Orando los salmos: Salmo 107

Dios, tú eres bueno, para siempre es tu misericordia

El salmo 107 es un salmo de alabanza al Salvador de Israel. Los salmos de alabanza son himnos de adoración a Dios por quién es y por lo que él ha hecho. El salmo 107 comparte unidad temática con el salmos 105 y el salmo 106. En el salmo 105 el salmista alaba a Dios por las grandes cosas que hizo por Israel, en el salmo 106 el salmista alaba Dios por Su misericordia a pesar de la infidelidad de Su pueblo, y el salmo 107 el salmista alaba una vez más al Señor por sus intervenciones salvadoras y su gran misericordia. Ahora bien, a diferencia de los salmo 105 y 106, este salmo es menos preciso en cuanto a los datos históricos que presenta, no obstante, igualmente es posible identificar cinco acontecimientos que deberían motivar a Israel a rendir alabanzas al Señor; entre ellas: (1) Cómo preservó Dios a su pueblo en el desierto (vv.4-9), (2) cómo quebrantó Dios las cadenas de su esclavitud (vv.10-16), (3) cómo sanó Dios a los enfermos (vv.17-22), (4) cómo mostró Dios su poder a los marineros en el mar (vv.23-32), (5) y cómo ejerce Dios providencialmente su gobierno en este mundo (vv. 33-43).

En una frase sencilla, el salmos 107 se puede resumir en la siguiente oración: Dios, tú eres bueno, y para siempre es tu misericordia.  


EXPLICACIÓN DEL SALMO 107

1 Alabad a Jehová, porque él es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.

2 Díganlo los redimidos de Jehová,
Los que ha redimido del poder del enemigo,

3 Y los ha congregado de las tierras,
Del oriente y del occidente,
Del norte y del sur.

El salmo 107 comienza con una frase con un gran contenido histórico y teológico. “Alabad a Jehová, porque él es bueno. Porque para siempre es su misericordia”. Esta misma oración fue dicha por el rey David cuando el arca de Dios fue llevada a Jerusalén durante una gran celebración (1Cro. 16:34), se oyó esta canción durante la dedicación del templo en el periodo del rey Salomón (2Cro. 5:13), y, así mismo, también se cantó durante el regreso del cautiverio (Jer. 33:11) y la reconstrucción de los cimientos del templo (Esd. 3:8). En cada ocasión que se usó esta oración, los que entonaron estas palabras estaban invitando al pueblo de Israel a reconocer el trato inmerecido de Dios hacia Israel y la fidelidad del Señor en darles el bien. Y, siguiendo con esa misma idea, el autor del salmo 107 también invita a los redimidos de Israel; a los que han sido librados de sus enemigos y reunidos delante de Dios, a invocar el nombre del Señor y alabarle por su carácter bondadoso y misericordioso (v.2).        

4 Anduvieron perdidos por el desierto, por la soledad sin camino,
Sin hallar ciudad en donde vivir.
5 Hambrientos y sedientos,
Su alma desfallecía en ellos.
6 Entonces clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
7 Los dirigió por camino derecho,
Para que viniesen a ciudad habitable.
8 Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

9 Porque sacia al alma menesterosa,
Y llena de bien al alma hambrienta.

El autor del salmo 107 continúa su oración recordando el primero de los cuatro ejemplos donde el pueblo suplicó al Señor en medio de una adversidad, y Él los dirigió y los puso a salvo. En los versículo 4-9, el salmista recuerda el tiempo en que los israelitas anduvieron por el desierto, sin hallar ciudad y hambrientos (vv. 4-5). Sin embargo, después de que ellos clamaron a Él (v.6), el Señor en sus bondades los libró de sus aflicciones y los dirigió a la tierra que él les dio por heredad colmado de bien sus almas. Por esta causa el salmista dice a Israel en el verso 8: “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres”.

10 Algunos moraban en tinieblas y sombra de muerte,
Aprisionados en aflicción y en hierros,
11 Por cuanto fueron rebeldes a las palabras de Jehová,
Y aborrecieron el consejo del Altísimo.
12 Por eso quebrantó con el trabajo sus corazones;
Cayeron, y no hubo quien los ayudase.
13 Luego que clamaron a Jehová en su angustia,
Los libró de sus aflicciones;
14 Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte,
Y rompió sus prisiones.
15 Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

16 Porque quebrantó las puertas de bronce,
Y desmenuzó los cerrojos de hierro.

El autor del salmo 107 continúa su oración recordando el segundo de los cuatro ejemplos donde el pueblo suplicó al Señor en medio de una adversidad, y Él lo libró de sus aflicciones. En los versículos 10 al 16, el salmista recuerda el tiempo en que los israelitas estuvieron cautivos, o como dice el verso 10 “aprisionados en aflicción y en hierros”. Ahora, si bien el salmista aclara que el cautiverio que Israel experimentó fue a raíz de su desobediencia al Señor, igualmente indica en el verso 13 que cuando clamaron a Jehová, el Señor los libró y los sacó de las prisiones y tinieblas; o como bien escribe en el verso 16, “[Jehová] quebrantó las puertas de bronce y desmenuzó los cerrojos de hierro” haciendo una referencia a las prisiones a las que fueron sometidos. Por esta causa el salmista dice a Israel en el verso 15: “Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres”.    

17 Fueron afligidos los insensatos, a causa del camino de su rebelión
Y a causa de sus maldades;
18 Su alma abominó todo alimento,
Y llegaron hasta las puertas de la muerte.
19 Pero clamaron a Jehová en su angustia,
Y los libró de sus aflicciones.
20 Envió su palabra, y los sanó,
Y los libró de su ruina.
21 Alaben la misericordia de Jehová
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres;

22 Ofrezcan sacrificios de alabanza,
Y publiquen sus obras con júbilo.

El autor del salmo 107 continúa su oración recordando el tercero de los cuatro ejemplos donde el pueblo suplicó al Señor en medio de una adversidad, y Él lo libró de sus aflicciones. En los versículos 17 al 22, el salmista recuerda el tiempo en que los israelitas pasaron por distintas enfermedades que les tuvieron al borde de la muerte (cp. v.18). Situación que nuevamente se debió a la insensatez del pueblo (cp. v. 11). Sin embargo, el Señor que es rico en misericordia, cuando los israelitas clamaron a Él en medio de la angustia, el Señor los sanó y los libró de su ruina. Por esta causa el salmista dice a Israel en el verso 21: “Alaban la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres” y anuncien sus obras con alegría (v.22).  

23 Los que descienden al mar en naves,
Y hacen negocio en las muchas aguas,
24 Ellos han visto las obras de Jehová,
Y sus maravillas en las profundidades.
25 Porque habló, e hizo levantar un viento tempestuoso,
Que encrespa sus ondas.
26 Suben a los cielos, descienden a los abismos;
Sus almas se derriten con el mal.
27 Tiemblan y titubean como ebrios,
Y toda su ciencia es inútil.
28 Entonces claman a Jehová en su angustia,
Y los libra de sus aflicciones.
29 Cambia la tempestad en sosiego,
Y se apaciguan sus ondas.
30 Luego se alegran, porque se apaciguaron;
Y así los guía al puerto que deseaban.
31 Alaben la misericordia de Jehová,
Y sus maravillas para con los hijos de los hombres.

32 Exáltenlo en la congregación del pueblo,
Y en la reunión de ancianos lo alaben.

El autor del salmo 107 continúa su oración recordando último ejemplos donde el pueblo suplicó al Señor en medio de una adversidad, y Él lo libró de sus aflicciones. En los versículos 23 al 32, el salmista invita a Israel a pensar en todos aquellos que estuvieron en medio de tormentas marinas, incapaces de salvar sus vidas por sus propios esfuerzos o habilidades (vv.23-27), “ellos también han visto las obras de Jehová,” dice el salmista en el verso 24. Y no solamente por el poder que tiene el Señor sobre su creación, sino porque también al clamar a Dios en medio de su angustia, Él los libró de sus aflicciones cambiando la tempestad en suaves olas que les guiaron hasta el puerto que ellos deseaban. Por esta causa el salmista llama a Israel en el verso 31 a “Alabar la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres”.  

33 El convierte los ríos en desierto,
Y los manantiales de las aguas en sequedales;
34 La tierra fructífera en estéril,
Por la maldad de los que la habitan.
35 Vuelve el desierto en estanques de aguas,
Y la tierra seca en manantiales.
36 Allí establece a los hambrientos,
Y fundan ciudad en donde vivir.
37 Siembran campos, y plantan viñas,
Y rinden abundante fruto.
38 Los bendice, y se multiplican en gran manera;
Y no disminuye su ganado.
42 Véanlo los rectos, y alégrense,
Y todos los malos cierren su boca.
43 ¿Quién es sabio y guardará estas cosas,
Y entenderá las misericordias de Jehová?

El salmo finaliza con una último gran acontecimiento que debería motivar a Israel a alabar la bondad de Dios y su gran misericordia, y que es el gobierno providencial que el Señor ejerce en este mundo. En los versos 33 al 38 el salmista recuerda el dominio que tiene Dios sobre los ríos, los manantiales, la tierra, los campos, el fruto y el ganado a fin de hacer juicio al impío o para bendecir a los hambrientos que le buscan. El Señor tiene control soberano sobre su creación, y Él usa su autoridad para bendecir y mostrar misericordia para el que le busca. Y es al llegar a esta reflexión que el salmista termina su alabanza del salmo 107 invitando a los hombres rectos a regocijarse en el Señor, a los hombres malos a cerrar sus bocas, y a los sabios a guardar estas cosas y entender que Jehová es bueno y misericordioso para siempre.

Salmo 107. Dios, tú eres bueno, y para siempre es tu misericordia.   


APLICACIONES DEL SALMO 107 PARA LA IGLESIA

Ahora bien, ¿Cómo podemos aplicar el salmo 107 a nuestras vidas?

Bueno. En primer lugar, creo que es necesario recordar que el libro de Los Salmos, y el salmo 107 en particular, nos narra específicamente sobre la experiencia del “pueblo de Israel con Dios”. Hermanos, en estos versos estamos leyendo sobre “la misericordia que Dios tuvo y prometió específicamente a Su pueblo Israel”, del cual nosotros no somos parte porque nosotros NO nos hemos acercado a Dios como Israelitas, sino que hemos sido acercados a Dios por gracia y por medio de la fe en Jesús, como Iglesia de Cristo (Ef. 2:11-19).

Así que, directamente, está canción no está hablando de nosotros ni de nuestras experiencias por el desierto, ni en cautiverios, ni en enfermedades, ni en hambrunas, ni en viajes por el mar, etc. Esta canción No está hablando directamente de nosotros y nuestras experiencias como iglesia, sino que está hablando de las experiencias de Israel con Dios. Ahora, al hacer esta observación, estoy seguro de que más de alguno de ustedes estará haciéndose algunas preguntas, como por ejemplo:

¿Esto significa que, al estar leyendo una historia tan antigua, Dios dejó de ser misericordioso? Para nada, que el salmo 107 nos cuente de los que sucedió hace miles de años atrás no quiere decir que Dios dejó de ser misericordioso. Por el contrario, Dios sigue siendo bueno y misericordioso; estas verdades son parte de Su naturaleza, y hay una abundancia de buenos textos bíblicos que nos aseguran que Dios no cambia (Mal. 3:6; Stg. 1:17), que Él es eternamente y para siempre, y que es constante en todo sus atributos. Así que hoy con toda confianza podemos decir: “Dios, tú eres bondadoso, y para siempre es tu misericordia”.

En segundo lugar, tal vez alguno me dirá: «ya que estamos hablando de la misericordia de Dios con Israel, ¿eso significa que Dios no ha sido misericordioso con nosotros, la iglesia de Cristo?»  ¡No, por el contrario! Dios ha sido grandemente misericordioso con nosotros, solo que la misericordia que hemos recibido del Señor no ha sido mediante la promesa que Dios hizo a Israel, sino que ha sido mediante Jesucristo y nuestra unión con Él.

Por ejemplo, leamos que dice la Carta a Tito capítulo 3 versículo 4 al 7. Dice así: 4Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.  Primer carta de Pedro 1:3, dice: “3Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”.

Y uno de los textos más claros, en Efesios 2:1 al 9, dice: 1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 6y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 7para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 8Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, para que nadie se gloríe.”

Así que, la respuesta es sí. Dios ha sido grandemente misericordioso con nosotros, la iglesia de Cristo, y toda su misericordia la hemos experimentado por medio de Jesucristo y por nuestra unión con Él.

Y, en tercer lugar, les invito a que nos hagamos la siguiente pregunta, ¿Qué hitos o eventos hemos vivido que nos hacen reconocer y alabar la misericordia de Dios que hemos disfrutado en Cristo?
Ya hemos leído los hitos que llevaron a Israel a reconocer la Bondad y la Misericordia de Dios. Pero, ¿Y qué de nosotros? ¿Cómo has visto tú la misericordia de Dios en tu vida? ¿Puede decir hoy: “Amén, Dios es bueno, y su misericordia es para siempre porque…”?

Te animo a enumerar tres eventos en tu vida o en la vida de la iglesia Berea que te animan a decir: «Dios, tú eres bueno, para siempre es tu misericordia».

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