Orando los salmos: Salmo 114

Dios, te alabamos porque has hecho maravillas

LECTURA DEL SALMO 114

Cuando salió Israel de Egipto,
La casa de Jacob del pueblo extranjero,
2 Judá vino a ser su santuario,
E Israel su señorío.
3 El mar lo vio, y huyó;
El Jordán se volvió atrás.
4 Los montes saltaron como carneros,
Los collados como corderitos.
5 ¿Qué tuviste, oh mar, que huiste?
¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás?
6 Oh montes, ¿por qué saltasteis como carneros,
Y vosotros, collados, como corderitos?
7 A la presencia de Jehová tiembla la tierra,
A la presencia del Dios de Jacob,
8 El cual cambió la peña en estanque de aguas,
Y en fuente de aguas la roca.

El salmo 114 es un salmo de alabanzas al salvador de Israel. Los salmos de alabanza son himnos de adoración a Dios por quién es y lo que ha hecho. En este salmo en particular, la adoración se construye en base a la gran salvación que Dios le otorgó a Israel al sacarlos de la esclavitud de Egipto (114:1), lo que a su vez complementa de manera práctica el llamado del salmo 113 de alabar el nombre de Dios que es bendito (Sal. 113:1,2), excelso sobre todas las naciones (Sal. 113:4), y cercano a Su pueblo (113:5-9). De hecho, en una frase sencilla, el tema del salmo 114 se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, te alabamos porque has hecho maravillas”, complementando de esta manera la frase de resumen del salmo anterior, que decía: “Dios, te alabamos pues no hay nadie como tú.”

EXPLICACIÓN DEL SALMO 114

1 Cuando salió Israel de Egipto,
La casa de Jacob del pueblo extranjero,
2 Judá vino a ser su santuario,
E Israel su señorío.

El salmo 114 comienza ilustrando de manera práctica la verdad: “Dios es excelso sobre todas las naciones” (cp. Sal. 113:4), ya que el autor cita el hecho histórico del poder de Dios y la liberación que le otorgó a Israel de la mano de Egipto. Como bien se narra en el libro del Éxodo, después de la muerte de José, Israel comenzó a sufrir diversas injusticias y opresiones de parte del rey de Egipto, lo cual llegó ante la presencia de Dios mediante los clamores de Su pueblo, por lo que intervino con poder, señales, y liberación, mediante su siervo Moisés (véase Ex. 1-3). El poeta del salmo 114 identifica a Egipto como un pueblo extranjero, totalmente ajeno a Dios y a la nación de Israel, lo cual marca un notorio contraste con Israel, a quién también identifica como “la casa de Jacob” y “Judá”; es decir, el pueblo con el cual Dios habitó y pactó con promesas divinas hechas a sus antepasados.

Los dos primeros versículos del salmo 114 son de vital importancia ya que en ellos vemos la afirmación del compromiso de Jehová con su pueblo Israel.

3 El mar lo vio, y huyó;
El Jordán se volvió atrás.
4 Los montes saltaron como carneros,
Los collados como corderitos.
5 ¿Qué tuviste, oh mar, que huiste?
¿Y tú, oh Jordán, que te volviste atrás?
6 Oh montes, ¿por qué saltasteis como carneros,
Y vosotros, collados, como corderitos?
7 A la presencia de Jehová tiembla la tierra,
A la presencia del Dios de Jacob,
8 El cual cambió la peña en estanque de aguas,
Y en fuente de aguas la roca.

El salmo 114 continúa ilustrando de manera práctica la verdad: “Dios es Señor de la creación” (cp. Sal. 113:4-5), ya que el autor recuerda los hechos históricos que vivió Israel al contemplar el poder de Dios y Su señorío sobre la creación; en primer lugar, cuando el mar rojo y el Jordán se abrieron en dos para dejar pasar a Israel por tierra seca (v. 3; Éxodo 14; Josué 3). En segundo lugar, cuando Dios habló a Israel desde el monte Sinaí y todo el monte se estremeció en gran manera (v.4; Éxodo 19:18). Y, en tercer lugar, cuando Dios proveyó a Israel agua desde la roca y todo el pueblo bebió de ella (v. 8; Éxodo 17:1-7). Junto a esto, el salmista también incluye algunas preguntas retóricas hacia el mar rojo, el Jordán y los montes del desierto animándolos a decir la causa de su reacción ante el poder de Dios, la cual el salmista posteriormente responde en el verso 7, que dice: “A la presencia de Jehová tiembla la tierra, a la presencia del Dios de Jacob”, que es una declaración contundente de la verdad: Dios es poderoso y Señor de la creación.    

En resumen, el mensaje del salmo 114 es extraordinariamente claro: Dios tiene poder sobre las naciones y dominio sobre su creación. Dios gobierna sobre los pueblos de la tierra, convierte las aguas en tierra firme, transforma las piedras duras en fuentes de agua, y las montañas del desierto, que son símbolo de firmeza y estabilidad, se conmueven y tiemblan ante la presencia de Jehová, el Dios de Israel. Visto de esta manera, el salmo 114 es un llamado a Israel al reconocimiento y a la adoración a Dios por Su poder y hechos maravillosos. El salmista desea que Israel reconozca que Dios que estuvo presente a lo largo de su historia interviniendo poderosamente para darles bien y salvación de sus opresores, lo que a su vez debería impulsarle a estar agradecido y a exaltar el nombre de Jehová porque Él es su Salvador, Él es el Dios que hizo grandes maravillas.

Dios, te alabamos porque has hecho maravillas.  

APLICACIONES DEL SALMO 114

Ahora bien, ¿cómo podemos aplicar este salmo a la iglesia?

Como ya hemos visto, el deseo del salmista para con este salmo es sencillo ya que su autor quiere exhortar a sus oyentes a alabar a Dios que les ha dado salvación mediante hechos poderosos. Ahora bien, siguiendo esa misma línea de pensamiento, el salmo 114 también anima a la iglesia de Cristo a mirar a Dios y alabar Su glorioso nombre porque Él también nos ha dado la salvación mediante hechos poderosos. Obviamente, no del mismo modo que ha Israel, pero sí de manera similar; por medio de Su gran poder. Por ejemplo:

Dios nos ha librado de la esclavitud del pecado a la cual estábamos sujetos desde nuestra concepción. Y en un sentido muy figurado podemos decir que el pecado y su dominio sobre nuestras vidas “eran nuestro Egipto”, y de allí nos sacó Dios con mano poderosa.  

Hermanos, recordemos que cuando vivíamos en otro tiempo sin Cristo, toda nuestra vida estaba totalmente afectada por el pecado, y, por lo tanto, todo lo que hacíamos, pensábamos, y deseábamos atentaba directamente contra la santidad, la soberanía y la bondad de Dios. Hermanos, por la Biblia sabemos que el pecado nos tenía presos (Ro. 6:17-18), y nuestro destino era la muerte eterna (Ro. 6:23). Pero Dios obró poderosamente en nuestra salvación. Primero enviando a Jesús, nuestro Salvador, a ocupar nuestro lugar en la cruz para morir por causa de nuestros pecados, y luego resucitándole de los muertos y sentándole a Su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra (Ef. 1:17-21). Todo ello fue una exhibición gloriosa del poder de Dios. Y, así mismo, también Dios obró poderosamente en nosotros, los creyentes, sacándonos de las tinieblas y del yugo del pecado, dándonos vida en Cristo Jesús, y sentándonos a la diestra de Jesús en los lugares celestiales (Ef. 2:4-6). Y fue pensando en ello que Pablo animó a la iglesia en Éfeso a que los creyentes crecieran en el conocimiento de la supereminente grandeza del poder de Dios que operó en nosotros los que creemos por medio de Cristo. Así que, hermanos, alabemos al Señor porque Él ha hecho grandes maravillas en nuestra salvación.       

Y, en segundo lugar, debemos alabar al Señor porque Su poder soberano nos asegura que nada nos podrá separar de Él. Es claro que Dios mostró su gran poder cuando salvó a Israel de Egipto o cuando abrió el mar Rojo en dos para que Israel pasara en seco. Sin embargo, no solamente en estos hechos maravilloso se muestra el poder soberano de Dios, sino que también queda en evidencia cuando nos da garantía de que nada podrá separar a la Iglesia de Cristo desde su mano. O como bien escribe Pablo en la carta a los Romanos capítulo 8:37-39: “37Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Hermanos, Dios puede decir esto porque Él tiene poder, infinitamente más poder que cualquier potestad de la creación. Así que, tenemos estas y muchas otras razones para alabar al Señor y unirnos a la invitación del salmista en el salmo 114, que dice: Dios, te alabamos porque has hecho maravillas.  


PREGUNTAS AL TEXTO

  1. ¿Cuál es el género del salmo 114 y cuáles son sus características?
  2. ¿Qué hizo Dios cuando liberó a Israel de Egipto? ¿Qué pasó con el mar Rojo y el Jordán? ¿Qué hicieron los montes cuando el Señor habló a Israel desde el Sinaí?
  3. ¿Qué es lo que busca hacer el salmista al recordar los eventos que narra en el salmo? ¿Cómo debería reaccionar Israel?
  4. ¿Por qué la Iglesia de Cristo también debe a alabar a Dios por el gran poder que exhibió al salvar a pecadores?
  5. ¿De qué otras maneras podemos contemplar el poder de Dios en nuestra vida?
  6. ¿Cuál es la frase sencilla que resume el tema del salmo 114?
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