Jehová, recuerdanos que solamente Tú eres Santo
El salmo 15 es un salmo de sabiduría, en el cual David que fue quien lo compuso, expone mediante el desarrollo de una interrogante, que únicamente los justos morarán en la presencia de Jehová. En este salmo, David como buen rey de Israel, y por ende por conocer la ley de Dios, dirige a su pueblo al temor de Dios, ya que sabe acerca de las bendiciones que recibirá su pueblo al llevar una vida sabia, es decir, una vida de obediencia al pacto que Dios hizo con ellos.
1Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo?
¿Quién morará en tu monte santo?
La pregunta que apertura esta oración, es un reflejo de la comprensión del conocimiento que David había adquirido de quien era Dios. Aún cuando él no tenía una Biblia como nosotros hoy, David era alguien que leía y meditaba en la ley de Dios de día y de noche (Deuteronomio 17:18-19, Salmos 1:2), la cual le llevó a vislumbrar la Santidad de Dios. De acuerdo a esto, David utiliza en esta interrogante las palabras morar y habitar, las cuales no hacen referencia a un estado transitorio ni temporal, sino permanente, y esto, en un lugar específico; el Tabernáculo, el monte Santo de Dios, o más bien, el lugar donde Dios habita. Por lo tanto, en otras palabras, David esta preguntando, ¿Quién disfrutará de Tu presencia permanentemente?
Hubo un momento en el tiempo, en el cual la tierra y el cielo (haciendo referencia al lugar donde Dios habita) disfrutaban de plena armonía, es decir los hombres gozaban de la presencia y comunión con Su creador (Génesis 1:31, Génesis 3:8, Eclesiastés 7:29). Pero luego de que el pecado entró al mundo por Adán, Dios destituye a los hombres de Su gloria, (Romanos 3:23), y en efecto, ya no hubo más comunión, de lo contrario, la presencia del Dios Santo se vería profanada. Sin embargo, Dios escogió a un hombre por quien levantaría una nación con la que establecería un pacto (Éxodo 19:5-6,8, Éxodo 24:3-8); Dios separaría a este pueblo de todo el resto de la humanidad para convertirse en un “reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19:6), los cuales serían capaces de disfrutar de la presencia de la gloria de Dios en medio de ellos. Para ello, Dios mandó hacer por medio de Moisés un Tabernáculo que era figura del verdadero (Hebreos 9:23), en el cual solo los sacerdotes podían ministrar, y donde solo el Sumo Sacerdote, una vez al año podía hacer ingreso a una cámara más sagrada, denominada el lugar Santísimo; la presencia de Dios, la gloria de Dios estaba en ese lugar a favor de todo el pueblo de Israel (Éxodo 40:34-38). En vista de esto, y aún cuando el pueblo había sido santificado (Hebreos 9:13), cualquiera que no obedeciera lo que Dios mismo había establecido (Levítico 16:2, Éxodo 19), sería exterminado (Levítico 16:1, Levítico 10:2, 1 Samuel 6:20), ya que profanaba la presencia Santa de Dios. El rey David sé preguntó lo mismo que los habitantes de Bet Semes luego de apreciar la matanza que Dios hizo con el pueblo “El Señor es un Dios santo. ¿Quién podrá presentarse ante él?” (1 Samuel 6:20).
2El que anda en integridad y hace justicia,
Y habla verdad en su corazón.
Desde el versiculo 2 al versiculo 5, David comienza a responder la pregunta que formuló en versiculo 1, la cual es el centro de este salmo. En primera instancia, David describe que parte de las caracteristicas de los que podrán habitar en el tabernaculo de Dios, serían aquellos que andan en integridad y hacen justicia, es decir aquellos que se han inclinado de corazón a tener un comporamiento intacto en cuanto a la ley de Dios, practicando la justicia y la verdad de corazón. Estas personas son aquellas que juzgan todo con un juicio recto (Levitico 19:11, 35-36), y que además, no tienen doblez de corazón con su prójimo (Salmos 12:2, Levitico 19:11, Salmos 26:2, Proverbios 21:2).
3El que no calumnia con su lengua,
Ni hace mal a su prójimo,
Ni admite reproche alguno contra su vecino.
En el versiculo 3, David hace referencia a alguien que no comete pecados generados por dos miembros especificos: la lengua y el óido. Hay tres cosas puntuales en esta sección: la difamación sobre una tercera persona, la mentira directa contra el prójimo, y el consentimiento al escuchar recriminaciones contra alguien que no se encuentra fisicamente presente. Estas acciones son claramente opuestas a la ley de Dios (Exodo 20:16, Levitico 19:11,16), y nadie que las cometa podría tener comunión con el Dios Santo.
4Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado,
Pero honra a los que temen a Jehová.
El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;
El versiculo 4 denota a alguien que no mira con buenos ojos y que no consiente al que anda en contra de la voluntad de Dios. Para esta persona el pecado no le resulta indiferente, es algo que así como Dios desprecia, él también lo hace. Pero muy por el contrario, no solo mira con buenos ojos a quienes andan en la ley de Dios, sino que tambén los honra.
5Quien su dinero no dio a usura,
Ni contra el inocente admitió cohecho.
El que hace estas cosas, no resbalará jamás.
Para el cierre de su oración, David denota a una persona que ayuda a sus semejantes cuando estos se ven en necesidad, sin pedir nada a cambio, es decir sus recursos están a disposición de quienes lo necesitan, y no busca ni recompensas ni generar usura con ello (Éxodo 22:25). Además, no es alguien que tenga la vista puesta en las cosas terrenales, como para recibir coimas a cambio de dañar a su prójimo, más bien es alguien centrado en ser fiel la ley de Dios (Esdras 7:10), y por consecuencia, alguien que no resbalará jamás (1 Samuel 2:9).
Este salmo nos enseña que solo los que guardan perfectamente la ley habitarán en la presencia de Jehová.
Ahora, ¿cómo podemos aplicar este salmo a nuestras vidas hoy en día?
- Por medio de una vida de agradecimiento a Dios por la obra sustitutiva que Cristo Jesús ha hecho a nuestro favor en la cruz del calvario (2 Corintios 5:21, Romanos 5:1, 6, 8-11). Debemos recordar que ninguno de nosotros cumplió perfectamente la ley como para tener comunión con Dios, sin embargo, Cristo fue ofrecido una vez para siempre en un solo sacrificio por nuestros pecados, haciendonos perfectos para siempre, y otorgandonos libertad para entrar al lugar Santisimo por medio de Su sangre (Hebreos 10:12, 14, 19). ¿Cómo no agradecer a Dios el haber enviado a Su Hijo a morir por nosotros (Juan 3:16), el cual cumplió perfectamente la ley (Romanos 5:19, Mateo 5:17, Hebreos 4:15), y por quien tenemos acceso al Trono de la gracia (Hebreos 4:16)? Por tanto todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de ÉL (Colosenses 3:17).
- Por medio de la adoración al comprender quien es el YO SOY. Como nacion santa (1 Pedro 2:9), debemos adorar a nuestro Dios Quien es Santo (Levitico 19:2, Isaías 6:3, 43:15, 57:15, Samos 22:3, 71:22). Debemos alabar a Dios por Su Santidad, la biblia dice que “No hay Santo como Jehová” (1 Samuel 2:2). De la misma manera como Pedro adoró al comprender a quien tenia al frente en el Lago de Genesaret (Lucas 5:8-9), asi deberiamos adorar nosotros al comprender quien es Dios. En aquel momento, y al comprender quien era Jesús, él solo dijo “apartate de mi, Señor, porque soy hombre pecador”. El debió haberse sentido tan indigno delante de ÉL, que su alma se llenó de temor al ver su estado delante de ÉL. Muchas veces nosotros nos acercamos a Dios de forma muy ligera, y con esto no me refiero a ganar el favor de Dios con obras, sin embargo, nunca debemos olvidar A Quien nos estamos acercando. La biblia dice que “Si decimos que tenemos comunión con ÉL, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz…” (1 Juan 1:6-7). Dios es Santo, y esto nos debería llevar por una parte a adorarlo por ello (Isaías 6:3, Apocalipsis 4;8), y por otra a limpiarnos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios (1 Corintios 7:1).
En resumen, David se preguntó cientos de años atrás ¿Quién morará en Tu monte Santo? Nosotros podemos responderle al Rey David con toda confianza: “Nosotros podemos, pero no por nuestra propia justicia, sino porque el Hijo de Dios, Tu Señor (Salmos 110:1), ha intercedido por nosotros ante el Padre”.
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