“Dios, estoy bien porque tú me has ayudado”
El salmo 54 es un lamento individual, que forma parte de un conjunto de salmos que describen las angustias que experimentó David al ser buscado por Saúl y/o asediado por sus enemigos (cp. Sal. 3, 7, 18, 52, 56, 57, 59, 86, 142). En esta oración en particular, el salmista expone abiertamente su clamor por ser librado de aquellos que buscaban su vida, hombres violentos y sin temor de Dios (vv.1-3). Sin embargo, juntamente con su clamor, David también declara que su confianza está en Dios; quien le ayuda y le sostiene, y quién finalmente juzgará a sus enemigos (vv. 4-5). Por lo que, antes de finalizar su oración, promete adorar el nombre de Dios reconociendo Su bondad y Su evidente ayuda (vv. 6-7). En una frase sencilla, el tema de este salmo se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, estoy bien porque tú me has ayudado”.
EXPLIACIÓN DEL SALMO
El título del salmo 54, que dice: “Al músico principal, en Neginot. Masquil de David, cuando vinieron los zifeos y dijeron a Saúl ¿no está David escondido en nuestras tierras?”, es una referencia musical e histórica que nos ayuda a entender mucho mejor el salmo y su contexto. La última parte del título (“cuando vinieron los zifeos y dijeron a Saúl ¿no está David escondido en nuestras tierras?”), nos recuerda aquel evento registrado en el primer libro de Samuel capítulos 23 y 26 cuando David, huyendo de Saúl, se esconde en las cercanías de la ciudad de Zif, pero es visto y denunciado por sus habitantes, quienes además de comunicar a Saúl la ubicación exacta en donde se encontraba, se ofrecen voluntariamente para acompañar a los miles de hombres que salieron a las montañas y al desierto para capturar a David y entregarlo en las manos del rey (1Sam. 23:19-20). Por lo que, estando en medio de estas circunstancias hostiles y siendo perseguido sin hallar descanso ni tregua, el salmista clama a Dios diciendo:
1Oh Dios, sálvame por tu nombre,
Y con tu poder defiéndeme.
2Oh Dios, oye mi oración;
Escucha las razones de mi boca.
El salmo 54 comienza con la evidente exposición del temor y la angustia de David. Tan pronto inicia su oración, el salmista exclama: “Oh Dios, sálvame…, defiéndeme…, Oh Dios, oye mi oración, y escúchame”; cuatro clamores con los que David presenta al Señor la urgencia de su causa. Ahora bien, es importante destacar que el salmista eleva estas cuatro exclamaciones apelado al Nombre de Dios y Su poder (v.1); lo cual, pone de manifiesto que David no estaba orando a un Dios que no conocía, por el contrario, debido a que conoce a Dios y confía en Sus atributos y en Su gran poder, clama a Él pidiendo ayuda y salvación de sus enemigos.
3Porque extraños se han levantado contra mí,
Y hombres violentos buscan mi vida;
No han puesto a Dios delante de sí.
Selah
El salmo 54 continua con la presentación de la causa que estaba provocando la gran angustia de David. En este verso, el salmista menciona que hombres extraños y violentos, que viven sin considerar a Dios, se pusieron en contra de él para asediarle y quitarle la vida (“se han levantado contra mí”). Algo que se pude ver con mayor claridad cuando leemos en el primer Samuel capítulos 23 y 26, ya que en estos pasajes leemos que David era buscado todos los días por Saúl (23:14); e inclusive, en dos ocasiones distintas los habitantes de Zif (o zifeos) se levantaron contra de David y comunicaron su ubicación a Saúl, quien, a su vez, salió con tres mil hombres escogido para buscar a David por las montañas y el desierto con el objetivo de matarlo. Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que tenía el rey sobre David, Dios nunca entregó a Su siervo en las manos de sus enemigos; por el contrario, durante todo ese tiempo Dios fue fiel en ayudar, sostener, y librar a su siervo David de la lanza de Saúl y su miles de hombres.
4He aquí, Dios es el que me ayuda;
El Señor está con los que sostienen mi vida.
5El devolverá el mal a mis enemigos;
Córtalos por tu verdad.
A partir de este punto la oración de David cambia radicalmente. Utilizando la expresión “He aquí” (v.4), el salmista marcar un hito en su oración y hacer saber a sus lectores que los clamores han quedado atrás, y en su lugar han comenzado a emerger palabras de confianza por la ayuda fiel y bondadosa de Dios. Y, de hecho, las frases: “Dios es el que me ayuda” … “El Señor está con los que sostienen mi vida” … “Él devolverá el mal a mis enemigos” … y “córtalos por tu verdad”, marcan tal contraste con los versos anteriores que se hace evidente el hecho de que antes que David terminara su oración, Dios ya había comenzado a fortalecer el corazón de su siervo, proveyéndole el aliento suficiente para que exclamara delante de todos sus testigos (sean compañeros, enemigos, cantores o lectores) que aunque salgan millares de hombres violentos contra él, aún estará confiado porque el Señor está de su lado y el Dios poderoso es su Ayudador (v. 4).
6Voluntariamente sacrificaré a ti;
Alabaré tu nombre, oh Jehová, porque es bueno.
7Porque él me ha librado de toda angustia,
Y mis ojos han visto la ruina de mis enemigos.
Los últimos versos del salmos 54 presentan un nuevo contraste dentro de la oración. Al igual que en los primeros versos, David una vez más invoca el nombre de Dios y hace referencia a su salvación, no obstante, en esta ocasión lo hace con un enfoque totalmente distinto. Y es más, el salmista señala que la difícil situación que vivía ya no la ve como angustiosa, ni a sus violentos enemigos como amenazas, y esto, debido a que el Señor ha escuchado su oración, le ha librado de toda sus angustias y se ha encargado de sus enemigos (v. 7). Por tanto, decide no utilizar las últimas palabras de su oración para pedir alguna otra cosa a Dios (cp. 1) sino para ofrecer un sacrificio voluntario, agradecido y acompañado de alabanzas al nombre de Jehová porque reconoce que es bueno (v.6b). Y, a la verdad, David no solo conoce que Dios es bueno, sino que también confiesa que la bondad del Señor le ha alcanzado, y aún en medio de la situación hostil y desgastadora en la que se encontraba, Dios le ha ayudado librándole de sus angustias y de sus enemigos.

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Ahora, ¿cómo podemos aplicar este salmo a nuestras vidas?
En primer lugar, la oración de David en el salmo 54 nos recuerda la importancia de orar a Dios recordando quién es Dios. Hermanos, tomemos un minuto y leamos nuevamente este salmo pensando en la siguiente pregunta: “¿qué conoce David de Dios?”, y, a la vez que leemos y nos hacemos esta pregunta, fijémonos en los atributos que el salmista reconoce de Dios, y luego, cómo es que pide o alaba al Señor recordando cada uno de ellos.
Hermanos, hermanas, cuando oramos a Dios, con la iglesia o en privado, ¿estamos tomando el tiempo para recordar Sus atributos y presentar nuestras peticiones (o gratitudes) apelando a lo que conocemos de Su carácter, o sólo estamos llevando con nosotros una “lista de peticiones” cómo la lista que llevamos cuando vamos al supermercado y que queremos completar rápidamente? Bueno, hermanos, no sé cómo será en el caso de cada uno de ustedes, pero creo que nunca estará de más considerar cuán importante es orar a Dios tomando el tiempo para recordar quién es Dios, pensando en sus atributos. Por tanto, te animo este día y esta semana a crearte el hábito de orar a Dios pensando en los atributos de Dios; recordando, por ejemplo, Su poder (54:1), Su cercanía (v.2), Su confianza (v.3), Su amor (v.4), Su verdad o fidelidad (v.5), Su bondad (v.6), y Su justicia (v.7). Y, a la vez, te animo a meditar cómo es que todos estos atributos de Dios nos dan seguridad y aliento a nuestras vidas, gracias a la salvación que tenemos por la Fe en Jesucristo.
En segundo lugar, la oración de David en el salmo 54 nos recuerda que un corazón agradecido que reconoce las bendiciones de la bondad de Dios naturalmente va a alabar al Señor. Hermanos, fijémonos nuevamente en nuestro salmo y veamos que la palabra (o idea) que David escoge para hablar del motivo detrás de su sacrificio y alabanza a Dios no era la “obligación” ni la “conveniencia” ni la “lisonja”, antes bien, él salmista dice en el verso 7: “voluntariamente…sacrificaré a ti… alabaré tu nombre”. Hermanos, con estas palabras, lo más seguro es que el salmista no se esté refiriendo al tipo de ofrenda o sacrificio (según la ley) que promete presentar a Dios, sino al corazón con el cual había decidido hacerlo. Dicho de otro modo, tras haber visto la bondad de Dios y Su poder; y tras haber disfrutado de Sus cuidados y protección, David naturalmente fue movido ofrecer adoración y alabanzas a Su nombre, no por obligación ni por mandas ni para ganar más favores ni para ganar el favor de Dios, sino por sola gratitud.
Hermanos, hermanas, ¿Qué es lo que te impulsa orar y alabar al Señor? Desde ya podemos decir que la iglesia de Cristo no está obligada a ofrecer sacrificios a Dios según la ley (Hch. 15), ni guardar la ley, ni viajar a Jerusalén y aprender hebreo para alabar a Dios. Los cristianos no tenemos tales obligaciones. Y, más aún, todo lo que tenemos y lo que somos en Jesús, nos ha sido dado por gracia (Hch. 15:11) por medio de la fe en Jesucristo. El nuevo nacimiento, el perdón de nuestros pecados, la salvación, la justificación, la adopción, etc., todo lo hemos recibido por gracia. Por tanto, te animo a alabar, cantar y dar a Dios acercándote a Él con gratitud, no por obligación ni conveniencia, sino voluntariamente, sabiendo que todo lo que tenemos, en Jesucristo, de gracia lo hemos recibido.
Finalmente, la oración de David en el salmo 54 nos recuerda que Dios es quien nos sostiene en los momentos difíciles de la vida. Hermanos, los creyentes no tenemos asegurado un pasar en este mundo lleno de bendiciones, libre de preocupaciones y en perfecta salud, por el contrario, Jesucristo dijo a sus discípulos: “en el mundo tendrán aflicción” (Jn. 16:33 cp. Job 5:7). Sin embargo, Dios nos ha dejado en Su Palabra una serie de verdades que nos alientan en el tiempo de dificultades, y una de ellas es que Dios es “…Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (2Cor. 1:3-4). Hermanos, Dios no abandona la obrar que comenzó en nuestras vidas cuando estamos pasando por dificultades (Fil. 1:6), al contrario, así como nada podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús (Ro. 8:31-39), Dios tampoco dejará a sus hijos desamparados el tiempo de la aflicción (Él es Dios de toda consolación). Por tanto, a pesar de los dolores y aflicciones que podamos pasar en nuestra vida, tenemos una verdad preciosa que nos asegura que, si somos obedientes a Su voluntad, seremos sostenidos y fortalecidos por el Señor para que podamos soportar la prueba (Ro. 8:28-31; Fil. 4:7-11; Stgo. 1:2-12) y, finalmente decir, al igual que el salmista, “Dios, estoy bien porque tú me has ayudado”.
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PREGUNTAS DE REPASO
- Niños, adolescentes y Jóvenes. ¿Qué tipo de salmo es y cuáles son sus características?
- Niños. ¿Cuál es la frase que resume el tema del salmo?
- Adultos. ¿Cómo se relaciona la frase que resume el tema del salmo con la oración de David?
- ¿Qué atributos de Dios vemos en este salmo? (mencione los versículos)
- ¿Cuáles son las aplicaciones propuestas en el estudio? ¿cuál de ellas te llamó más la atención?
- ¿Es una promesa que los creyentes NO vamos a sufrir tribulaciones en este mundo? ¿cómo lo sabes?
- ¿Qué debemos hacer cuando estemos viviendo días malos?
- ¿Puede un creyente tener paz en medio de la tribulación? ¿Cómo lo sabes?