Dios, ten piedad de mí y perdona mis pecados
El salmo 51 es un lamento individual del tipo penitencial. Los salmos que pertenecen al género de lamentos penitenciales (p. ej. Sal. 6, 32, 38, 102; 130; 143), son oraciones (o canciones) que combina los clamores de la aflicción por el pecado, la confesión de faltas, y la total confianza en la misericordia de Dios como la base del perdón divino. Y en particular, este salmo nos relata la intensa oración de un hombre que, tras haber tomado conciencia de la gravedad de sus pecados contra Dios, clama al Señor pidiendo compasión y perdón de sus transgresiones. En una frase sencilla, el tema de este salmo se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, ten piedad de mí y perdona mis pecados.”
EXPLICACIÓN DEL SALMO
El título del salmo 51 es una referencia sumamente importante para entender de mejor manera este salmo y su contexto. El título dice: “Al músico principal, Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, vino a él Natán el profeta”. Con ello, el autor de este salmo quiere recordarnos a todos sus lectores aquel momento cuando el rey David, tras haber matado y adulterado, reconoció que había hecho lo malo contra Dios y el Señor le perdonó. Y, es más, en 2 Samuel capítulos 11 y 12 leemos que la oración de David está dentro de un contexto totalmente trágico puesto que, habiendo sido ungido rey sobre Israel y habiendo recibido muchas bendiciones de parte de Dios, de igual manera estuvo determinado a menospreciar al Señor y Su Palabra, adulterar con Betsabé, asesinar a Urías, y pretender encubrir su pecado con mentiras y más pecados (2S. 11:1-27 cp. 12:7-10). Sin embargo, Jehová usó al profeta Natán para confrontar audazmente a su siervo David y hacerle ver que Dios había visto su pecado y que sus acciones le hacían legalmente reo de muerte (12:6 cp. Dt. 22:22; Nm. 35:20, 21). Por lo que David, siendo confrontado (v. 7), reconoce su pecado contra Dios (v.13a), y el Señor perdona su rebelión haciéndole saber que no moriría (v.13b).
Ahora, si bien no es posible determinar si la oración del salmo 51 fue escrita inmediatamente después de que David fue confrontado o si tuvo lugar tiempo después; pese a ello, tener en mente este evento de la vida del rey David nos ayuda a dar mayor sentido al peso que tiene el salmista por su pecado, la angustiosa necesidad que tiene por la misericordia divina y la urgencia por ser limpiado y renovado de sus rebeliones; ya que comprende que su pecado tiene solo una sentencia: la muerte. Razón por la cual el salmista clama a Dios, diciendo:
1Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia;
Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
2Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.
El salmo 51 comienza con David acudiendo humildemente a la presencia de Dios para implorar piedad por su vida y pureza de su pecado, las cuales pide al Señor no porque crea que las merezca sino porque ha decidido poner su confianza en la grandeza de las bondades de Dios (“multitud de tus piedades”) y en el pacto con el cual el Señor ha prometido no quitar Su misericordia de él (1 Cro. 17:13). Y es pensando en Su bondad y Su misericordia que David pide a Dios que le perdone su pecado; es decir, que borre sus rebeliones y que nunca más se los tome en cuenta.
3Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
4Contra ti, contra ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos;
Para que seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.
5He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.
6He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
El salmo continúa con David confesando firmemente que es pecador (v.3) y que ha pecado contra Dios (v.4a). De ninguna manera el salmista pretende auto vindicarse, sino que sabe que fueron sus propias rebeliones las que le llevaron a menospreciar a Dios y transgredir Su palabra. Reconoce que Dios tiene la razón en su juicio y que todo lo que ha hecho delante de Sus ojos es pecado (v.4b). Es más, David reconoce que toda su vida y lo que la rodea, aun desde su concepción, es pecaminoso y contrario a la justicia (v.5). Dios, en cambio, es siempre justo y puro (v.4c). Dios es amante de la verdad y el único que puede dar inteligencia para comprender lo que verdaderamente necesita el pecador (v.6); y esto es, ser limpiado por Dios.
7Purifícame con hisopo, y seré limpio;
Lávame, y seré más blanco que la nieve.
8Hazme oír gozo y alegría,
Y se recrearán los huesos que has abatido.
9Esconde tu rostro de mis pecados,
Y borra todas mis maldades.
10Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
11No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
12Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente
El salmo continúa con David pidiendo claramente a Dios que le purifique, que lo lave, y que borre todas sus maldades (vv.7, 9). El salmista anhelaba ver restablecido el buen ánimo que perdió por causa del pecado (v.8). Y, por tanto, haciendo referencia al uso del hisopo (un arbusto de hojas pequeñas) que era utilizado en algunas ceremonias de purificación para declarar a un hombre limpio (p. ej. Lv. 14:4-7 cp. Lv. 14:49-53; Nm. 19:18), David reconoce que si Dios interviene en su vida y lo lava (v.7), disfrutará del gozo y la alegría, cuando al fin sean borradas todas sus maldades (v.9). Pero hay más. El salmista no estaba pidiendo ser purificado de su pecado solo para experimentar un cambio de ánimo; más bien, estaba pidiendo una renovación total: una nueva actitud interna hacia el pecado (v.10), una nueva oportunidad para servir agradablemente (v.11), y una nueva relación de gozo sostenida por el Espíritu de Dios (v.12).
13Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos,
Y los pecadores se convertirán a ti.
14Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación;
Cantará mi lengua tu justicia.
15Señor, abre mis labios,
Y publicará mi boca tu alabanza.
16Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría;
No quieres holocausto.
17Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
El salmo continúa con David comprometiéndose decididamente a enseñar a los pecadores los caminos de Dios, a fin de que se vuelvan de sus malas acciones al Señor (v.13). El salmista confía plenamente que Dios escuchará y entenderá el clamor de sus peticiones por lo que no teme anunciar anticipadamente su gratitud y compromiso de ser maestro de los caminos de Dios (v.13), cantor de la salvación y la justicia de Dios (v.14), y testigo de que Dios no quiere que los pecadores ofrezcan sacrificios animales de obediencia externa desprovistos de fe y amor (véase estudio del Salmo 50), sino que Dios quiere que, junto a tales sacrificios, también se ofrezca un “corazón contrito y humillado” (v.16); es decir, la actitud humilde de un pecador que reconoce que la misericordia de Dios es su última esperanza (cp. Lc. 18:9-14). Tales sacrificios, el Señor no despreciará.
18Haz bien con tu benevolencia a Sion;
Edifica los muros de Jerusalén.
19Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
El holocausto u ofrenda del todo quemada;
Entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.
El salmo 51 finaliza con dos versículos un tanto difíciles. Algunos autores dicen que estos versos no son originales sino que son una añadidura colectiva, probablemente efectuada durante el periodo que Judá estaba exiliado en Babilonia y antes que comenzara la restauración bajo el liderazgo de Nehemías (Neh 2:11-20). Por otro lado, hay quienes dicen que sí fueron versos escritos por David y que expresan de manera figurada el deseo de que Dios “brinde protección física y moral a Su pueblo” a fin de que ellos también puedan presentar sacrificios de justicia agradables a Él. Y, finalmente, hay otros que explican estos versos diciendo que David entiende que, si Dios responde su oración siendo rey de Israel, entonces Su pueblo sería enseñado en la misericordia divina y encaminado a ofrecer sacrificio de justicia que agradan al Señor y gratos holocaustos sobre el altar.
En fin. Determinar el significado de estos versos no tan sencillo, sin embargo, es posible que el propósito detrás de estos versos sea simplemente notar que es “cuando Dios interviene con su buena voluntad que Su pueblo es corregido a ofrecer sacrificios de justicia y holocaustos sobre el altar”. Y de ser así, estos versos resaltarían aún más el sentido del salmo de David ya que, desde el principio, el rey de Israel ha estado reconociendo que nada de lo que ha pedido en su oración se lo merece, sino que está orando a Dios porque desde el principio el Señor le ha hecho ver la gravedad de su pecado, y le ha enseñado sobre su condición como pecador, y le ha mostrado la necesidad que tiene de la misericordia divina y de la urgente renovación que tiene como base el perdón divino. David sabe que su última esperanza es la misericordia de Dios la cual debe solicitar con un corazón contrito y quebrantado, y siendo entregado a Sus bondades, esperar que Dios se apiade de él, acepte su oración, perdone su pecado, y le renueve su corazón.

APLICACIONES PARA LA IGLESIA
Hermano amado, seguramente usted ha escuchado y leído muchas veces este salmo a lo largo de su vida cristiana. Es probable que en más de una ocasión, tal vez, debido a una situación particular de pecado, usted haya orado las palabras de este salmo y se haya conmovido por la franqueza de David en cuanto a su pecado, por la confianza que tenía en el carácter justo de Dios y su desgarradora necesidad por alcanzar Su misericordia. Ciertamente, esta oración es preciosa y conmovedora. Pero no tan solo eso, el salmo 51 expone una realidad urgente: el perdón de pecados. Y, en cuanto ello, con esta oración podemos aprender más sobre la necesidad que tiene el pecador de la misericordia de Dios (vv. 1, 2); de la pecaminosidad del hombre y la justicia de Dios (vv. 3-5 cp. Ro. 3:4); de la limpieza perfecta que solo Dios puede proveer (vv. 7-9); y de la actitud humilde y quebrantada del que busca el perdón de Dios (vv. 16-17 cp. Lc. 18:9-14). El salmo 51 se constituye en la enseñanza perfecta para todo israelita que, bajo el antiguo pacto, quería presentarse delante de Dios con su sacrificio animal para recibir el perdón y la misericordia divina.
Sin embargo, hermanos, el día de hoy los creyentes somos enseñados por una verdad aún más excelente. Todos nosotros éramos pecadores que estaban lejos de Dios (Ef. 2:11-12) e irremediablemente condenados a muerte por causa de nuestros pecados (Ro. 3:23; 5:12; Ez. 18:4). No teníamos ninguna posibilidad de ofrecer algo a Dios que nos permitiera alcanzar Su perdón y justicia (Tit. 3:5a). Sin embargo, la verdad del evangelio resplandece en medio de nuestra pecaminosa oscuridad y nos afirma que, si creemos en Jesucristo y nos arrepentimos de nuestros pecados, podemos alcanzar perdón y salvación (Jn. 3:36; Hch. 10:34-43; Ef. 2:8). ¡Qué verdad tan gloriosa! Solo por medio de Jesucristo, quien ocupó nuestro lugar en la cruz como sacrificio perfecto por nuestros pecados hecho una vez y para siempre, podemos alcanzar la misericordia de Dios y el perdón de todos nuestros pecados (He. 10:10-18). Y, no solo eso, junto con el perdón divino, Dios nos da una nueva vida por medio de la regeneración del Espíritu Santo y nos declara justos delante de su presencia por la justicia de Jesucristo (Tit. 3:3-7; 2 Cor. 5:21); de modo que, ya no estamos bajo condenación y muerte, sino que, por gracia Dios nos ha trasladado de muerte a vida (Jn. 5:24).
Que bendición es poder ver que la oración de David en el salmo 51 y su anhelo por alcanzar misericordia, perdón y renovación, nosotros lo hemos recibido, por gracia, por medio de la fe en Jesucristo. Y, por tanto, ante la oración que decía: “Dios, ten piedad de mí y perdona mis pecados”; en Jesucristo, hoy podemos decir: “Gracias Dios, porque he alcanzado misericordia y perdón de mis pecados”. Y si esto es así, amados hermanos, no hay razón alguna para no alabar, agradecer y comprometernos, tal como hizo el salmista (vv. 13, 15); y anunciar a nuestros vecinos, amigos y familiares que ellos también son pecadores que necesitan de la misericordia de Dios y de Su perdón. Hermanos, hoy es tiempo de ir y anunciar que es por medio de Jesucristo y Su sacrificio perfecto, que los hombres pueden alcanzar la misericordia de Dios y el perdón de sus pecados.
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PREGUNTAS DE REPASO
1. ¿Qué tipo de salmo es y cuáles son sus características?
2. ¿Cuál es la frase sencilla que resume el tema del salmo en una oración?
3. ¿Qué estaba pidiendo David a Dios en este salmo? ¿Cuál era la base de su confianza?
4. ¿Cuál es la confianza que tenemos hoy en el sacrificio de Jesucristo? ¿Por qué razón somos perdonados?
5. ¿Deben los creyentes ofrecer sacrificio a Dios para buscar el perdón de sus pecados? Si no, ¿qué deben hacer los creyentes cuando pecan contra Dios? ¿Qué pasajes del NT lo confirman?