Los Reyes de Israel (Saúl)

La semana pasada aprendimos que la condición espiritual de Israel en los primeros capítulos de 1 Samuel era mala, muy mala. No habían oído a Dios hablar en décadas. Sus sacerdotes eran corruptos. Los enemigos estaban en la tierra. El profeta Samuel fue un pequeño punto brillante para Israel porque proclamó fielmente la Palabra de Dios, pero incluso sus hijos, Joel y Abías, quienes eran jueces, fueron terribles. No anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron codiciosos y pervirtiendo la justicia. En el capítulo 8, Samuel aconseja a Israel que confíe en Dios y no en el liderazgo humano, pero el pueblo no quiere escuchar. Estaban decididos a que un rey los gobierne. Dijeron, “constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones.” Israel descuidó consultar a Dios. Israel rechazó a Dios como su Rey. Israel exigió un rey antes del tiempo de Dios. Israel se olvidó de la razón verdadera de sus victorias pasadas. Querían un Rey que fuera delante de ellos en la batalla. Israel demostró la falta de confianza en Dios. Finalmente, Jehová dijo a Samuel: “Oye la voz del pueblo, y pon rey sobre ellos.” (8:22) ¿Quién será ese rey?

El capítulo 9 comienza con una sencilla introducción a un nuevo personaje en la historia de 1 y 2 Samuel.

1 Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis…hijo de un benjamita.

2 Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo.

Saúl era el tipo de persona que Israel hubiera querido elegir rey. Era alto, hermoso y de una familia rica. Israel quería un rey como todas las naciones. Alguien externamente impresionante para ir delante de ellos a la batalla.

Lo que sigue en el capítulo 9 es un relato maravilloso y detallado de la soberanía de Dios y una búsqueda extraña de asnas perdidas.

3 Y se habían perdido las asnas del padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y vé a buscar las asnas.

4 Y él pasó el monte de Efraín, la tierra de Salisa, la tierra de Saalim, y pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.

5 Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, abandonada la preocupación por las asnas, estará acongojado por nosotros.

6 Él le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. (sin duda, el criado de Saúl estaba pensando en la profeta, Samuel). Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino.

7 Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos?

8 Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino.

10 Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.

11 Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas doncellas que salían por agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente?

12 Ellas, respondiéndoles, dijeron: Sí; helo allí delante de ti; date prisa, pues, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy un sacrificio en el lugar alto.

13 Cuando entréis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al lugar alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya llegado, por cuanto él es el que bendice el sacrificio; después de esto comen los convidados. Subid, pues, ahora, porque ahora le hallaréis.

14 Ellos entonces subieron a la ciudad; y cuando estuvieron en medio de ella, he aquí Samuel venía hacía ellos para subir al lugar alto.

Ahora recordemos una vez más lo que acaba de suceder en el capítulo 8. Israel exigió un rey como las otras naciones. Querían un rey que se presentara ante ellos en la batalla. Lo cual era la responsabilidad y la promesa de Jehová… ir delante de Israel y protegerlos en la batalla. Lo que Israel realmente quería era alguien que no fuera Jehová como su Dios y rey. Dios confirmó esto en 8:7, cuando Él, “a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.”

A medida que continuamos en el capítulo 9, vemos que se reveló un rey. Se nos explica la historia aparentemente ordinaria o común sobre la búsqueda de asnas perdidas. Vemos que detrás de esta escena, Dios está orquestando una reunión entre Saúl y el profeta Samuel.

15 Y un día antes que Saúl viniese, Jehová había revelado al oído de Samuel, diciendo:

16 Mañana a esta misma hora yo enviaré a ti un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará a mi pueblo de mano de los filisteos; porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí.

17 Y luego que Samuel vio a Saúl, Jehová le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste gobernará a mi pueblo.

¿Podemos meditar en la soberanía de Dios en este capítulo? Su control sobre las circunstancias y sí, incluso las decisiones humanas para llevar a cabo Su plan para el bien de Su pueblo y para Su gloria. Realmente es un misterio cómo sucede esto. Así que lo que parece una coincidencia en el capítulo 9 es una cadena de eventos controlados por un Dios soberano para un resultado divinamente designado.

Deténgase y medite en cómo Dios ha obrado en su propia vida. ¿Alguna vez ha hecho las preguntas, «¿Te das cuenta de que si él no hubiera hecho eso…entonces yo no habría hecho esto…entonces esta otra cosa no me habría pasado

Pensando en este encuentro con Saúl y Samuel en el capítulo 9. ¿Qué hubiera pasado si las asnas no se hubieran perdido? ¿Qué hubiera pasado si las mujeres no hubieran estado en el pozo ese día? ¿Qué pasaría si el criado de Saúl no sugiriera buscar a Samuel el profeta?

Debemos mirar hacia atrás a estas cosas, incluso en nuestras vidas, y alabar al Señor por su mano sabia y soberana. Muchas veces no vemos o entendemos todos los detalles en el momento. Muchas veces parece que solo estamos buscando asnas perdidas. Pero podemos y debemos confiar en nuestro Dios bueno y soberano. Nuestro Dios no está ausente en nuestros lunes o martes. Está en medio de ellos, aunque no podemos seguir los detalles exactos de su mano.

Algo más que podemos ver en este texto y algo de lo que debemos maravillarnos es la misericordia inmerecida de Dios. Al final del capítulo 8, Dios le dijo a Samuel que les diera un rey. Este fue un tipo de juicio de Dios. Israel iba a conseguir su deseo. Sin embargo, en el capítulo 9, Dios todavía los llama mi pueblo Israel. ¿Por qué siguen siendo su pueblo? Por su pacto con ellos. Porque él es bueno con ellos. El texto dice, “porque salvará a mi pueblo de mano de los filisteos”. ¿Por qué tendría que hacer eso? El texto dice “porque yo he mirado a mi pueblo, por cuanto su clamor ha llegado hasta mí.”

Como veremos en capítulos futuros, esto no significa que Dios cambió de opinión después del capítulo 8. Él será fiel a su palabra y el pueblo tendrá un rey como las naciones como lo exigieron y como Dios lo concedió. La lección mis hermanos es esta, Dios puede hacer más de una cosa a la vez. Él es soberano sobre todas las cosas. Millones de cosas. Incluso en su juicio hay misericordia. Su misericordia está en todas sus obras. Fue fiel a sus pactos con Israel y sigue siendo fiel a Su Palabra. Volviendo a la historia en el capítulo 10…vv. 17-22

17 Después Samuel convocó al pueblo delante de Jehová en Mizpa,

18 y dijo a los hijos de Israel: Así ha dicho Jehová el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los reinos que os afligieron.

19 Pero vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y habéis dicho: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora, pues, presentaos delante de Jehová por vuestras tribus y por vuestros millares.

20 Y haciendo Samuel que se acercasen todas las tribus de Israel, fue tomada la tribu de Benjamín.

21 E hizo llegar la tribu de Benjamín por sus familias, y fue tomada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Y le buscaron, pero no fue hallado.

22 Preguntaron, pues, otra vez a Jehová si aún no había venido allí aquel varón. Y respondió Jehová: He aquí que él está escondido entre el bagaje.

El rey fue recibido por el pueblo. (23-24).

23 Entonces corrieron y lo trajeron de allí; y puesto en medio del pueblo, desde los hombros arriba era más alto que todo el pueblo.

24 Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido Jehová, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!

El rey fue desafiado por el profeta Samuel (10:25).

25 Samuel recitó luego al pueblo las leyes del reino, y las escribió en un libro, el cual guardó delante de Jehová.

Entonces Saúl, el primer rey de Israel, es dos cosas al mismo tiempo. 1.) Saúl es exactamente lo que Israel pidió y sin embargo 2). Saul es mejor de lo que pidieron. Como veremos en capítulos futuros, el rey Saúl derrotará a los filisteos. Él será una respuesta a su clamor de ayuda con sus enemigos. Y, sin embargo, esta misma persona, en su propia ceremonia inaugural, no se encuentra por ningún lado. ¡Se escondió en el equipaje! Ni siquiera le contó nada a su tío sobre su tiempo con Samuel (10:14-16).

14 Un tío de Saúl dijo a él y a su criado: ¿A dónde fuisteis? Y él respondió: A buscar las asnas; y como vimos que no parecían, fuimos a Samuel.

15 Dijo el tío de Saúl: Yo te ruego me declares qué os dijo Samuel.

16 Y Saúl respondió a su tío: Nos declaró expresamente que las asnas habían sido halladas. Mas del asunto del reino, de que Samuel le había hablado, no le descubrió nada.


Recuerden, todo el país está esperando escuchar sobre la llegada del rey. Pero, Saúl no dijo nada. ¿Por qué? Bueno, en este capítulo no podemos ser muy específicos, pero a medida que continuamos leyendo en el libro de 1 Samuel sobre la vida y el reinado del rey Saúl, él era un hombre muy temeroso. A menudo paranoico. Sospechaba del joven David e incluso intenta matarlo (como veremos la próxima semana).

Una y otra vez, a medida que leemos más y más sobre el rey Saúl, resultó ser un rey sin valor, sin ética, sin honestidad, sin una dirección o propósito. No tenemos tiempo para entrar en los detalles de cada capítulo y cada relato de su vida y reinado como rey, pero permítanme mencionar un par de eventos importantes en el reinado de Saúl como rey.

1 Samuel 13 y 15, son dos capítulos importantes de las batallas del Rey Saúl contra los dos enemigos más odiados de Israel. En el capítulo 13, el resumen de la historia es esta: Saúl debía esperar 7 días para la llegada de Samuel el profeta. En el séptimo día, Samuel no había llegado.

9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto.

10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle.

11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas,

12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto.

13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.

14 Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.

¿Escuchaste las excusas de Saúl en estos versículos?

1.) “el pueblo se me desertaba” (v. 11)

2.) Samuel “no venía dentro del plazo señalado.” (v.11)

3.) “Descenderán los filisteos contra mí para la guerra.” (v. 12)

4.) Saúl estaba preocupado de que la batalla comenzaría antes de que pudiera consultar a Jehová. “Yo no he implorado el favor de Jehová.” (v. 12)

Por lo tanto, Saúl dijo que se esforzó (se obligó) a desobedecer (v.12). Si se hubiera sometido a Dios en este punto, Dios lo habría bendecido grandemente durante el resto de su reinado (v. 13). Pero Saúl no lo hizo. Continuó rebelándose contra Dios. En el capítulo 15 encontramos más pecado, un pecado más profundo, contra un Dios Santo.

1 Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová.

2 Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto.

3 Vé, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos.

7 Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.

8 Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada.

9 Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron.

10 Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo:

11 Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche.

13 Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová.

14 Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos?

15 Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos.

16 Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Dí.

17 Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel?

18 Y Jehová te envió en misión y dijo: Vé, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes.

19 ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová?

20 Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas.

21 Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal.

22 Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.

23 Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey.

24 Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado,

25 y vuelve conmigo para que adore a Jehová.

26 Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.

27 Y volviéndose Samuel para irse, él se asió de la punta de su manto, y éste se rasgó.

28 Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú.


Al final del capítulo 10, justo después de la coronación del rey Saúl, tenían razón algunos hombres perversos al preguntar: “¿Cómo nos ha de salvar éste?” Saúl era un rey necio, egoísta y cobarde. Ignoró la palabra del Señor y anheló la aprobación de los hombres. Desobedeció a Dios varias veces, se excedió en sus deberes y puso a Israel en desacuerdo con Dios y entre sí. El rey Saúl no guardó la Ley de Moisés y, en general, no ordenó a los israelitas que vivieran como el pueblo santo de Dios.

Sí, Saúl era un hombre alto y hermoso, pero su reinado como rey estuvo compuesto principalmente de pecado, miedo, malas decisiones y falta de humildad. Cuando se compara con el verdadero y eterno Rey de Reyes, que es Jesús, vemos lo siguiente:

Saúl era exteriormente impresionante, pero Cristo no lo era. Saúl era todo poder por fuera, pero Cristo era todopoderoso por dentro y por fuera. El poder de Cristo estaba cubierto de mansedumbre, humildad y servicio. Saúl era temeroso y no humilde, pero Jesús era humilde y no temeroso.

Saúl fue empoderado por el Espíritu por un tiempo para cierta tarea, pero Saúl ni siquiera pudo hacer esa tarea. Jesús, por otro lado, fue empoderado por el Espíritu para hacer toda la voluntad de Su padre a la perfección.

Comparemos la muerte de Saúl con la muerte de Cristo. En 1 Sam 31:8-9 dice que “…los filisteos hallaron a Saúl en el monte de Gilboa. Y le cortaron la cabeza, y le despojaron de las armas; y enviaron mensajeros por toda la tierra de los filisteos, para que llevaran las buenas nuevas al templo de sus ídolos y al pueblo.”

Satanás pensó que había ganado cuando Cristo murió en la cruz. Pero Cristo resucitó de entre los muertos tres días después, tal como lo había dicho. Como discípulos de Cristo predicamos a Cristo crucificado pero resucitado. Él está vivo. Romanos 10:13-15 “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” Los incrédulos están ansiosos de notificar cosas absurdas… ¿y nosotros, como discípulos de Cristo, estamos ansiosos para dar a conocer la verdad? ¿Llevarás las buenas nuevas al mundo que está lleno de ídolos y templos?

Este estudio sobre los reyes de Israel es realmente una historia maravillosa sobre nuestro gran Dios. Un Dios que es Soberano. Él tiene el control de todas las cosas, aunque las cosas parezcan mal a nuestros ojos. Necesitamos confiar en Él en todas las cosas. Un Dios que es misericordioso. En todos sus juicios y obras es misericordioso y bueno. Y finalmente, un Dios que es Santo. Él exige obediencia y bendice a los que confían en Él y caminan por la fe y la obediencia a Su palabra.

Los israelitas no comenzaron en un buen camino con el rey Saúl. Fue un desastre. Pero en 13:14, dice que “Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo.” También, en 15:28 Samuel le dijo a Saúl, “Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú.” ¿Quién será? Lo conoceremos esta semana en nuestra lectura de la Biblia, comenzando en el capítulo 16. Es un joven de una familia numerosa que está en el campo cuidando las ovejas con un arpa en la mano.

Preguntas de repaso y aplicación:

1. ¿Cómo clasificó Benjamín en tamaño e importancia entre las 12 tribus de Israel?

2. ¿Cómo conoció Saúl al profeta Samuel?

3. ¿Cómo supo Samuel que Saúl era la elección de Dios para ser el rey de Israel?

4. ¿Cuáles fueron los tres atributos de Dios que se mencionaron en el estudio?

5. Cuando Saúl finalmente fue elegido y anunciado públicamente como rey, ¿dónde estaba? ¿Por qué estaba allí?

6. Describa, en sus propias palabras, los pecados del rey Saúl en los capítulos 13 y 15.

7. ¿Qué castigo dijo Dios que caería sobre el rey Saúl a causa de su pecado?

8. En tus propias palabras, ¿puedes resumir cómo era Saúl como rey?

9. ¿Qué pasó con Agag rey de Amalec al final del capítulo 15?

10. ¿Cuáles son algunas de las aplicaciones del estudio que te llamaron la atención?

La Mano Soberana”.

Oh cuan altos Sus caminos; cuan supremo es Su plan.

Todo lo ha hecho hermoso en Su tiempo y voluntad.

Aunque frágiles mis pasos; limitado mi entender,

Su palabra me asegura: toda obra para bien.

De la mano soberana de mi Dios me sostendré.

En Su sabia providencia yo paciente esperaré.

Porque eterna es Su justicia y perfecto Su poder.

Él ordena mis pasos y afirmando está mi fe.

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