un tema de conocimiento, de quién tiene razón y quién está equivocado. Debemos ver todo desde la perspectiva del amor para mi hermano (vv. 1–3)—el conocimiento envanece, pero el amor edifica.