Dios, confiamos en ti aún en medio de las injusticias
El salmo 94 es una oración de lamento nacional que combina los clamores y las imprecaciones de un salmista que en representación del pueblo de Israel alza su voz a Dios por las maldades e injusticias que observa en contra de Dios y de Su pueblo. Como toda oración que pertenece al género de “los lamentos” (ver introducción a los salmos), el salmo 94 comienza con un clamor que invoca la acción divina sobre las injusticias de los impíos (vv. 1-7), para luego dar paso a palabras de confianza en Dios que reconocen Su infinito conocimiento (vv.8-11), Sus cuidados divinos (vv. 12-19) y Su justicia soberana y final (vv.20-23). Así mismo, el salmo 94 tiene notables rasgos de una oración imprecatoria, ya que en varias ocasiones a lo largo del salmo el salmista busca a Dios pidiendo venganza de los enemigos (véase los vv. 1,2, 3, 4, 10, 13, 16, 17, 23). En cuanto a ello, recordemos que las invocaciones imprecatorias (u oraciones que piden venganza) tienen un contexto especial dentro del Antiguo Testamento porque, en primer lugar, éstas piden por la destrucción de los enemigos de Dios, del rey davídico, y del pueblo de Israel. Y, en segundo lugar, la mayoría de estas oraciones están directamente asociadas al rey de la Teocracia (a David, o alguno sus hijos); a quién Dios le aseguró Su protección y misericordia fiel (véase término Hb. “Hesed” en v. 18 cp. 2Sam. 7:14-16) y a quién, así mismo, puso como protector de la nación y comandante de los ejércitos de Su pueblo. Dicho esto, es muy probable que la oración de lamento del salmo 94 con notas imprecatorias haya sido elevada por un rey del linaje de David.
Ahora bien, en cuanto a la idea principal del salmo 94, el salmista enfatiza la confianza que genera el creer en Dios como Juez soberano en medio de un mundo lleno de maldad. Y, por tanto, a pesar de la aparente impunidad, maldad y vanidad de los hombres impíos, el salmista reconoce que el que conoce y confía en Dios (vv. 16-19) sabe que el Señor “no dejará que el juicio sea definido por la injusticia” (v. 15 cp. v. 20) sino que descansa en que llegará el día cuando el Juez de toda la tierra se encargará de hacer juicio sobre los pecadores según el pago de sus propias maldades (vv. 22, 23).
En una frase sencilla, el tema de este salmo se puede resumir en la siguiente oración: “Dios, confiamos en ti aún en medio de las injusticias”.
EXPLICACIÓN DEL SALMO
1Jehová, Dios de las venganzas,
Dios de las venganzas, muéstrate.
2 Engrandécete, oh Juez de la tierra;
Da el pago a los soberbios.
3 ¿Hasta cuándo los impíos,
Hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los impíos?
4 ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras,
Y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad?
5 A tu pueblo, oh Jehová, quebrantan,
Y a tu heredad afligen.
6 A la viuda y al extranjero matan,
Y a los huérfanos quitan la vida.
7 Y dijeron: No verá JAH,
Ni entenderá el Dios de Jacob.
La oración del salmo 94 comienza con una clara invocación del salmista y un urgente llamado a la acción de Dios. “Muéstrate”, “Engrandécete, oh Juez de la tierra” dice el salmista; “Dios de las venganzas”, “Da el pago a los soberbios”, etc. Estas invocaciones a Dios ponen de manifiesta la naturaleza angustiante de la crisis que vivía el salmista y el pueblo a causa de los enemigos. Además, ese mismo sentido de intensidad y urgencia en la oración se reafirman por la incorporación de una serie de preguntas retóricas que apuntan hacia la gravedad de la injusticia que vivía la nación y el tiempo que hacía falta esperar hasta que la justicia de Dios se hiciera manifiesta sobre los impíos. Así escribe el salmista en los versos 3 y 4: “¿Hasta cuándo, Señor?, ¿Hasta cuándo se gozarán los impíos? ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, y se vanagloriarán todos los que hacen iniquidad?”. Luego, en los versos 5 al 7, el salmista identifica claramente los crímenes que comenten estas personas injustas, entre los cuales se mencionan (1) las acciones aplastantes (“quebrantan”; “afligen” v. 5) contra el pueblo de Dios, (2) los crímenes contra la viuda, el extranjero y el huérfano (“matan”; “quitan la vida” v.6), (3) y las burlas contra Dios; a quién identifican claramente como Jehová (o “JAH”) y el Dios de Jacob (v. 7), pero niegan rotundamente Su poder o capacidad de acción.
8 Entended, necios del pueblo;
Y vosotros, fatuos, ¿cuándo seréis sabios?
9 El que hizo el oído, ¿no oirá?
El que formó el ojo, ¿no verá?
10 El que castiga a las naciones, ¿no reprenderá?
¿No sabrá el que enseña al hombre la ciencia?
11 Jehová conoce los pensamientos de los hombres,
Que son vanidad.
12 Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges,
Y en tu ley lo instruyes,
13 Para hacerle descansar en los días de aflicción,
En tanto que para el impío se cava el hoyo.
14 Porque no abandonará Jehová a su pueblo,
Ni desamparará su heredad,
15 Sino que el juicio será vuelto a la justicia,
Y en pos de ella irán todos los rectos de corazón.
El salmo 94 continua con una exhortación del salmista a la gente necia y fatua; es decir, la gente que es incapaz de reconocer la justicia, la soberanía y el poder de Dios (v. 8 cp. Sal 92:4-6). A ellos reprende el autor haciéndoles ver que el Señor es el todopoderoso creador del hombre, y, en consecuencia, escucha, ve, conoce, castiga, y actúa sobre Su creación con autoridad y soberanía (vv. 9-11). El mensaje del salmista es claro y directo: El Señor conoce muy bien los pensamientos de la gente, y sabe que son vanidad, es decir, son algo pasajero como un soplo, como el aire, como el viento que pasa y se pierde (v. 11).
En contraste a los necios que ignoran el poder de Dios, el salmista señala en los versos 12 al 15 que aquellos que han sido instruidos y enseñados por Jehová y Su ley son bienaventurados; y lo son, porque aún en los días de aflicción, los que confían en el conocimiento de Dios y Su ley, pueden descansar (v.13a); y pueden hacerlo porque conocen que el Señor está preparando castigo para impío (“el impío se cava el hoyo” v. 13b), y que el Señor no abandonará a Su pueblo (v.14), y que el Señor no dejará el juicio a la injusticia, sino que le será vuelto a la justicia, y será de beneficio a los rectos de corazón (v.15)
16 ¿Quién se levantará por mí contra los malignos?
¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad?
17 Si no me ayudara Jehová,
Pronto moraría mi alma en el silencio.
18 Cuando yo decía: Mi pie resbala,
Tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba.
19 En la multitud de mis pensamientos dentro de mí,
Tus consolaciones alegraban mi alma.
20 ¿Se juntará contigo el trono de iniquidades
Que hace agravio bajo forma de ley?
21 Se juntan contra la vida del justo,
Y condenan la sangre inocente.
22 Mas Jehová me ha sido por refugio,
Y mi Dios por roca de mi confianza.
23 Y él hará volver sobre ellos su iniquidad,
Y los destruirá en su propia maldad;
Los destruirá Jehová nuestro Dios.
El salmo 94 termina con una profunda afirmación del salmista en cuanto a su confianza en Dios. En los versículos 16 al 19, el autor plantea y responde dos preguntas retóricas que ponen en evidencia que fue la ayuda que le prestó el Señor la que le sostuvo cuando se hizo sentir con furia la falta de justicia en los sistemas humanos y las maldades de los hombres. “¿Quién se levantará por mí contra los malignos? ¿Quién estará por mí contra los que hacen iniquidad?” preguntó el salmista, pero ningún hombre o institución respondió o salió a en su ayuda. Sin embargo, Dios le fue suficiente. Aún en los tiempos difíciles el Señor se mantuvo fiel a Su amor por el salmista (Hb. Hesed; “tu misericordia, oh Jehová” v. 18) y le ayudó (v.17), y le sustentó (v.18). Y cuando las inquietudes se multiplicaron dentro de él, el Señor le consoló hasta deleitar su alma (v.19).
Por tanto, el autor de este salmo concluye su oración diciendo en los versos 20 al 23 que, aunque los hombres impíos y legisladores del mundo sigan lejos de Dios; rigiéndose por lo perverso (“trono de destrucción”), planeando el mal por decreto (“agravio en forma de ley”), reuniéndose contra el justo, y condenando la sangre inocente (v. 21); a pesar de todo, dice el salmista que Jehová ha sido su refugio y que Dios ha sido la roca de su confianza (v. 22); y, por tanto, puede estar tranquilo, y aun en medio de las injusticias y maldades del mundo puede estar seguro que pronto el Señor hará justicia, volverá sobre los impíos su iniquidad, y los destruirá en su propia maldad (v. 23).
Salmo 94: “Dios, confiamos en ti aún en medio de las injusticias”.

APLICACIONES DEL SALMO 94 PARA LA IGLESIA
Ahora, ¿De qué manera podemos aplicar este salmo a nuestras vidas?
En primer lugar, este salmo nos recuerda la importancia de ser instruidos en la Palabra de Dios, sobre todo en los momentos difíciles de la vida. En el verso 12 el salmista hace el contraste entre los necios y el hombre que ha sido instruido por el Señor en Su ley, diciendo que el hombre instruido es bienaventurado (dichoso o feliz) y, por el conocimiento que tiene del Señor, puede descansar en los días de su aflicción sabiendo que Dios tiene cuidado de su vida y que Él se hará cargo de las injusticias y del justo juicio. Así mismo, hermanos, los creyentes podremos sobrellevar de mejor manera los días malos cuando somos obedientes a Jesús y procuramos ser instruidos por la Palabra de Dios. De hecho, Jesucristo mismo dio ejemplo de esta verdad mediante la conocida parábola del hombre necio que construyó su casa sobre la arena y el sabio que lo hizo sobre la roca (Lc. 6:46-49), sobre ambos vino la tempestad pero el único que permaneció seguro fue el que edificó sobre la roca. Y Jesús es claro al decir, que la roca sobre la cual edificó aquel hombre sabio era la obediencia a Su palabra. Por tanto, hermanos, no dejemos de ser instruidos por la Palabra de Dios, sobre todo en los momentos difíciles, y a su vez, acompañemos la instrucción bíblica con la oración en Santiago, que dice: “Sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores” (Santiago 1:22).
Y, en segundo lugar, este salmo nos recuerda que Dios es Justo y Él juzgará a los hombres. Como hemos visto, el salmo 94 contiene varias oraciones imprecatorias donde el salmista, e representación del pueblo (durante la teocracia) pide Dios que destruya a sus enemigos (véase los vv. 1,2, 3, 4, 10, 13, 16, 17, 23). Ahora bien, tal como nos ha sucedido anteriormente en esta serie de salmos (véase Salmo 7, 35, 55, 69), leer oraciones donde el autor pide a Dios la derrota y hasta la muerte de sus enemigos nos pueden parecen un poco raras o, al menos, algo confusas, – ¿Acaso los creyentes debemos orar hoy por la muerte de nuestros enemigos? – , y sobre todo, porque el NT no da instrucciones a orar por la destrucción de los enemigos, sino que, en su lugar, leemos que Jesús enseñó a tener misericordia y amar a nuestros enemigos (cp. Mt. 5:44; Lc. 23:34; Ro. 12:14, 17-22); e inclusive, el NT nos llama a entregar la causa a Dios quien juzga justamente (Ro.12:19; 1P. 2:21-23). Por lo que, nos podemos preguntar, ¿entonces de qué manera debemos entender las oraciones imprecatorias del salmo 94? Bueno, primero, debemos recordar que, como se dijo antes, las oraciones imprecatorias del AT tenían un contexto especial, ya que, cuando el salmista pedía a Dios por la destrucción de sus enemigos, estaba hablando de hombres impíos que se oponían al pueblo de Dios y al rey de la teocracia, y se negaban a estar del lado del amado de Dios (Sal. 94:18); y, a la verdad, no solo se oponían a él, sino que además se oponía a Dios, volviéndose temerarios enemigos de Dios (Sal. 94:7). Y, segundo, recordemos que las oraciones imprecatorias también son expresiones de confianza que descansan en la justicia y en los tiempos de Dios, y no en las manos vengadoras del que ora (Sal. 55:19, 23 cp. Sal. 94:20-23). Así que, cuando el salmista (o uno de los reyes davídicos) clama por venganza lo hace confiando en Dios, en Su carácter, en Sus promesas, y en Su justicia, y luego, cuando pide al Señor que destruya a los hombres que sin temor se oponían a Dios y a Su pueblo, lo hace sobre la confianza de que sabía que el Señor ya tenía preparado un día para juzgar a los enemigos y darles el pago justo a sus maldades (Sal. 94:23).
Hermanos, los creyentes no somos llamados a apropiarnos de las imprecaciones de los salmos ni a orar por la destrucción de nuestros enemigos (recordemos que estas oraciones están pidiendo la justicia de Dios en contra de los enemigos de Dios, Su pueblo y del rey de la teocracia), más bien, los creyentes somos llamados a orar por la salvación que los hombres solo pueden hallar en Jesucristo (1Ti. 2:1-5) y a descansar en Dios, quien juzgará justamente la impiedad de todos los hombres. Hermanos, hermanas, Dios ve todo y juzgará a todos en plena justicia. No hay ninguna persona que pueda sobornar, corromper o burlar la justicia perfecta de Dios. Ninguno puede esconderse de Su justicia ni escapar del castigo. Por tanto, si somos perseguidos o afligidos por enemigos de la cruz, encomendemos la causa al Señor (1P. 2:21-23; Lc. 23:34; Hch. 7:60) recordemos las palabras del apóstol Pablo a los romanos, cuando dijo: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Ro. 12:19). Y así será, hermanos. Un día Dios juzgará, y ese día será cuando el Rey de reyes, el Hijo de David, Jesucristo, regrese a este mundo para establecer Su reino, vengarse de todos Sus enemigos y juzgar a todos los hombres (véase Ap. 19:1-3; 20:11-12).
PREGUNTAS DE REPASO
1.- ¿Qué evidencias vemos dentro del salmo 94 que nos llevan a decir que es un “lamento nacional con imprecaciones”?
2.- ¿Cuál es la frase que resume el tema del salmo en una oración sencilla?
3.- ¿Qué fue lo que más te llamó la atención del estudio del salmo 94?
4.- ¿Qué piensas de las aplicaciones? ¿De qué manera práctica puedes aplicar este salmo en tu vida o animar a un hermano/a con este salmo?