¿Cuál es la comisión de Cristo para la iglesia?
Partamos leyendo la comisión de Cristo del evangelio según Mateo, capítulo 28.
Mateo 28:18–20
18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

La autoridad de Jesucristo (v. 18)
En primer lugar, podemos ver la autoridad que tiene Jesús para mandar a sus discípulos. Hay muchas personas que hacen comisiones y quieren mandarnos, pero, antes de obedecerles, queremos ver sus credenciales. En este versículo, Jesús presenta su autoridad para darnos la comisión.
Dice, “toda potestad (o sea, autoridad) me es dada en el cielo y en la tierra”. Cuando hablamos de la autoridad, no hay ninguna persona del mundo que tenga toda autoridad. Los padres tienen autoridad en su hogar, el gobierno tiene autoridad dentro del país y el jefe tiene autoridad siempre y cuando estemos en el trabajo. Alguien que tiene toda autoridad es la máxima autoridad, el rey, el soberano, y todos los demás tienen que someterse a él. Jesús tiene autoridad ilimitada. Decir que Jesús tiene toda autoridad significa que no hay ninguna persona que pueda superar su autoridad, que pueda anular su soberanía. No dejemos de asombrarnos del denuedo de la afirmación de Jesús, que tiene toda autoridad.

A la vez, debemos ver el alcance de la autoridad ilimitada de Jesús. Dice, “toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. ¿Dónde puede Jesús ejercer su autoridad? Dice, “en el cielo y en la tierra”, o sea, en todo el universo. Jesús tiene autoridad universal. No hay ningún lugar en todo el universo donde Jesús no sea el Rey de todo, no hay ningún país que pueda denegar su autoridad. De nuevo, hagamos una pausa para meditar en la afirmación contundente de Jesús, que tiene autoridad ilimitada y universal.

La comisión de Jesucristo (vv. 19–20)
En segundo lugar, y radicándose en la afirmación de su autoridad ilimitada y universal, podemos ver la comisión que Jesús encarga a sus discípulos en el versículo 19. Dice sencillamente, “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones”. Ya que Jesús tiene toda la autoridad en el cielo y la tierra, nos manda hacer discípulos a todos.
¿Qué quiere decir “hacer discípulos”? Un discípulo es un seguidor, un aprendiz, alguien que sigue al maestro, ve todo lo que hace y le imita en todo. Es un aprendiz en un trabajo, alguien en práctica, un estudiante. El discípulo tiene como meta ser como su maestro: dijo Jesús, “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro” (Lucas 6:40). Así que, para nosotros los discípulos de Jesucristo, el hacer discípulos es llamar a otros a seguir a nuestro Maestro. Queremos que reconozcan su autoridad ilimitada y universal, que le sigan, que aprendan de Él.
¿Por qué debemos ir y hacer discípulos? Bien recordamos que la autoridad universal de Jesús se extiende a todos lugares, por eso, no hay ningún pueblo, tribu ni persona que esté exenta del requisito y la oportunidad de ser discípulo de Jesucristo. De hecho, Jesús dice que debemos hacer discípulos de todas las naciones, es decir, que todas las naciones deben reconocer la autoridad de Jesucristo y ninguna persona está fuera de este mandato.
En todo el mundo, en cada hogar, en toda ciudad, en cualquier país, hay solo dos grupos de personas: los que son discípulos de Jesucristo y los que no los son. No hay otra categoría. Somos discípulos de Jesucristo o no somos. Los discípulos de Jesús son los que reconocen la autoridad ilimitada y universal de Jesucristo, que se someten a Él porque es el Soberano de todo, que creen en Él porque es Dios. Un discípulo de Jesús es alguien que reconoce su autoridad y se somete a Él.
Al otro lado, los que no reconocen a Jesús como Dios, como Soberano, como la máxima autoridad, en definitiva, no son discípulos de Jesús. Y porque la autoridad de Jesús se extiende a toda persona, no es posible abstenerse de tomar una decisión; los que rehúsan reconocer la autoridad de Jesucristo son rebeldes contra su autoridad. Hay solo dos respuestas ante una autoridad legalmente constituida: someterse o rebelarse. Así que, en todo el mundo, toda persona es discípulo de Jesucristo o rebelde contra Él.
¿Cómo hacemos discípulos? ¿En qué consiste? Si entendemos bien la base de la autoridad ilimitada y universal de Jesús, y si nos damos cuenta de que todos deben ser discípulos de Jesús, la pregunta central que debemos hacer es ¿cómo hacemos discípulos?
Para saberlo, solo necesitamos seguir leyendo las palabras de Jesús. En el versículo 18 nos ha dado el por qué debemos hacer discípulos: porque Jesús tiene autoridad ilimitada y universal. Ahora nos explica el cómo con dos frases en los versículos 19 y 20. Dice que hagamos discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo y enseñándoles que guarden todas las cosas que Jesús nos ha mandado. Debemos recordar que cada persona con quien nos encontramos es discípulo de Jesús o rebelde contra Jesús.

Cuando nos encontramos con un rebelde, proclamamos la autoridad ilimitada y universal de Jesucristo, que es el Rey de todo y que en su nombre se doblará toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra (Filipenses 2:10). Le predicamos a Jesús, y a éste crucificado (1ª Corintios 2:2). Así de simple, le damos al rebelde el evangelio. Le damos a conocer que debe arrepentirse de sus pecados y creer en Jesucristo. Le llamamos a bajar las armas y someterse a Jesús, reconociendo que es el Hijo de Dios. En vez de rebelarse contra la autoridad de Jesús, debe identificarse con Jesús, bautizándose como testimonio que ahora es discípulo de Jesucristo. Así hacemos discípulos de Jesús de los que no lo son, llamándoles a creer en Jesús y ser sus discípulos.
Cuando nos encontramos con otro discípulo de Jesús, todavía somos responsables de hacer discípulos. Al hermano en Cristo, otro hijo de Dios, queremos animarle a obedecer todo lo que Jesús nos ha mandado. Es decir, aunque hemos confesado la autoridad ilimitada y universal de Jesucristo, aunque nos hemos bautizado identificándonos como discípulos de Jesucristo, todavía la autoridad de Jesús nos desafía a someter nuestros deseos, planes y actitudes. ¿Hay algún creyente que pueda decir, “Yo guardo todo lo que Jesús me ha mandado”? Así la autoridad ilimitada y universal de Jesucristo sigue desafiándonos.
Así que, cuando nos encontramos con otro discípulo de Jesús, nuestra meta es animarle a obedecer a Jesucristo más completamente. Podemos recordarnos de las palabras de Jesús, podemos cantar juntos, glorificando a Dios por su misericordia con nosotros a través de la persona y obra de Cristo, podemos modelar a nuestro Señor en nuestras palabras y actitudes, podemos compartir lo que hemos aprendido de Jesús con nuestros hermanos. Pero en todo momento, nuestro deber con otros discípulos es ayudarles a ser más como Jesús.

En resumen, hacemos discípulos siempre a través de la Palabra de Dios, en el caso de los inconversos, los que no son discípulos de Jesús, les predicamos el evangelio, llamándolos a creer en Jesucristo y ser un discípulo de él. Para los discípulos de Jesús, nos recordamos de todo lo que Él nos ha mandado, llamándolos a seguir a Jesús y ser más como Él.

La promesa de Jesucristo (v. 20)
La tarea con que Jesús ha encargado a sus discípulos no es algo menor; de hecho, nos llama a llevar el evangelio, las buenas noticias de Jesucristo, a toda persona de todo país en todo lugar. ¿Quién es adecuado para esta tarea? Gracias a Dios, no tenemos que cumplir la comisión de Cristo solos. Tenemos la promesa de Jesucristo mismo, “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Esta frase “hasta el fin del mundo” Jesús la ha ocupado varias veces en el evangelio de Mateo refiriéndose a su segunda venida (13:39–40, 49, 24:3). Por eso, Jesús promete estar con nosotros en todo momento hasta que vuelva. Mientras estamos cumpliendo su comisión, Jesús siempre está con nosotros.

Reflexión y aplicación
¿Cuál es la comisión de Cristo para la iglesia? Hacer discípulos. Jesús ha mandado a sus discípulos que hagan discípulos de cada persona con que se encuentren, predicando el evangelio a los que no son discípulos para que crean en Jesús y se bauticen, y recordando a los otros discípulos de todo lo que Jesús nos ha mandado.
¿Qué significa para nosotros y para nuestras iglesias? Quiero resumir con tres aplicaciones.

Para los que no son discípulos de Jesús: crean en Él
En primer lugar, no quiero dar por sentado que todos los que me escuchan son discípulos de Jesucristo. El evangelio nos da malas noticias: Dios ha creado todo el universo incluso a nosotros. Como el Creador de todo, es perfectamente santo, separado de toda la creación. Porque nos creó, tiene todo el derecho de mandar nuestras vidas y juzgarnos, y el estándar por el cual nos juzga es su perfecta santidad. Lamentablemente, todos nosotros somos pecadores como hijos de Adán y hemos pecado. Por eso, no alcanzamos el estándar perfecto de Dios y estamos todos bajo su ira, el castigo infinito y eterno en el lago de fuego. Pero las buenas noticias del evangelio son que Dios hizo que podamos ser justos en su presencia a través de la persona y la obra de Jesucristo. Jesús, el Hijo de Dios, se encarnó, viniendo a la tierra a vivir perfectamente y morir en el lugar de los pecadores. Murió en la cruz, sufriendo el castigo de la muerte que merecemos nosotros, y canceló la paga del pecado. Jesús resucitó de los muertos y ahora está a la diestra de Dios el Padre, intercediendo por los suyos.
Para todos los que se arrepienten de sus pecados y creen en Él, Jesús obtuvo la salvación de sus pecados y la vida eterna. Como dijo el apóstol Juan, “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). Los que creen estas buenas noticias se identifican como los discípulos de Jesús en el bautismo, proclamando al mundo, “¡Soy un discípulo de Jesucristo!”
Si tú no has creído el evangelio, si tú no has creído en Jesús, el Hijo de Dios, no eres su discípulo y, además, estás bajo la ira justa de Dios. La única manera de salvarte es arrepentirte de tus pecados y creer en Jesús.

Para los que son discípulos de Jesús: conozcan la Palabra
En segundo lugar, si tú has creído en Jesús, si tú eres su discípulo, quiero animarte a guardar todo lo que Jesús nos ha mandado. Jesús manda que cumplas su comisión de hacer discípulos de todas las naciones, lo que significa predicar el evangelio a los que no son sus discípulos y enseñar a sus discípulos las palabras de Jesús. Para cumplir esta comisión, es imprescindible que conozcas la Palabra de Dios. ¿Puedes explicar el evangelio a un amigo inconverso? ¿Sabes responder dudas en cuanto al evangelio? ¿Conoces los pasajes de la Biblia que respaldan el evangelio? Si no conoces la Palabra de Dios, no puedes cumplir la comisión de Cristo.
Cuando tengas la oportunidad de compartir con otro creyente, ¿puedes comunicar la Palabra de Dios? ¿Sabes cómo conversar con un hermano de la Biblia para animarle, para ayudarle, para enfrentarle? La Palabra de Dios es útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en justicia (2ª Timoteo 3:16). ¿Puedes respaldar los temas de la vida desde la Biblia? Si no conoces la Palabra de Dios, no puedes cumplir la comisión de Cristo.

Para las iglesias de Jesús: hagamos discípulos
En tercer lugar, nosotros debemos entender que el propósito de nuestras iglesias es cumplir la comisión de Cristo, o sea, hacer discípulos de Jesucristo. Hay muchísimas cosas en que podemos involucrarnos como iglesia, cosas que no son malas en sí, pero que se apartan de la comisión de Cristo. El propósito de la iglesia es hacer discípulos, no aumentar la asistencia, no levantar más ofrendas, no entretener a los niños, no impresionar a la gente. Debemos evaluar nuestra iglesia y nuestra contribución individual en ella para que cumplamos la comisión de Cristo.
Cuando nos congreguemos, ¿fomentamos un ambiente de discipulado? ¿Nos enfocamos en la proclamación del evangelio y la enseñanza de la Palabra de Dios? ¿Llegamos al culto listos para ayudar a nuestros hermanos a ser mejores discípulos de Jesucristo? ¿Estamos ansiosos a escuchar la Palabra de Dios para que guardemos todo lo que Jesús nos ha mandado?
Hermanos, Jesucristo tiene autoridad ilimitada y universal y nos manda que hagamos discípulos de toda persona. Para los inconversos, los que no son discípulos de Cristo, proclamemos la soberanía de Jesús, el Hijo de Dios, y les prediquemos el evangelio para que se arrepientan de sus pecados, crean en Jesús y se identifiquen como sus discípulos. Para nuestros hermanos, los que sí son discípulos de Cristo, les enseñemos la Palabra de Dios, animándolos a obedecer todo lo que Jesús nos ha mandado. Sigamos fieles cumpliendo esta comisión hasta que venga nuestro Señor, confiados en todo momento que Jesucristo está con nosotros.
Preguntas de reflexión y aplicación
- ¿Soy un discípulo de Jesucristo? ¿Qué evidencias puedo dar de que soy discípulo de Jesucristo?
- ¿Me bauticé para identificarme como discípulo de Jesús? ¿Cómo saben mis hermanos de la iglesia que soy discípulo de Jesús?
- ¿Estoy comprometido con guardar todo lo que Jesús me ha mandado? ¿Cuáles son las evidencias de mi vida que demuestran mi crecimiento de obedecer todo lo que Jesús me ha mandado?
- ¿Estoy haciendo discípulos en mi matrimonio? ¿de mis hijos? ¿de mis hermanos de la iglesia?
- De las personas más cercanas, ¿quiénes son inconversos y quienes son creyentes? ¿Estoy predicando el evangelio a los que no son discípulos de Jesús? ¿Estoy enseñando a los que sí son discípulos para que guarden todo lo que Él nos ha mandado?
- ¿Estoy haciendo intencionalmente discípulos dentro de mi iglesia local? ¿Cómo? ¿Qué pasos estoy tomando para llevar a cabo la comisión de Cristo en mi iglesia local?
- Si estamos cumpliendo la comisión de Cristo, nuestras iglesias deben estar haciendo discípulos. ¿En qué manera están haciendo discípulos? ¿Hay programas o actividades de la iglesia local que no tienen relación con hacer discípulos? ¿Cómo podemos priorizar el hacer discípulos en la iglesia local?