Orando los Salmos: Salmo 41

Dios, sostenme en integridad.

El Salmo 41 es otro salmo de lamento individual, y como todos los lamentos, presenta un clamor a Dios, pero finaliza con toda la confianza en Dios para salvar. El salmo tiene cuatro estrofas de tres versículos cada una: en la primera, David enumera las bendiciones que Dios prometió en el pacto al israelita que consideraba a su vecino pobre (vv. 1–3). En la segunda y tercera estrofas, David cuenta su situación actual, que está enfermo y además sus enemigos le maltratan y oprimen injustamente (vv. 4–9). En la estrofa final, David pide la misericordia de Dios y expresa su confianza en que disfrutará de la presencia de Dios para siempre (vv. 10–12).

El versículo 13 no pertenece al Salmo 41, sino, es una bendición que da cierre al primer libro de los salmos (los salmos 1–41). Hay cinco “libros de salmos” dentro del Libro de los Salmos (los 150 que tenemos en nuestras Biblias). Las divisiones son antiguas, pero ellas no se relacionan con la profesión del escritor ni con el tiempo en el que fue escrito el salmo, es decir que todos los cinco libros incluyen salmos de diversos autores y de épocas diferentes de la historia de Israel. Todos los cinco libros finalizan con una bendición alabando a Dios, y así termina el primer libro de los salmos:

13 Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,
Por los siglos de los siglos.
Amén y Amén.

Volviendo al Salmo 41, escuchamos a David enumerando la ley de Dios en los versículos 1–3.

Bienaventurado el que piensa en el pobre;
 En el día malo lo librará Jehová.
Jehová lo guardará, y le dará vida;
Será bienaventurado en la tierra,
Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.
Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;
Mullirás toda su cama en su enfermedad.

En esta estrofa, David recuerda las promesas de Dios en el pacto, en específico, las bendiciones prometidas por cuidar de los pobres en la nación de Israel. Dijo Moisés en Deuteronomio 15:7–11,

 Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite. Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado. 10 Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas. 11 Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra. 

Dios había prometido al pueblo de Israel que bendijera a los que pensaban en su vecino pobre. Ahora David, en un momento de enfermedad aparente, recita las promesas de Dios como la base de su petición en los versículos siguientes.

 Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;
Sana mi alma, porque contra ti he pecado.
Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:
¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?
Y si vienen a verme, hablan mentira;
Su corazón recoge para sí iniquidad,
Y al salir fuera la divulgan.

En la segunda estrofa, encontramos en qué consiste el lamento de David: pide a Dios la misericordia (v. 4), el perdón (v. 4) y la salvación de sus enemigos (vv. 5–6). Sus enemigos están murmurando, anticipando su muerte y preguntándose, “¿Cuándo morirá? ¿Por qué sigue vivo?” Ellos vienen a visitar a David en su enfermedad, fingiendo que les importa, pero vienen a satisfacer su curiosidad, y pronto salen para chismear y contar historias de él.

Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
Contra mí piensan mal, diciendo de mí:
Cosa pestilencial se ha apoderado de él;
Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.
Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
Alzó contra mí el calcañar.

Estos enemigos se juntan en su odio por David, queriendo lo peor para él (v. 7). Dicen que su enfermedad es una maldición divina, para probar que no es un varón de Dios. Difunden el chisme que su enfermedad es terminal, que nunca se recuperará (v. 8). No sólo los enemigos de David se involucran en la calumnia, sino también su muy amigo, su consejero cercano con quien había compartido su comida (v. 9).

 10 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar,
Y les daré el pago.
11 En esto conoceré que te he agradado,
Que mi enemigo no se huelgue de mí.
12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,
Y me has hecho estar delante de ti para siempre.

Como esperamos en un salmo de lamento, el autor presenta su petición a Dios y termina confiando en la bondad y misericordia de Dios. David pide que Dios le sane para que pueda ser el instrumento del juicio de Dios contra los enemigos (v. 10), porque, como bien recordamos, estar en contra del rey ungido de Dios es hacerse el enemigo de Dios mismo. David sigue confiando en Dios. Cuando Dios le bendiga y le conceda la victoria sobre los enemigos, David sabrá que ha agradado a Dios (v. 11). En todo momento, David está confiado en el poder de Dios para guardar su integridad y para mantenerle en su presencia continua (v. 12).

Dentro de la enfermedad y la traición de sus ex amigos, David sigue confiando en Dios y pide que Dios le sostenga íntegro y fiel con Él. No solamente quiere escapar de las pruebas, David le pide a Dios que sea íntegro en todo, que haga lo correcto delante Dios en todo momento. Podemos orar el Salmo 41 con esta frase sencilla, “Dios, sostenme en integridad”.

¿Cómo podemos aplicar el tema principal del Salmo 41 a nuestras vidas?

En primer lugar, debemos pedirle a Dios su poder para sostenernos íntegros en momentos de debilidad, oposición y enfermedad. La integridad no es un desafío en momentos lindos, en tiempos de prosperidad o cuando todos nos apoyan. De hecho, es muy fácil confiar en Dios y vivir según principios bíblicos, pero cuando enfrentemos oposición, cuando suframos económicamente, cuando estemos delicados de salud, crecerá la tentación a dejar de confiar en Dios y apoyarnos en nuestra propia inteligencia. Seremos tentados a ser deshonestos, a cortar caminos, a hacer un trato turbio. En estos momentos, necesitamos más que nunca de Dios para sostenernos en nuestra integridad.

Felizmente, Dios no nos ha dejado sin ejemplo de cómo vivir las dificultades sostenido por la integridad: nuestro Señor Jesucristo sufrió por nosotros, dándonos ejemplo para que sigamos sus pasos (1ª Pedro 2:21). Él pasó tiempos de hambre, gran oposición y dolores severos, pero en todo momento, “Él no cometió ningún pecado ni hubo engaño en su boca” (1ª Pedro 2:22 nvi). A pesar de todas las tentaciones, Jesús mantuvo su integridad en todo momento, sostenido por Dios el Padre. Hermanos, sigamos los pasos de nuestro Señor y pidamos que Dios nos sostenga íntegros en momentos difíciles.

En segundo lugar, debemos pedirle a Dios su poder para sostenernos íntegros cuando alguien cercano nos traicione. Tal vez no haya dolor más agudo que la traición de un amigo o familiar. Es muy difícil confiar en Dios y vivir según su Palabra cuando un querido nos abandone y nos dé la espalda. En estos momentos, necesitamos más que nunca de Dios para sostenernos en nuestra integridad.

De nuevo, tenemos el ejemplo perfecto en la persona de Jesucristo, que conoce perfectamente el dolor de la traición. En el momento de su necesidad, sus discípulos y amigos de más de tres años se esparcieron y escaparon, dejando a Jesús para enfrentar su juicio solo. Mateo 26:56 nos cuenta tristemente, “Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron”. Pero la traición fue aún peor, porque uno de sus discípulos, Judas Iscariote, intencionalmente entregó a Jesús a los que quería destruirle por treinta piezas de plata. Y Jesús lo sabía todo, prediciéndolo a los discípulos de antemano, “No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar” (Juan 13:18). Una vez más, encontramos los salmos en la boca de Jesucristo, citando Salmo 41:9. No cabe duda de que Jesús recordaba el contexto y mensaje del salmo de David, pensando en lo que vivía y pidiendo que el Padre le sostuviera en integridad en la prueba que iba a sufrir. Hermanos, sigamos los pasos de nuestro Señor y pidamos que Dios nos sostenga íntegros en momentos de traición.

Preguntas de repaso

  1. ¿Qué género es el salmo 41 y cuáles son sus características?
  2. ¿Qué propósito tiene la bendición en el versículo 13?
  3. ¿A qué Escritura hace referencia David en la primera estrofa del salmo? ¿Por qué?
  4. ¿Cuál es la petición de David en este salmo de lamento?
  5. ¿Qué hacían y decían los enemigos de David durante su enfermedad?
  6. ¿Para cuáles dos peticiones está David confiado en el poder de Dios?
  7. ¿Cuál es la frase sencilla que resume el tema del salmo?
  8. ¿Cuáles son las dos maneras en que podemos seguir los pasos de Jesús según el estudio?
  9. ¿Has vivido un momento de enfermedad o traición en que fuiste tentado a dejar de lado la integridad? ¿Cómo reaccionaste en ese momento? ¿Qué habrías hecho diferente?
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