Con el reparto de la tierra entre las tribus concluía la gran etapa de posesión de Canaán. Dios había cumplido fielmente su compromiso con el pueblo sacándolo de la esclavitud de Egipto, conduciéndolo con protección durante cuarenta años por el desierto, introduciéndolo en la tierra prometida y dándoles las heredades correspondientes a cada una de las tribus.
En los siguientes dos capítulos de Josué se nos da información sobre las ciudades de refugio (cap. 20) y las ciudades apartadas para la tribu de Leví (cap. 21). Ambos capítulos son buenos ejemplos de cómo Dios continúa proveyendo completamente para su pueblo. Seguimos viendo Sus atributos en el contenido de estos dos capítulos. Su amorosa protección. El alto valor que le da a la vida. Su gracia y misericordia. Su justicia. Y finalmente, Su provisión detallada para que Su pueblo lleve a cabo Su plan. Mi objetivo es que veamos con los ojos de nuestros corazones el alto valor de la verdad eterna de lo que se explica en el texto de hoy. Y no solo para verlo, sino para atesorarlo y ser transformado por él en un cristiano maduro que ama profundamente a su Dios y Salvador y que vive diariamente una vida santa, obedeciendo y adorando a nuestro Dios y Salvador.
Las ciudades de refugio eran un tema peculiar del Pentateuco. El capítulo 20 no es largo, pero nos recuerda como lectores que este tema no era nuevo para la nación de Israel. En los primeros versículos de Josué 20, vemos en vv. 1-3 el cumplimiento de Núm. 35 y Deut. 19. La instrucción para el establecimiento de las ciudades de refugio procedía directamente de Dios, por medio de Moisés. Y ahora, Jehová es el que asume todo el proceso de manera directa.
“Habló Jehová a Josué, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Señalaos las ciudades de refugio, de las cuales yo os hablé por medio de Moisés, para que se acoja allí el homicida que matare a alguno por accidente y no a sabiendas; y os servirán de refugio contra el vengador de la sangre.” Vv. 1-3
Veamos brevemente el propósito de las ciudades de refugio y luego las ubicaciones de esas ciudades.
El propósito de las ciudades de refugio
Su establecimiento y función fue dispuesto y legislado por Moisés antes de la conquista de la tierra prometida. Las ciudades estaban destinadas a ser parte esencial de la vida y gobierno de la nación del pacto. Fue una institución necesaria para un equilibrio justo en una sociedad teocrática, que preservaba la vida humana bajo una serie de requerimientos que demostraban no ser mero capricho de un Dios Omnipotente.
Esta tierra de Canaán era la tierra del Señor (Lev. 25:23 “porque la tierra mía es”). Cómo comportarse en la tierra y cómo obtener justicia eran temas importantes. El derramamiento injusto de sangre sería una mancha en la tierra que el Señor le había dado.
La razón para el establecimiento de las ciudades de refugio tenía que ver con un lugar de protección para los homicidas involuntarios. Eran ciudades de asilo o un baluarte que limitaba los derechos que pertenecían al pariente más próximo de la víctima. A este pariente se le llama “vengador de la sangre” (hebreo: go´él had·dám) La palabra hebrea go´él (que se aplica a un vengador de la sangre) es un participio de ga´ál, cuyo significado “recuperar”, “recomprar” o “redimir” (otro ejemplo: el libro de Rut). El pariente más próximo era la única persona que podía vengar (o retribuir) la muerte en el lugar donde encontrase al homicida (Núm. 35:19).
Todo homicidio voluntario era castigado con la muerte del homicida. Sin embargo, cuando el homicidio no había sido voluntario, se proveía de las ciudades de refugio donde estaría a salvo.
Las instrucciones para el uso de las ciudades se habían establecido antes en la ley. En esta ocasión (vv. 4-6), se repiten todas las instrucciones legales en dos principios generales:
- Primero. la presentación del homicida involuntario a la puerta de la ciudad exponiendo su caso a los ancianos.
- En segundo lugar, la habilitación de un lugar donde residiese hasta la muerte del sumo sacerdote, ocasión en que por amnistía general, podía salir seguro y volver a su ciudad de origen.
Las ciudades de refugio ofrecían varias cosas a los acusados:
- Podían encontrar en Dios un refugio seguro para su vida (Deut 33:27; 1 Sam 2:2; 22:3; Sal 18:2; 46:7, 11; 48:3; 59:17; 62:7, 8; 78:35; 90:1; 94:22; Isa 17:10);
- Dios era el que sustentaba su vida mientras permaneciera en Él (Sal 3:5; 16:5), pues fuera de Él lo único seguro era la muerte (Isa 43:22-28; 1:3);
- La permanencia en Dios implicaba un juicio justo para apartar lo cierto de lo falso, para así ser librado de la muerte (Isa 43:26).
Estas ciudades servían como recordatorio permanente de la misericordia y gracia de Dios. Eran también una solemne advertencia para todos sobre la importancia de la vida y el cuidado que se debe tener para no hacer mal al prójimo.
Los versículos 7-8 nos entregan la información acerca de las ubicaciones de las ciudades de refugio. Eran seis ciudades y las primeras tres al oeste del río Jordán, se detallan de norte a sur. El texto dice que “señalaron” las ciudades. El verbo significa “santificaron o consagraron” aquellas ciudades para el fin que Dios había establecido.

La primera ciudad en el norte de Canaán era Cedes, en la tribu de Neftalí. Estaba situada en Galilea. El nombre “Cedes” significa “justicia”.
La segunda ciudad fue Siquem, en el límite de Efraín y Manasés occidental. Su nombre significa “hombro”, probablemente por el lugar en que estaba situada.
En tercer lugar, en el sur, en el territorio de la tribu de Judá, estaba la ciudad de Hebrón (o Quiriat-arba). Estaba situada en la zona montañosa de Judá, al este del mar Muerto. Su nombre significa “compañerismo”.
En el v. 8, se detallan las otras tres ciudades en Transjordania en orden inverso, es decir, de sur a norte.
Beser, estaba en la tribu de Rubén, en el desierto, en el altiplano de Moab. Beser significa “fortaleza fuerte”.
La segunda ciudad era Ramot, al norte del territorio asignado a la tribu de Gad. Su nombre significa “exaltado o elevado”.
Finalmente, era Golán, en el Basán. Su nombre significa “gozo o exultación”.
V. 9 nos da un resumen y una nueva reiteración de la razón por la que se habían designado. “Estas fueron las ciudades señaladas para todos los hijos de Israel, y para el extranjero que morase entre ellos, para que se acogiese a ellas cualquiera que hiriese a alguno por accidente, a fin de que no muriese por mano del vengador de la sangre, hasta que compareciese delante de la congregación.”
Eran lugares estratégicamente situados para que cualquiera pudiera alcanzarlas fácilmente. Situadas en lugares elevados, podían ser vistas de lejos inclusive en la noche. Eran un refugio temporal.
Las cuidades de refugio nos recuerdan de lo que Cristo es para todo aquel que cree. La responsabilidad del hombre ante las demandas divinas a causa de su pecado trae como resultado condenación y muerte eterna (Rom. 3:22-23; Ef. 2 y 3). La única esperanza para salvación es el Señor. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:12
¿Qué experimentan los pecadores cuando huyen por fe a Cristo? Cristo les da su justicia y nunca más podrán ser acusados. ¡Ninguna condenación hay! Rom. 8: 1 Como un pastor, los carga sobre sus hombros y entran en comunión o compañerismo con Él. El creyente ya no va soportando sus cargas, porque puede ponerlas sobre el Señor Mateo 11:28. Cristo es la fortaleza fuerte para los que confían el Él. Ellos están completamente seguros en Él. Dios ha exaltado a Jesús hasta ponerlo a su diestra. El creyente ocupa en Él los lugares celestiales Ef. 2:5-6. Es un ciudadano del cielo. La seguridad eterna produce un gozo inefable Rom. 8:29-39. La experiencia de la vida cristiana debería ser una continua satisfacción y descanso en Cristo aun en medio de las pruebas y dificultades, porque la eterna seguridad está garantizada para quien está en Él.
Queridos hermanos, ¿pueden ver claramente en el texto de hoy que este mismo Dios de Israel es el mismo Dios al que debemos amar y servir hoy? ¿Ven el alto valor de estas verdades eternas? ¿Atesoran estas verdades eternas y bendiciones espirituales que poseemos en Cristo? ¿Han sido transformados por estas verdades? Nuestro Dios es tan bueno. ¡Él era bueno en la época de Josué y todavía lo es hoy!
En el capítulo 21, pasamos al tema de la herencia de la tribu de Leví. Como ya hemos visto en 18:7, los levitas no tenían porción de tierra sino «el sacerdocio de Jehová fue la heredad de ellos«. El Capítulo 21 nos brinda la información y las ubicaciones de las 48 ciudades levíticas. Estas ciudades fueron la única herencia material de la tribu de Leví. Era su lugar para vivir y servir. Su verdadera herencia era el Señor mismo, como Él había dicho. Las ciudades estaban ubicadas a propósito en las regiones de todas las tribus, para que los levitas pudieran ministrar y servir en las responsabilidades del santuario (y más tarde el templo), y estar entre la gente para animarlos a seguir a Dios y Su pacto. El ministerio de los levitas se explica completamente en Núm. 18.

A medida que leamos el capítulo, veremos cierta frase que se repite una y otra vez. Es la frase, «con sus ejidos». Qué frase más extraña de encontrar. Está en todas partes en este capítulo. ¿Cuántas veces se usó en el capítulo 21?
Piensen conmigo mientras trato de hacer algunas conexiones para ayudarnos a comprender mejor por qué esta frase es tan importante. Estas ciudades “con sus ejidos” fueron para los levitas. ¿Quiénes eran los levitas? Eran la tribu sacerdotal a cargo de todos los sacrificios y las responsabilidades de adoración para la nación de Israel. ¿Qué se necesita para los sacrificios según la ley de Moisés? Animales. ¿Dónde viven y crecen los animales? “En los ejidos”. La provisión de Dios para que su pueblo siguiera su plan de adoración se cuidó hasta el más mínimo detalle.
Vemos en la provisión de Dios de las ciudades “con los ejidos”, una herencia de gracia. Cada ciudad, cada área alrededor de esas ciudades fue un regalo de gracia. Fue inmerecido. Era un lugar de vivienda para un pueblo que hasta ahora no tenía hogar.
Vemos en la provisión de Dios de las ciudades “con sus ejidos” una belleza divina de diversidad. La tierra de Canaán, al igual que las tribus, era muy diferente. Ciudades en los valles, en el desierto, en las montañas y en los llanos.
Vemos en la provisión de Dios de las ciudades “con sus ejidos” una fuerza de unidad. La división de la tierra y sus ciudades se hizo con miras a la unidad. El potencial de una nación fuerte bendecida por Dios era grande, si se alimentaba esta unidad y fidelidad al pacto. La principal responsabilidad de los levitas era recordarle al pueblo de Dios, sus obras, sus promesas y su pacto. Cada ciudad tenía un propósito funcional.
Entonces, incluso en un capítulo lleno de nuevos nombres y 48 ciudades, continuamos encontrando el importante énfasis en quién es Dios y lo que ha hecho y lo que promete hacer. Nosotros, como los israelitas hace mucho tiempo, servimos a un Dios digno de confianza completa. Un Dios para ser amado. Un Dios para servir y atesorar. Un Dios al que adorar con toda nuestra vida.
vv. 43-45 dan un gran testimonio de la fidelidad de Dios. Estos versículos están en el centro teológico del libro de Josué. Se repiten intencionalmente las preocupaciones del capítulo uno, específicamente los vv. 2-3, 5-6. Establece conexiones claras entre todo lo que hemos estudiado en el libro hasta ahora.
El verso 43 resume los capítulos 13-21, mientras que el verso 44 resume las victorias de los capítulos 1-12 y finalmente el verso 45 conecta toda la narrativa de Josué.
El autor sigue enfatizando la fidelidad de Dios. “que había jurado” v 43, “conforme a todo lo que había jurado” v. 44 y “No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió” v. 45. En cada situación, cumplió Su palabra. Estas son declaraciones teológicas importantes, pero también son declaraciones de adoración. La teología siempre está en su mejor lugar, cuando incluye adoración (o doxología). Cuán maravilloso es nuestro Dios que guarda Su obra. Él es fiel y debemos adorarlo y atesorarlo por eso.
El libro de Josué se cierra en sus capítulos finales con un desafío final a Israel por parte de Josué. Un desafío que se puede resumir en una pregunta: ¿Israel continuará obedeciendo a Dios y será bendecido o desobedecerá a Dios para servir a otros dioses y será maldecido? Una pregunta muy importante que la nación de Israel enfrenta ahora al final del libro de Josué mientras pasan sus primeros años en la tierra prometida. ¿Cómo responderán los israelitas?
Preguntas de repaso y aplicación
- Niños: ¿Puedes enumerar las seis ciudades de refugio?
- Juveniles: ¿Cuál fue el propósito de las ciudades de refugio?
- ¿Cuántas veces apareció la frase “con sus ejidos” en el capítulo 21?
a. 56
b. 55
c. 51.
d. 48 - ¿Cómo nos enseñan las ciudades de refugio y las ciudades levitas acerca de quién es nuestro Dios y cómo trabaja en los detalles?
- ¿De qué manera te ha provisto Dios en las últimas semanas?
- ¿Cómo es que la fidelidad de Dios te hace adorarlo hoy?
- ¿Cuáles son algunas otras aplicaciones u otros atributos de Dios en este estudio que te llamaron la atención?