Carta a los Filipenses: Introducción

Esta semana vamos a comenzar una nueva serie de estudios basados en la carta de Pablo a los Filipenses y, para ello, vamos a dedicar esta primera sesión para considerar varios aspectos generales que nos van a ayudar a poner en contexto a todo lo que, Dios mediante, estaremos aprendiendo durante los próximos estudios de esta epístola. Así que, sin más, les invito a tomar su Biblia y comencemos el estudio de esta carta considerando el primer punto de esta introducción que es:

AUTOR Y DESTINATARIOS

OCASIÓN DE LA CARTA

Sigamos avanzando con nuestro estudio al siguiente punto, que habla sobre: La ocasión de la carta; o, también podemos decir: Las circunstancias que motivaron a Pablo escribir a los filipenses.

PROPÓSITO DE LA CARTA

creo que es buen momento para dejar atrás este punto sobre la ocasión, y avanzar al siguiente punto de esta introducción, que es: El propósito de la carta. Ya que, junto con agradecer a los Filipenses por la ofrenda que enviaron por mano de Epafrodito, es posible identificar en total unas cuatro ideas relacionadas con las razones porque las que les está escribiendo esta carta:

TEMA UNIFICADOR DE LA CARTA

¿A qué me refiero con el tema unificador? Bueno, me refiero al tema que desarrolla Pablo a lo largo de toda la carta, y que recorre cada capítulo, y cada versículo, y cada oración, y cada ejemplo, y cada exhortación, con el propósito de unificar todo el contenido en una sola gran idea, desde el saludo hasta la despedida.

Ahora, no sé si ustedes han pensado en esto, pero es probable que hayan escuchado la sugerencia de algunos que dicen que el tema de esta libro de es “el gozo”, “la unidad”, “o la participación en el evangelio”, o “el sufrimiento y el contentamiento”; temas que sin duda, son abordados por Pablo y forman parte importante del su escrito. Si embargo, para hablar del tema principal que unifique toda la carta a los filipenses se necesita más que un solo enunciando. Más que un solo concepto, como “gozo” o “unidad”. Ya que decir que el tema de la carta a los Filipenses es “el gran gozo del creyente”, es tan difuso como decir que el tema de la Biblia entera es el amor. Hermanos, un solo concepto no es suficiente para definir el tema central de un texto, y por eso, como dije antes, es necesario utilizar más que un solo enunciado. En lugar de eso, se necesita una oración (que puede ser breve) pero que, a su vez, sea lo suficientemente amplia y específica como para contener cada una de las partes de la carta de Pablo a los filipenses. Y nuestra propuesta a lo largo de toda esta serie de estudios es que el tema unificador; es decir, la idea principal que recorre y unifica toda la carta es que la unidad y la koinonía en el evangelio producen gran gozo.

Como dije antes, en esta carta de Pablo el tema del gozo es muy importante. El apóstol habla al menos 16 veces del gozo en algunas de sus formas verbales. Sin embargo, su carta no es una tratado exegético del gozo cristiano. Más bien, cada vez que Pablo se refiere al gozo cristiano lo relaciona como uno de los resultados de la unidad que los creyentes tienen en Cristo y como uno de los resultados de la koinonía (o la comunión) que los creyentes tienen en el evangelio. Obviamente Pablo que los creyentes en Filipos vivan gozosamente. ¡Claro que sí! Pero no según el mundo habla sobre “el camino hacia el gozo”; no un gozo que está sujeto a las cosas temporales y circunstanciales de la vida. NO. Antes bien, Pablo está hablando en esta carta del gran gozo que el Espíritu Santo produce en el creyente que vive y experimenta y disfruta la unidad y la koinonía (o la comunión) que la iglesia de Cristo experimentan en el evangelio.      

PARA REFLEXIONAR

Orando la carta a los Filipenses

Padre, nos acercamos a ti confiadamente a través de nuestro Señor Jesucristo. Somos los que te servimos en el Espíritu Santo y nos gloriamos en Cristo Jesús y no tenemos confianza en la carne (3:3). No tenemos nuestra propia justicia, sino la que es por la fe en Cristo (3:9).
Te damos gracias por nuestra comunión (koinonía) en el evangelio, porque comenzaste la buena obra en todos nosotros y la perfeccionarás hasta el día de Jesucristo (1:5–6). Te pedimos que vivamos unidos a la base de nuestra comunión (koinonía) en el Espíritu (2:1).


• que sintamos lo mismo (2:2)
• que tengamos el mismo amor (2:2)
• que seamos unánimes (2:2)
• que nada hagamos por contienda o por vanagloria (2:3)
• que estimemos a los demás como superiores a nosotros mismos (2:3)
• que no solamente miremos por lo nuestro propio, sino también por lo de los otros (2:4)
• que haya en nosotros la misma actitud que hubo también en Cristo Jesús (2:5)
• que nos comportemos como es digno del evangelio de Cristo (1:27)
• que estemos firmes en el Señor (4:1)
• que nuestra gentileza sea conocida de todos los hombres (4:5)
• que por nada estemos afanosos, sino que te llevemos nuestras peticiones en oración con acción de gracias (4:6)
• que tu paz guarde nuestros corazones y pensamientos (4:7).
• que pensemos en todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro, amable, de buen nombre (4:8)

Te pedimos que nos concedas la gracia para compartir (koinonía) en los sufrimientos de Cristo (3:10-11).

• que estemos dispuestos a perder todo para ganar a Cristo, para ser hallado en él (3:8–9) y para conocerle, y el poder de su resurrección (3:10).
• que estemos dispuestos a participar de sus padecimientos, ya que participaremos en su vida eterna (3:11).
• que, de todas maneras, Cristo sea anunciado (1:18)
• que nos gocemos en la predicación del evangelio (1:18)
• que no seamos intimidados por los que se oponen, pues sabemos que nos es concedido a causa de Cristo, no solo que creamos en él, sino también que padezcamos por él (1:28–29)
• que aprendamos a estar saciados, así como para tener hambre, tener abundancia como padecer necesidad, porque todo lo podemos en Cristo que nos fortalece (4:12–13)

Te pedimos que compartamos (koinonía) en el avance del evangelio (4:10-19)


• que seamos irreprensibles y sencillos, hijos tuyos, resplandeciendo como luminares en medio de una generación maligna y perversa (2:15)
• que participemos con los hermanos que pasan tribulaciones (4:14)
• que participemos con los hermanos que están predicando el evangelio (4:15)
• que consideremos nuestro aporte como un sacrificio para Ti, Señor (4:18)

Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús que se despojó a sí mismo, que tomó forma de siervo, que fue hecho semejante a los hombres, que se humilló a sí mismo, que te obedeció hasta la muerte, y muerte de cruz (2:7–8). Por lo cual le exaltaste hasta lo sumo, y le diste un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria tuya (2:9–10). En el nombre de nuestro Salvador, el Señor Jesucristo, oramos, a quien esperamos del cielo, para transformar nuestros cuerpos humildes, para que sean semejantes a su cuerpo glorioso, por el mismo poder con el cual Jesús puede sujetar a sí mismo todas las cosas (3:20–21).

Que suplas todo lo que nos falta conforme a tus riquezas en gloria en Cristo Jesús. A Ti, Dios y Padre nuestro, sea gloria por los siglos de los siglos. Amén (4:19–20).

(Oración Pastoral, dirigida por Ps. Mark Perry)

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