Jehová, ¡Tú eres el Rey de toda la tierra!
El Salmo 47 es un salmo real, glorificando a Dios a través de las alabanzas de su pueblo Israel. Este salmo también es parte de esta serie de salmos de los hijos de Coré (los Salmos 42 al 49), una familia sacerdotal de la tribu de Levi que dirigía la adoración del templo. De hecho, leemos en 2º de Crónicas 20:19, “Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz”.
Como salmo de reinado divino, el salmo alaba a Dios como Soberano de todo y el Rey de toda la creación. Aunque el salmo formaba parte de la adoración de Israel, a la vez dirige a todos los pueblos que aclamen y teman a Dios, “el Rey grande de toda la tierra”. El salmo ocupa la imagen de un rey que sube a su trono y se sienta para reinar, aunque este Rey tiene como reino toda la tierra. Así el salmista quiere señalar que Dios tiene toda soberanía, que Él ocupa el lugar de máxima autoridad y poder, llevando a cabo libremente su voluntad, sin impedimento.
El salmo se compone de tres estrofas que mandan a todas las naciones y pueblos de la tierra que reconozcan a Dios como el Rey de todo y le alaben como corresponde. Cada estrofa cuenta con un motivo, un porque, para respaldar el mandamiento a someterse a Jehová, el Rey grande. La primera estrofa dice a los pueblos que alaben a Jehová porque es el Rey grande sobre toda la tierra (vv. 1–4). La segunda estrofa les dice que canten a Dios porque es el Rey de toda la tierra (vv. 5–7). La estrofa final dice a las naciones que reconozcan que Dios es exaltado sobre todos los príncipes de los pueblos (vv. 8–10).
1 Pueblos todos, batid las manos;
Aclamad a Dios con voz de júbilo.
2 Porque Jehová el Altísimo es temible;
Rey grande sobre toda la tierra.
3 El someterá a los pueblos debajo de nosotros,
Y a las naciones debajo de nuestros pies.
4 El nos elegirá nuestras heredades;
La hermosura de Jacob, al cual amó.
El salmo abre haciendo un llamamiento universal, a todos los pueblos de toda la tierra, a reconocer a Jehová como el Rey grande. Deben batir las manos y aclamar a Dios con voz de júbilo, es decir que su reconocimiento no sea forzado, sino voluntario y alegre (v. 1). ¿Por qué deben las naciones someterse a Jehová, el Dios de Israel? El salmista cuenta los motivos: Él es altísimo, es temible y es el rey grande sobre toda la tierra (v. 2). El salmista destaca el lugar especial que ocupa la nación de Israel en el corazón de Dios (vv. 3–4). Jehová la amó y eligió para ser suya, y por eso, dará el lugar principal a su pueblo, los descendientes de Jacob.
5 Subió Dios con júbilo,
Jehová con sonido de trompeta.
6 Cantad a Dios, cantad;
Cantad a nuestro Rey, cantad;
7 Porque Dios es el Rey de toda la tierra;
Cantad con inteligencia.
La segunda estrofa anima a toda la tierra a alabar a Jehová con canciones alegres. La imagen que emplea el autor es un rey subiendo a su trono, acompañado de la fanfarria de trompetas y las canciones de sus súbditos (v. 5). Todos debemos cantar a Dios el Rey porque se entiende que es el rey de toda la tierra (vv. 6–7).
8 Reinó Dios sobre las naciones;
Se sentó Dios sobre su santo trono.
9 Los príncipes de los pueblos se reunieron
Como pueblo del Dios de Abraham;
10 Porque de Dios son los escudos de la tierra;
El es muy exaltado.
En la estrofa final, el Rey Altísimo ha subido a su trono y se ha sentado para reinar sobre todas las naciones de la tierra (v. 8). Todo príncipe de todo pueblo debe doblar las rodillas ante el Rey exaltado (v. 9), porque para los que niegan someterse a Él, es temible (v. 2), pero para los que confían en Él, es un escudo y defensor (v. 10). Jehová es el Rey muy exaltado, no hay ningún que le supere.
Un salmo de reinado divino exalta a Dios como Rey de todo, y el Salmo 47 nos ha explicado en varias maneras que Jehová es el gran Rey de todas las naciones. Es soberano sobre todos los pueblos y nadie se atrevía rebelarse en contra de Él porque es altísimo y temible. El sabio se somete a Dios, postrándose delante del Rey de todo y cantando sus alabanzas.
Es posible que en el momento de este salmo u hoy en día alguien pueda ver alrededor y desanimarse, pensando que Dios no está en control, pero el Salmo 47 nos recuerda que Jehová nuestro Dios es y siempre será el Rey Altísimo. Podemos orar el Salmo 47, alabando a Dios con esta frase sencilla, “Jehová, ¡Tú eres el Rey de toda la tierra!”.
¿Cómo podemos aplicar el tema principal de este salmo a nuestras vidas?
En primer lugar, debemos recordar que hay un gran Rey de toda la tierra, que no somos nosotros. Muchas veces estamos tentados a pensar que somos los reyes de nuestros propios pequeños reinos. Queremos dominar y reinar nuestro hogar, nuestra oficina, nuestra pieza, nuestra familia como si fuésemos Dios. Hermanos, hay un gran Rey de toda la tierra, que no somos nosotros. Dios nos ayude a ser sabios, cantando con inteligencia, “Dios es el Rey de toda la tierra”.
En segundo lugar, debemos reconocer que, para someternos a Dios, debemos creer en su Hijo Jesucristo. No es posible creer en Dios sin creer en Jesús, “porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió” (Juan 5:22–23). Para aclamar a Dios el Altísimo como el gran Rey de toda la tierra o cantar a Dios, nuestro Rey, hay que doblar las rodillas ante Jesucristo, porque “Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:9–11). Es imposible glorificar a Dios sin someterse a Jesucristo. Podemos recordar la amonestación del rey David en Salmo 2: Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían (Salmo 2:11–12). Dios nos ayude a recordar que el Rey de toda la tierra eligió administrar su soberanía “por aquel varón a quien designó” por haberle levantado de los muertos (Hechos 17:31), Jesucristo mismo.
En tercer lugar, debemos recordar que Jesucristo vendrá para reinar sobre toda la tierra. El clímax de toda la historia humana se describe en Apocalipsis 19, que dice, “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” (Apocalipsis 19:11–16). Hermanos, ¡el gran Rey de toda la tierra viene pronto! Dios nos ayude a cantar sus alabanzas y aclamar al gran Rey de toda la tierra.
Preguntas de repaso
- ¿Qué género es el salmo 47 y cuáles son sus características?
- ¿Cómo se refiere el salmista a Dios o cuáles títulos le pone en este salmo (4 descripciones)?
- El salmista menciona “toda la tierra” o “de la tierra” o “las naciones” varias veces en este salmo. ¿Qué dice de la tierra o las naciones en cada instancia (5 veces)?
- ¿Cómo se refiere el salmista a la nación de Israel en el salmo (3 descripciones)?
- ¿Cuáles son los tres mandatos que el salmo da a los pueblos?
- ¿Hubo alguna vez un momento en la historia cuando Jehová reinó sobre toda la tierra con la nación de Israel como la cabeza de todas las naciones? ¿Habrá un momento así? ¿Cuándo?
- ¿Cuál es la frase sencilla que resume la oración del salmo?