Dios, Te alabamos por tu fidelidad a pesar de nuestra infidelidad
El salmo 106 es un salmo de alabanza, un himno en el cual se adora a Dios por el amor y misericordia que Él ha mostrado al pueblo en el transcurso de la historia, a pesar de su terquedad. El salmo expone una y otra vez la rebelión del pueblo de Israel a lo largo de su historia, pero a la misma vez, muestra el amor y compasión de Dios por el pueblo que ÉL mismo decidió engendrar. En este salmo el escritor comienza alabando a Dios por su bondad, amor, y con una suplica, la cual radica en reunir nuevamente al pueblo de israel luego de haber sido dispersado entre las naciones (vv. 4-5, 47). El salmo lo podemos expresar en una oración sencilla, como “Dios, te alabamos por tu fidelidad a pesar de nuestra infidelidad”.
El salmo lo podemos bosquejar de la siguiente manera:
- Alabanza introductoria y suplica a Dios (vv. 1-5)
- La rebelion en el mar rojo y la misericordia de Dios (vv. 6–12; Éxodo 14:10-16, 21-28; 15:1)
- El deseo codicioso del pueblo por la carne de Egipto (vv. 13–15; Números 11:4-6, 18-20, 33-34)
- La rebelión de Core, Datan y Abiran (vv. 16–18; Números 16:1-5, 18-35)
- El becerro de oro (vv. 19–23; Éxodo 32:1-8, 10, 13-14)
- El desprecio a la tierra prometida (vv. 24–27; Números 13:25-33; 14:1-3, 11-12, 19-23, 28-31)
- La rebelión en el culto a Baal de Peor (vv. 28–31; Números 25:1-9)
- La rebelión en Meriba (vv. 32–33; Números 20:1-13)
- El pueblo desobedece el extermino de los pueblos aledaños (vv. 34–36; Jueces 2:1-5)
- El pueblo contamina la tierra con sangre inocente (vv. 37-39)
- El resultado de la desobediencia (vv. 40-43)
- La misericordia de Dios (vv. 44-46)
- Petición y adoración final (vv. 47-48)
Alabanza introductoria y suplica a Dios (vv. 1-5)
Alabad a Jehová, porque él es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.
2 ¿Quién expresará las poderosas obras de Jehová?
¿Quién contará sus alabanzas?
3 Dichosos los que guardan juicio,
Los que hacen justicia en todo tiempo.
4 Acuérdate de mí, oh Jehová, según tu benevolencia para con tu pueblo;
Visítame con tu salvación,
5 Para que yo vea el bien de tus escogidos,
Para que me goce en la alegría de tu nación,
Y me gloríe con tu heredad.
Cuando el salmista comienza su escrito alabando a Dios por su bondad y misericordia no es una alabanza fundada en una creencia sin fundamentos, sino que es el resultado del conocimiento que el salmista ha adquirido de Dios. En otras palabras, los hechos de Dios, Su testimonio, hacen que el salmista lo alabe por estos atributos que Dios le reveló, y que el salmista ha aprendido a conocer de Él por medio de la historia. Asimismo, cuando el salmista comprende los hechos de Dios, a la misma vez entiende que son innumerables, poderosos y que las alabanzas nunca serán suficientes para la gloria que Él desprende. El salmista también agrega que los que guardan el pacto de Dios viven en alegría, y por último, y en vista de cómo es Dios, el salmista le ruega que se acuerde de Él, y que le conceda reunirse con los que son de Su heredad y así alabarle como pueblo, la cual es la rogativa principal del texto, y que se genera después de apreciar la misericordia de Dios a través del tiempo.
La rebelión en el mar rojo y la misericordia de Dios (vv. 6–12)
Pecamos nosotros, como nuestros padres;
Hicimos iniquidad, hicimos impiedad.
7 Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas;
No se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias,
Sino que se rebelaron junto al mar, el Mar Rojo.
8 Pero él los salvó por amor de su nombre,
Para hacer notorio su poder.
9 Reprendió al Mar Rojo y lo secó,
Y les hizo ir por el abismo como por un desierto.
10 Los salvó de mano del enemigo,
Y los rescató de mano del adversario.
11 Cubrieron las aguas a sus enemigos;
No quedó ni uno de ellos.
12 Entonces creyeron a sus palabras
Y cantaron su alabanza.
Desde el versículo 6 en adelante, el salmista empieza a describir rebelión tras rebelión comenzando por la incredulidad ocurrida antes de cruzar al mar rojo. Incredulidad porque luego de que ellos mismos vieran las obras que Dios había hecho en la tierra de Egipto, es decir destruir Egipto para librarlos del yugo al que estaban sometidos, éstos al ser librados de Egipto se llenaron de miedos y quejas a Dios debido a que el faraón y su ejército los empezarán a seguir diciendo “Éxodo 14:10-13”. Luego de esto, Dios, por amor a Su propio Nombre, abre las aguas del mar rojo, pudiendo el pueblo caminar por tierra seca, librándolos de sus enemigos quienes los perseguían, y a quienes elimina sumergiéndolos en las mismas aguas luego que cerrase el mar. Luego de que los Israelitas vieras los cadáveres de los egipcios se llenaron de miedo, y alabaron a Jehová.
El deseo codicioso del pueblo por la carne de Egipto (vv. 13–15)
13 Bien pronto olvidaron sus obras (mana);
No esperaron su consejo.
14 Se entregaron a un deseo desordenado en el desierto;
Y tentaron a Dios en la soledad.
15 Y él les dio lo que pidieron;
Mas envió mortandad sobre ellos.
En esta sección el salmista se enfoca en la frágil memoria del pueblo, y como olvidaron las obras de Dios, lo cual no ocurre tras un largo periodo de tiempo, sino que el salmista enfatiza que se olvidaron pronto de ellas. En vista de esto, y en lugar de esperar por su consejo, se dejan influenciar por los deseos de gente ajena al pueblo y comienzan a llorar y a murmurar por no tener carne que comer, (Num 11:4) ironizando con la carne que comían en Egipto, a donde estaba aún su corazón al decir ¡Nos iba mejor en Egipto! (Num 11:18). Además, en lugar de agradecer y apreciar la provisión divina de Dios, el pueblo solo menospreció el maná que se les había dado desde el mismo cielo (Num 11:6).
La rebelión de Core, Datan y Abiram (vv. 16–18)
Tuvieron envidia de Moisés en el campamento,
Y contra Aarón, el santo de Jehová.
17 Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán,
Y cubrió la compañía de Abiram.
18 Y se encendió fuego en su junta;
La llama quemó a los impíos.
Estos hombres citados en este otro episodio de rebeldía eran lideres levitas (Num 11:7) que influenciaron cerca de 250 hombres a oponerse a unos de los lideres más connotados del antiguo testamento (Num 11:2). Aun cuando estos hombres habían sido designados para trabajar en el servicio a Dios en el tabernáculo de reunión (Num 4), al parecer querían tener un rol aún más protagónico y envidiaron el rol que tenía Moisés y Aarón como sacerdote (Num 11:10). Era indudable que el hombre que Dios había escogido de entre los Israelitas para dirigir al pueblo era Moisés, quien se presentaba ante faraón, quien recibió la ley, quien se reunía con Dios, quien intercedía por el pueblo, etc., sin embargo, estos hombres en lugar de agradecer al líder que Dios había puesto para su propia bendición lo envidiaron, y se rebelaron no contra Moisés, sino contra Dios mismo, al oponerse a Su voluntad buena. El precio de esta rebelión fue una muerte violenta no solo de ellos, sino también de sus familias, y de los que los seguirán.
El becerro de oro (vv. 19–23)
19 Hicieron becerro en Horeb,
Se postraron ante una imagen de fundición.
20 Así cambiaron su gloria
Por la imagen de un buey que come hierba.
21 Olvidaron al Dios de su salvación,
Que había hecho grandezas en Egipto,
22 Maravillas en la tierra de Cam,
Cosas formidables sobre el Mar Rojo.
23 Y trató de destruirlos,
De no haberse interpuesto Moisés su escogido delante de él,
A fin de apartar su indignación para que no los destruyese.
En esta sección, el salmista narra como el pueblo le pide a Aarón que le fabricase dioses que fuesen delante de ellos, ya que Moisés se tardaba en el monte, lugar al que había acudido por mandato de Dios, y en beneficio del pueblo de Israel. El pueblo en lugar de apreciar el favor de Dios, el amor de Dios incurre en este pecado, donde ligeramente expresaron luego de que el ídolo fuese creado “Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (Éxodo 32:4). Además, el salmista comprende la idolatría tan grande que existía en el pueblo, y que aun cuando pudieron contemplar la gloria de Dios en varias oportunidades tras las maravillas que hizo, y también de cómo se manifestó con poder en el Monte Sinaí, a pesar de todo esto, cambiaron la gloria del Dios vivo por una imagen de fundición, al cual se postraron. Debido a esto Dios pensó en destruirlos, pero Moisés intervino y Dios tuvo compasión de Su pueblo, al escuchar a Moisés (Éxodo 32:14).
El desprecio a la tierra prometida (vv. 24–27)
24 Pero aborrecieron la tierra deseable;
No creyeron a su palabra,
25 Antes murmuraron en sus tiendas,
Y no oyeron la voz de Jehová.
26 Por tanto, alzó su mano contra ellos
Para abatirlos en el desierto,
27 Y humillar su pueblo entre las naciones,
Y esparcirlos por las tierras.
Luego de que Moisés enviará 12 hombres a explorar la tierra por mandato del Señor (Num 13:1-4), diez de éstos al regresar entregaron un informe al pueblo lleno de temor, incredulidad, y falsedades (Num 13:28-33), lo cual provoco que el pueblo gritará y llorará toda la noche, es decir que el pueblo les creyó a estos incrédulos en lugar de poner su confianza en el Dios poderoso que los había librado y sustentado en el desierto. Dentro de sus murmuraciones contra Moisés Y Aarón, seguían deseando estar en Egipto, donde se mantenía su corazón, y comenzaron a buscar a un líder que los llevará de regreso a Egipto. A pesar de todas las maravillas y poderosas obras que Dios había hecho en su favor, el pueblo mantenía su incredulidad (Num 14:11), y continuaban menospreciando el amor que Dios les había entregado. Aun cuando Dios perdono el pecado del pueblo (Num 14:20), no dejó ingresar a la tierra prometida a ninguno de los que murmuraron contra Él (Num 14:22-23).
La rebelión en el culto a Baal de Peor (vv. 28–31)
28 Se unieron asimismo a Baal-peor,
Y comieron los sacrificios de los muertos.
29 Provocaron la ira de Dios con sus obras,
Y se desarrolló la mortandad entre ellos.
30 Entonces se levantó Finees e hizo juicio,
Y se detuvo la plaga;
31 Y le fue contado por justicia
De generación en generación para siempre.
Como fue descrito previamente, el pueblo de Israel se caracterizó por su idolatría y paganismo, aun cuando Dios les había expresado claramente por medio de la ley, Su propio carácter, es decir que Él era un Dios celoso, y que la adoración se le debía solamente a Él y a nadie más (Éxodo 20:3-4). Aún con todo lo acontecido, es decir las bondades y cuidados que Dios había tenido con el pueblo, el pueblo aún no era capaz de visualizar este amor presente que Dios tenía por ellos, y una vez más lo menospreciaron dejándose llevar por las mujeres moabitas, quienes los llevaron a participar del culto del dios moabita Baal. Esto provocó la ira de Señor, quien mando a Moisés a degollar a todos los príncipes del pueblo a plena luz del día, para apaciguar la ira de Dios. Además, luego de esto, y a pesar de la mortandad que se había generado, un hombre lleva a la vista de todos a una mujer pagana al campamento, y fines mata a ambos con una lanza, deteniendo así la mortandad, la cual llego a 24.000 muertes.
La rebelión en Meriba (vv. 32–33)
32 También le irritaron en las aguas de Meriba;
Y le fue mal a Moisés por causa de ellos,
33 Porque hicieron rebelar a su espíritu,
Y habló precipitadamente con sus labios.
En este episodio, el pueblo comienza a reclamarle a Moisés por no tener agua, reclamos que Moisés continuamente había recibido por parte del pueblo (Num 20:2). Esto también desagrado a Jehová, ya que en lugar de recibir alabanzas por lo que Él había hecho por ellos, una y otra vez escuchaba murmuraciones y menosprecio (Num 20;3). En esta oportunidad, tristemente Moisés se enoja y actúa no conforme a la voluntad de Dios, por lo cual Dios lo castiga señalándole que no entrará a la tierra prometida.
El pueblo desobedece el extermino de los pueblos aledaños (vv. 34–36)
34 No destruyeron a los pueblos
Que Jehová les dijo;
35 Antes se mezclaron con las naciones,
Y aprendieron sus obras,
36 Y sirvieron a sus ídolos,
Los cuales fueron causa de su ruina.
Otros de los tristes episodios ocurridos al pueblo de Israel, fue no obedecer el mandato amoroso y compasivo que Dios les dio de destruir a las naciones que moraban en la tierra de Canaán (Deuteronomio 7:1-5). Dios sabía que esas naciones desviarían los corazones del pueblo, y los conducirían a realizar sus obras perversas. En lugar de comprender en sus corazones el cuidado que Dios tenía para con ellos, y escuchar Su voz, Él cual les advirtió sobre la ruina que les ocasionaría mezclarse con ellos, éstos no obedecieron las palabras del Señor, no arrojaron a las naciones (Jueces 1:27-33), y éstas se convirtieron en una trampa y ruina para ellos (Jueces 2:3).
El pueblo contamina la tierra con sangre inocente (vv. 37–39)
37 Sacrificaron sus hijos y sus hijas a los demonios,
38 Y derramaron la sangre inocente, la sangre de sus hijos y de sus hijas,
Que ofrecieron en sacrificio a los ídolos de Canaán,
Y la tierra fue contaminada con sangre.
39 Se contaminaron así con sus obras,
Y se prostituyeron con sus hechos.
En esta sección, el salmista describe las obras abominables que Israel había adoptado de los moabitas, quienes sacrificaban sus hijos al fuego como sacrificio al dios Molok (2 Reyes 3:27-16:3-23:10). En lugar de seguir la dirección divina que llevaba a una paz y confianza en Dios, y con los demás, los Israelitas contaminaron la tierra con sangre inocente (2 Reyes 21:16), aún de sus propios hijos, siguiendo la dirección demoniaca de los pueblos que dejaron con vida (Jueces 1). De esta manera toda la tierra de Israel estaba toda contaminada con pecado e iniquidad, razón por la cual esas mismas naciones debían ser expulsadas según la promesa que Dios le dio a Abraham en el principio (Genesis 15:16).
El resultado de la desobediencia (vv. 40–43)
40 Se encendió, por tanto, el furor de Jehová sobre su pueblo,
Y abominó su heredad;
41 Los entregó en poder de las naciones,
Y se enseñorearon de ellos los que les aborrecían.
42 Sus enemigos los oprimieron,
Y fueron quebrantados debajo de su mano.
43 Muchas veces los libró;
Mas ellos se rebelaron contra su consejo,
Y fueron humillados por su maldad.
En vista de toda la iniquidad que existía en Israel, y aun cuando Dios había sido paciente y compasivo con el pueblo a pesar de su constante insensatez, la irá de Dios se encendió contra el pueblo (2 Reyes 22:15-18; 23:27; 24:2-4). Dios determinó enviar diferentes tropas a Juda para que la destruyesen por toda la maldad que habían hecho (2 Reyes 24:2-4). En aquel tiempo Nabucodonosor sitio Jerusalén, y se llevó en cautiverio a toda Jerusalén dejando solo a los pobres (2 Reyes 24:14-16). El pueblo fue oprimido, esclavizado, deportado y toda Jerusalén quemada por los caldeos (2 Reyes 25: 1-3, 8-10).
La misericordia de Dios (vv. 44–46)
44 Con todo, él miraba cuando estaban en angustia,
Y oía su clamor;
45 Y se acordaba de su pacto con ellos,
Y se arrepentía conforme a la muchedumbre de sus misericordias.
46 Hizo asimismo que tuviesen de ellos misericordia todos los que los tenían cautivos.
Petición y adoración final (vv. 47–48)
47 Sálvanos, Jehová Dios nuestro,
|Y recógenos de entre las naciones,
Para que alabemos tu santo nombre,
Para que nos gloriemos en tus alabanzas.
48 Bendito Jehová Dios de Israel,
Desde la eternidad y hasta la eternidad;
Y diga todo el pueblo, Amén.
Aleluya.

¿Cómo podemos aplicar este salmo a nuestras vidas hoy en día?
El salmista alaba a Dios al ver la bondad y piedad que tuvo con el pueblo por medio del tiempo, y esa es la primera aplicación que debemos de aprender hoy. Cuando Cristo murió en la Cruz por nuestros pecados, dejamos de ser criaturas hechas merecedoras de ira, dejamos de ser criaturas malditas por no cumplir la ley, dejamos de ser esclavos del diablo y del pecado. Cuando fuimos liberados la gracia de Dios llego a nuestras vidas y nuestro destino eterno cambio para siempre, alcanzamos piedad, y esa misericordia esa bondad nunca nos dejará de seguir. Por eso debemos alabar a Dios como iglesia, porque mirando hacia atrás debemos darnos cuenta de sus favores, y de su amor, y de su compasión, aún en situaciones desesperadas. Acuérdate del día que fuiste liberado por la gracia de Dios, visualiza los favores de Dios hasta ahora, y alábalo.
Otra de las aplicaciones que podemos aprender de este texto, es entender el amor de Cristo. En el texto que vimos, el pueblo nunca lo entendió, no lo pudo ver, ni palpar, aun cuando el amor estaba presente. En ocasiones, las circunstancias de la vida, el afán y muchas otras cosas irrumpen de tal modo en nuestras vidas que perdemos de vista Su amor tan grande e incondicional. El amor de Dios por su pueblo está en todo momento, a cada hora del día, y se manifiesta de múltiples maneras.
Preguntas de Reflexión
- ¿Qué género es el salmo 106? ¿Qué argumentos tienes para tu respuesta?
- ¿Cuál es la frase que resume el contenido del salmo?
- ¿Has contemplado y apreciado la obra de Cristo en la cruz por ti? ¿Es eso suficiente?
- ¿Entiendes que las cosas que te pasan son para tu bien, y ser semejante a Cristo? ¿siguen las murmuraciones o quejas en tu vida?
- Luego de que Dios mostro amor por ti en la cruz, y fueses adoptado como hijo por la sangre de Jesús, ¿Puede Dios tener ira sobre ti?